Jesús dijo a sus discípulos: "No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Les aseguro que no desaparecerá ni una i ni una coma de la Ley, antes que desaparezcan el cielo y la tierra, hasta que todo se realice. El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos. En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos". (Mt 5, 17-19)
¿Ayuno antes de comulgar?
Por: Padre Eduardo Volpacchio.
Algunos piensan que la necesidad de una hora de ayuno antes de comulgar es algo que ya pasó de moda...
Para recibir la Sagrada Eucaristía hacen falta tres condiciones:
1) estar en gracia de Dios;
2) saber a quién se va a recibir, acercándose a comulgar con devoción;
3) y guardar una hora de ayuno antes de comulgar.
Nos ocuparemos de la última para analizar si es realmente importante.
Qué dice la ley de la Iglesia
El Catecismo de la Iglesia Católica señala en el número 1387 la tercer condición para comulgar dignamente: «Para prepararse convenientemente a recibir este sacramento, los fieles deben observar el ayuno prescrito por la Iglesia (cf. CIC can. 919). Por la actitud corporal (gestos, vestido) se manifiesta el respeto, la solemnidad, el gozo de ese momento en que Cristo se hace nuestro huésped».
El Código de Derecho Canónico contiene la ley de la Iglesia de rito latino (hay otro Código para los de rito oriental). El canon al que remite el Catecismo dice:
CIC 919 #1 Quien vaya a recibir la santísima Eucaristía, ha de abstenerse de tomar cualquier alimento y bebida al menos desde una hora antes de la sagrada comunión, a excepción de agua y de medicinas.
CIC 919 #3 Las personas de edad avanzada o enfermas, y asimismo quienes las cuidan, pueden recibir la santísima Eucaristía aunque hayan tomado algo en la hora inmediatamente anterior.»
No es sólo un consejo, es mucho más. Es una disposición jurídica: “deben observar el ayuno” y “ha de abstenerse de cualquier alimento” son expresiones de obligatoriedad que prescriben que no se debe comulgar sin cumplir esta condición.
¿Pasado de moda?
Algunos piensan que la necesidad de una hora de ayuno antes de comulgar “no corre más”. Dicen que “eso era antes”, como si ya no estuviera vigente en la Iglesia. Lo ven como algo de la época de nuestras abuelas…
Sólo querría recordarles que el Código de Derecho Canónico del que hablamos no es el viejo de 1917, sino el sancionado en 1983. Y el Catecismo de la Iglesia publicado en 1992. Y que están ambos vigentes en la Iglesia. El último documento que habla del ayuno eucarístico es el Instrumentum laboris del Sínodo sobre la Eucaristía (octubre de 2005). Es decir, que la actualidad del precepto está fuera de toda duda.
¿Caben excepciones?
La ley meramente eclesiástica –ley humana de la Iglesia– no obliga cuando hay una dificultad grave. En este tema, no parece fácil imaginar un caso así, fuera de la situación de enfermedad expresamente prevista en el canon citado.
Una pregunta frecuente
No es raro oír esta pregunta: “¿cuántos minutos tiene la hora de ayuno antes de comulgar?” O, “si me faltan cinco minutos, ¿puedo comulgar?” Primero, lo obvio: en principio las horas son de 60 minutos.
Además el texto de la ley, no dice escuetamente una hora, como si pudiéramos comenzar a regatearle algunos minutos, sino “al menos una hora antes”, es decir, que apunta a que sea más de una hora. No exige que sea una hora, sino que señala un límite inferior. No olvidemos que hasta tiempos de Pío XII el ayuno regía desde el día anterior. Por esto no había entonces Misas vespertinas. En la década del 50 del siglo pasado, dicho Papa redujo el ayuno a tres horas; y, después del Concilio Vaticano II, se pasó a una hora.
Sentido del ayuno
La Iglesia no pretende limitar la Comunión –que sean menos los fieles que comulgan– sino velar por el respeto y la veneración a tan gran sacramento porque recibimos al mismo Cristo.
En el Instrumentum laboris del XI Sínodo sobre la Eucaristía (octubre de 2005), se señala que “Ha sido expresado el deseo de restituir en todos los lugares al ayuno eucarístico aquella rigurosa atención que todavía está en uso en las iglesias orientales. En efecto, el ayuno, como dominio de sí, exige el concurso de la voluntad y lleva a purificar la mente y el corazón. San Atanasio dice: «¿Quieres saber cuáles son los efectos del ayuno?... expulsa los demonios y libra de los malos pensamientos, alegra la mente y purifica el corazón». En la liturgia cuaresmal se invita a menudo a la purificación del corazón mediante el ayuno y el silencio, como recomienda San Basilio. En alguna respuesta a los Lineamenta (documento católico) se pregunta acerca de la oportunidad de reconsiderar la obligación de las tres horas de ayuno eucarístico.”
¿Me voy a perder de comulgar por cinco minutos?
Sí, porque nadie te obligó a comer.
En realidad nadie te prohíbe comulgar. Sencillamente no te has preparado lo suficiente: te faltan unos minutos de preparación y por respeto a la Eucaristía, no querrás ser descortés con el Señor. Es precisamente el amor a la Eucaristía lo que te lleva a no comulgar.
Comunión y obediencia
Hoy no pocas personas incumplen este precepto de la Iglesia, escudándose en que comulgar es muy importante. Sí que lo es, pero más importante es la obediencia.
Te cuento el caso del Rey Saúl. Dios le encarga que después de derrotar a los amalecitas, destruyera todo lo de este pueblo. Después de la victoria, Dios envía a Samuel a recriminarle no haber cumplido su mandato. La conversación, si no fuera trágica, resultaría divertida. Samuel le pregunta: ¿por qué no has cumplido lo que Dios te ordenó? Saúl comienza a responder que cumplió perfectamente... Samuel lo corta con una ironía: ¿Qué es entonces ese mugir de vacas, ese balar de ovejas, etc., que escucho? A lo que el rey intenta justificar, diciendo que reservó lo mejor del ganado para sacrificarlo en honor de Dios. Aparentemente, un loable proyecto. Respuesta de Dios a través de Samuel: “Vale más la obediencia que las víctimas”. De hecho, por esta desobediencia Dios rechazó a Saúl como rey, y eligió a David para que lo sustituya. Una desobediencia que tenía aparentemente una buena excusa, una desobediencia con una aparente buena intención: “prefiero la obediencia al sacrificio”.
Es mejor no comulgar obedeciendo a la Iglesia que comulgar desobedeciendo
Es imposible que sea grato a Dios que comulguemos desobedeciendo. Seguro, sin lugar a la menor duda, es más grato a Dios que no comulgues si te falta el tiempo de ayuno como expresión de respeto y obediencia, que comulgar por capricho yendo en contra de la ley de la Esposa de Cristo: ¿te acordáis del "todo lo que ates en la tierra será atado en el cielo"?
Conclusión: tiene más mérito delante de Dios (es decir, es más valioso) el acto de obediencia consistente en dejar de comulgar para obedecer a la Iglesia, que comulgar desobedeciendo (si es que esto tuviera algún mérito y no fuera una falta...).
¿Se puede dispensar?
Algunos fieles pretenden que el sacerdote, les autorice a Comulgar sin el debido tiempo de ayuno. Debemos decir que no corresponde, ya que el sacerdote no tiene potestad para dispensar de una ley eclesiástica: no puede hacerlo, y, si lo hiciera, el permiso sería nulo (como si yo te diera permiso para casarte siendo menor de edad: no tengo este poder; si diera el permiso, sería falso, inválido, nulo).
Motivos pastorales y prácticos
Además de los motivos jurídicos, morales y de méritos para no comulgar sin el ayuno correspondiente, también hay un motivo práctico: quien deja de comulgar por que "no le dio el tiempo", calculará mejor la próxima vez y se preparará con más delicadeza a comulgar. No le sucederá más, ya que estará más atento.
Quien comulga sin el tiempo debido, cada vez será más laxo en su cálculo… e irá estirando el tiempo… Y vivirá en el "filo de la navaja".
La Eucaristía merece respeto.
Hemos de hacer bien las cosas buenas. No ser chantas para hacer el bien. Alguno podría pensar “da igual”, “cómo te vas a hacer problema por unos minutitos?”, “no seas exagerado”. No, no da igual. Es respeto. Es delicadeza. Muestra cuanto valoras el Sacramento. Comulgar no es cualquier cosa. Es lo más grande que podemos hacer en esta vida.
La liturgia hace rezar al sacerdote antes de recibir la Comunión en la Santa Misa una oración con un pedido singular: que esa Comunión “no sea para mí motivo de juicio y condenación”. Por algo lo pide, y el que lo pide es el sacerdote, y lo pide para sí mismo.
Si no comulgas un día por no llegar al ayuno mínimo requerido de una hora, no pasa nada. No es pecado, no es una falta de respeto, no es una falta de interés. No es obligación comulgar y, por lo mismo, no es falta no hacerlo. Si tenéis tantas ganas de comulgar, ofrece a Dios el no poder hacerlo; has una Comunión espiritual. Y cumplí con lo que está mandado para custodiar la dignidad de este sacramento.
Es absurdo cometer un pecado por comulgar sin las debidas disposiciones, sin ninguna necesidad de hacerlo
Déjame que lo repita: dejar de comulgar no es pecado. Desobedecer la ley eclesiástica sí lo es. Obedecer la ley de la Iglesia es meritorio. Cometer un pecado intentando hacer algo bueno es totalmente ridículo.
— · —
¿Por qué ayunar antes de tomar la Comunión?
¿Durante cuánto tiempo antes de la Misa hay que estar sin tomar alimento?
¿Por qué antes de la Misa hay que estar en ayunas? ¿Sigue estando en pie esa obligación? ¿Y cuánto tiempo hay que estar sin comer?
Responde el Padre Antonio Rizzoli.
Escribía San Agustín: “Cuando por primera vez los Apóstoles recibieron la Eucaristía, no la recibieron en ayunas. Sin embargo, no hay que acusar por esto a la Iglesia universal, en la que la Eucaristía se recibe siempre y solo por quien está en ayunas. Le complace al Espíritu Santo que, por reverencia ante tan grande Sacramento, que la boca del cristiano entrase antes el Cuerpo del Señor que otro alimento”.
Está claro cuál es el motivo del ayuno: por respeto hacia el Cuerpo del Señor. Se trata de disponerse a este encuentro con Cristo no solo desde el punto de vista espiritual, sino también material. Es toda la persona la que se dispone a entrar en comunión con el Señor, para dejarse transformar por Él. No se trata por tanto de observar una norma, sino de darnos cuenta de este gran don que vamos a recibir. Por esto es bueno disponerse a vivir la Misa con la oración y el recogimiento.
Anteriormente el ayuno antes de la Comunión comprendía cualquier alimento y bebida, hasta que Pío XII en 1953 permitió, además de las medicinas, también el agua. Respecto a la duración, desde el tiempo de santo Tomás de Aquino comenzaba la medianoche anterior. Pío XII, en 1953, la redujo a tres horas antes, y Pablo VI en 1965 a una hora.
Hoy, el Código de Derecho Canónico prescribe abstenerse “por espacio de al menos una hora antes de la sagrada comunión de cualquier alimento o comida, con excepción solamente del agua y los medicamentos”. Los ancianos, enfermos y personas que los cuidan pueden recibir la Eucaristía aunque hayan tomado algo en la hora anterior.
— · —
¿Por qué tenemos que hacer una hora de ayuno antes de comulgar?
Por: Padre Jon Mikel de Arza.
Pregunta:
Le escribo para saber por qué tenemos que hacer una hora de ayuno antes de comulgar. ¿Dónde está fundamentado esto?
Respuesta:
Desde los comienzos, la Iglesia consideró conveniente separar el ágape de la Eucaristía. El que nacieran juntos se debe a que el Señor instituyó la Eucaristía en el marco del ágape de la Pascua judía en la Última Cena, para señalar el paso del Antiguo al Nuevo Testamento, por lo que para realizar mejor el mandato de perpetuar el memorial del Sacrificio de Cristo, pronto se produjo la separación, dándose lugar al “ayuno eucarístico” (Cf. PÍO XII, Constitución Apostólica Christus Dominus, del 6 de enero de 1953).
El primer testimonio de esta práctica lo tenemos en Tertuliano, que pregunta a la esposa cristiana de un pagano, en relación a la Eucaristía: «¿No sabrá tu marido de qué te alimentas secretamente, antes de comer cualquier otro alimento?» (Ad Uxorem, II, 5, 2); y la Traditio Apostolica (atribuida a Hipólito de Roma, 215), sentencia: «Cada fiel antes de tomar alimento se apresure a recibir la Eucaristía» (n. 36). Algunos interpretan este texto en el sentido de que la Eucaristía se tomaba como una protección contra veneno, como una especie de praegustatio. De hecho, dice el sacerdote secretamente, antes de comulgar, que la comunión le «aproveche para defensa de alma y cuerpo…» (Cf. J. JUNGMANN, El Sacrificio de la Misa, BAC, Madrid 1951, II, 1074, nota 34).
En el año 393 el Concilio de Hipona decretó (y cuatro años más tarde, confirmó el III Concilio de Cartago): «El Sacramento del Altar no sea celebrado sino por personas que estén en ayunas», de manera que San Agustín pudo afirmar hacia el 400: «La Santísima Eucaristía es recibida siempre por personas en ayunas, y tal uso es universal» (Ep. 54 ad Ian., 6, CSEL 34, 166s).
El Motu Proprio Sacram Communionem (19/03/1957), durante el Pontificado de Pío XII, extendió la reducción del ayuno (prescrita ya por la Christus Dominus para las misas vespertinas), a tres horas para los alimentos sólidos y una hora para las bebidas no alcohólicas para cualquier horario de misas, aunque alentó a que se continuara con la antigua práctica del ayuno desde la medianoche.
Actualmente, la disposición sobre el ayuno está prescrita en el Código de Derecho Canónico, Can. 919:
«§ 1. Quien vaya a recibir la santísima Eucaristía, ha de abstenerse de tomar cualquier alimento y bebida al menos desde una hora antes de la sagrada comunión, a excepción sólo del agua y de las medicinas.
§ 2. El sacerdote que celebra la santísima Eucaristía dos o tres veces el mismo día, puede tomar algo antes de la segunda o tercera Misa, aunque no medie el tiempo de una hora.
§ 3. Las personas de edad avanzada o enfermas, y asimismo quienes las cuidan, pueden recibir la santísima Eucaristía aunque hayan tomado algo en la hora inmediatamente anterior».
Por su parte, enseña el Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1387: «Para prepararse convenientemente a recibir este sacramento, los fieles deben observar el ayuno prescrito por la Iglesia. Por la actitud corporal (gestos, vestido) se manifiesta el respeto, la solemnidad, el gozo de ese momento en que Cristo se hace nuestro huésped».
En cuanto a las razones del ayuno eucarístico, Santo Tomás de Aquino afirma en la Suma Teológica (III Parte, cuestión 80, art. 8):
• La Iglesia prohíbe recibir este sacramento después de haber comido o bebido por tres razones.
Primera, por respeto a este sacramento, según dice San Agustín, para que entre en la boca del hombre antes que ésta se contamine con la comida o la bebida.
Segunda, por su significado, dando a entender que Cristo, que es la realidad contenida en este sacramento, y su caridad deben fundamentarse en primer lugar en nuestros corazones, según aquello de Mt 6, 33: Buscad ante todo el reino de Dios.
Tercera, para evitar el peligro del vómito y de la embriaguez, cosas que a veces suceden por no comer los hombres con moderación, según la observación del Apóstol en 1 Cor 11, 21: Mientras que uno pasa hambre, el otro se emborracha.
Quedan exceptuados, sin embargo, de esta regla general los enfermos, a los que se ha de dar la comunión seguidamente, incluso después de la comida, cuando su vida corre peligro, para que no mueran sin la comunión, porque la necesidad no tiene leyes. De ahí que se diga en De Consecr. dist.II: Que el presbítero dé la comunión seguidamente al enfermo, para que no muera sin comulgar».
La Comunión, en efecto, es el sacramento de los moribundos, de los que parten de este mundo (exeuntes) a la Patria celestial; es el viático que los fortalecerá y custodiará hasta entrar en la vida eterna.
— · —
¿Por qué antes de comulgar hay que estar un rato sin comer nada?
Por: Padre Henry Vargas Holguín.
Si te han invitado a un gran banquete, ¿comerías antes de salir de casa?
El ayuno eucarístico no es, como a alguno le he escuchado decir, abstenerse de comulgar. Hay quien entiende el ayuno eucarístico como no comulgar, no recibir la comunión. En realidad este ayuno es el lapso de tiempo que hay que respetar antes de recibir la Comunión.
Una de las condiciones para recibir la Comunión dignamente es observar el ayuno eucarístico, visto como una de las maneras de preparación a tan magno evento en la vida del cristiano que es recibir a Jesucristo, pan de vida.
Las características de este ayuno, con sus consecuentes frutos, son las mismas del ayuno cuaresmal, recordemos que en la cuaresmal se invita a la purificación del corazón mediante el ayuno y el silencio.
Dicho de otra manera, el ayuno eucarístico es como una especie de mini cuaresma o una cuaresma reducida a la mínima expresión.
¿Por qué se relaciona la cuaresma con el ayuno eucarístico? El origen del sentido espiritual del ayuno eucarístico lo encontramos en la razón de ser del ayuno cuaresmal.
Así como la cuaresma, con su ayuno y abstinencias, nos prepara a la pascua, o nos prepara para celebrar dignamente la Pascua, a fin de comulgar con fruto en la Vigilia Pascual; así también el ayuno eucarístico nos prepara a participar dignamente en la misa el memorial de la muerte y resurrección del Señor.
¿De dónde viene el ayuno eucarístico?
El ágape y la Eucaristía estaban unidos circunstancialmente horas previas a la pasión del Señor; es decir, el Señor instituyó la Eucaristía en la última cena, que no era otra cosa que el ágape (comida fraternal) de la Pascua judía. En consecuencia, la Eucaristía se celebró en un primer momento como continuación y conclusión del ágape.
Pero luego se consideró conveniente separar el ágape de la Eucaristía interponiendo un periodo de tiempo, dando así lugar al ayuno eucarístico.
Y se hizo por tres motivos: para señalar el paso del Antiguo Testamento al Nuevo Testamento, para concretar “exclusivamente” el mandato de Jesús de perpetuar el memorial de su sacrificio, y como preparación próxima para comulgar. Es lo que encontramos ya en un texto paulino.
San Pablo, en su primera carta a los corintios, toca el tema de la ‘Cena del Señor’. Y él habla, entre otras cosas, de no recibir indignamente el pan y el cáliz del Señor.
Y, a este propósito, él ya entrevé el ayuno eucarístico cuando añade: “Así pues, hermanos míos, cuando os reunáis para la Cena, esperaos los unos a los otros. Si alguno tiene hambre, que coma en su casa, a fin de que no os reunáis para castigo vuestro. Lo demás lo dispondré cuando vaya” (1 Cor 11, 33-34).
El ayuno eucarístico es pues muy antiguo.
Otra pista la tenemos también citando a santo Tomás de Aquino (siglo XIII) quien en la Suma Teológica, incluso citando a san Agustín (S. IV), explica las tres principales razones el ayuno eucarístico: el respeto al sacramento, el significado de que Cristo es el verdadero alimento, y para evitar el peligro del vómito cuando uno ha comido demasiado (Suma Teológica, III Parte, cuestión 80, art. 8).
Se tiene noticia, según la citación anterior, de que en la época de santo Tomás, el ayuno eucarístico regía desde la media noche anterior, costumbre que se mantuvo hasta el pontificado del papa Pío XII quien, en el año 1953, redujo el ayuno a tres horas; ayuno que después el Concilio Vaticano II redujo a una hora.
¿Es obligatorio este ayuno?
Este ayuno se debe observar “al menos” una hora antes de comulgar (Can 919), indiferentemente de que se comulgue dentro o fuera de la misa.
Con la expresión ‘al menos una hora antes’, se está diciendo que el ayuno eucarístico debe ser el mayor tiempo posible, 60 minutos como mínimo.
Por tanto el ayuno eucarístico es una disposición jurídica; no es una normativa opcional, como tampoco es un simple consejo o una pía práctica. El canon tiene expresiones que indican obligatoriedad. Cabe señalar que el ayuno es antes de comulgar, no después.
Es necesario observar esta norma sencilla, aunque parezca insignificante o sin sentido; es importante ser obedientes en lo poco para serlo en lo grande (Lc 16, 10). Y esta orientación está indicada tanto para sacerdotes como para los fieles por igual.
La única excepción es el tomar agua o medicinas; por tanto, no es lícito ni comer, ni beber ningún tipo de bebida, ni masticar chicles, en este período de una hora.
Según la Instrucción Inmensae Caritatis (3), el tiempo del ayuno eucarístico, en caso extremo, se abrevia a un cuarto de hora aproximadamente única y exclusivamente para:
1) Los enfermos que residan en hospitales o en sus domicilios, aunque no guarden cama.
2) Los fieles de edad avanzada, que por su ancianidad no salen de casa o están en asilos.
3) Las personas que, por trabajo, tienen que estar al cuidado constante de los enfermos y personas mayores.
4) Los familiares que están al servicio de los enfermos y ancianos, siempre que no puedan guardar el ayuno de una hora.
De manera pues que el ayuno eucarístico es importante. Pero, ¿el ayuno para qué? La Iglesia nos da la respuesta: “Para PREPARARSE convenientemente a recibir este sacramento, los fieles deben observar el ayuno prescrito por la Iglesia. Por la actitud corporal (gestos, vestido) se manifiesta el respeto, la solemnidad, el gozo de ese momento en que Cristo se hace nuestro huésped” (Catecismo, 1387).
Por tanto la Iglesia pide que no se comulgue sin cumplir esta condición; condición que no es la única a la hora de comulgar.
Y la Iglesia, con esto, lo que pretende es velar por la máxima veneración y sumo respeto hacia el pan bajado del cielo, hacia tan excelso sacramento porque a quien recibimos es al mismo Cristo.
— · —
Fuente
• ¿Ayuno antes de comulgar? Padre Eduardo Volpacchio.
• ¿Por qué ayunar antes de tomar la Comunión? Padre Antonio Rizzoli.
• ¿Por qué tenemos que hacer una hora de ayuno antes de comulgar? Padre Jon Mikel de Arza.
• ¿Por qué antes de comulgar hay que estar un rato sin comer nada? Padre Henry Vargas Holguín.
†