Libro de Cielo
Escrito por la Sierva de Dios Luisa Piccarreta.
Volumen 19
I. M. I.
Fiat Sempre
19-1
Febrero 23, 1926
Jesús la llama la pequeña recién nacida para hacer que renazca siempre en su Santo Querer a nueva belleza, a nueva santidad, a nueva luz, a nueva semejanza con su Creador.
(1) Amor mío y vida mía, Jesús, ven Tú en ayuda de mi debilidad y de mi renuencia a escribir, más bien haz que venga a escribir tu misma Voluntad, a fin de que nada ponga de lo mío, sino solamente lo que Tú quieres que escriba, y Tú, Mamá mía y Madre Celestial de la Divina Voluntad, ven a llevarme la mano mientras escribo, dame las palabras, facilítame los conceptos que Jesús pone en mi mente, a fin de que pueda escribir dignamente acerca de la Santísima Voluntad, de modo de volver contento a mi dulce Jesús.
(2) Estaba pensando entre mí: “¿Por qué Jesús bendito me llama frecuentemente la pequeña recién nacida de su Santísima Voluntad? Tal vez porque soy mala aún, y no habiendo dado un solo paso en su Voluntad, con razón me llama recién nacida apenas”. Ahora, mientras esto pensaba, mi adorable Jesús me ha puesto los brazos al cuello y estrechándome fuerte a su corazón me ha dicho:
(3) “A mi pequeña recién nacida de mi Voluntad nada quiero negarle; ¿quieres saber por qué te llamo la pequeña recién nacida? Recién nacida significa estar en acto de nacer, y como tú debes renacer en cada acto tuyo en mi Querer, y no sólo eso, sino que mi Voluntad para rehacerse de todas las oposiciones de las voluntades humanas quiere llamarte en mi Querer a hacerte renacer tantas veces por cuantas veces las voluntades humanas se han opuesto a la suya, por eso es necesario conservarte siempre recién nacida. Quien está en acto de nacer es fácil hacerla renacer cuantas veces se quiera y conservarla sin el crecimiento de la voluntad humana, pero cuando el alma crece, resulta más difícil conservarla sin la vida del propio yo. Pero esto no es todo, a la recién nacida de mi Voluntad era necesario, conveniente, decoroso, para ella y para nuestra misma Voluntad, que se uniera a aquel acto único del Eterno, que no tiene sucesión de actos, y así como este acto único da al Ser Divino toda la grandeza, la magnificencia, la inmensidad, la eternidad, la potencia, en suma, encierra todo para poder hacer salir de este acto único todo lo que quiere, así nuestra pequeña recién nacida en nuestra Voluntad, uniéndose con el acto único del Eterno, debía hacer siempre un solo acto, esto es, estar siempre en acto continuo de nacer, hacer siempre un solo acto: ‘Nuestra Voluntad’. Y mientras hace un solo acto, renacer continuamente, pero, ¿a qué cosa renacer? A nueva belleza, a nueva santidad, a nueva luz, a nueva semejanza con su Creador; y conforme tú renaces en nuestro Querer, así la Divinidad se siente correspondida en la finalidad por la que puso fuera a la Creación, y se siente regresar las alegrías y la felicidad que debía darle la criatura, y estrechándote al seno divino te colma de alegría y de gracias infinitas, y te manifiesta otros conocimientos sobre nuestra Voluntad, y no dándote tiempo te hace renacer de nuevo en nuestro Querer. Además de esto, estos nacimientos continuos te hacen morir continuamente a tu voluntad, a tus debilidades, a las miserias, a todo lo que no pertenece a nuestro Querer. ¡Cómo es bella la suerte de mi pequeña recién nacida! ¿No estás contenta? Mira, también Yo nací una vez, pero aquel nacimiento me hace nacer continuamente, renazco en cada hostia consagrada, renazco cada vez que la criatura regresa a mi Gracia; el primer nacimiento me dio el campo para hacerme renacer siempre. Así son las obras divinas, hechas una vez queda el acto continuado sin terminar jamás. Así será de mi pequeña recién nacida en mi Querer, nacida una vez, permanecerá el acto del nacimiento continuo, por eso estoy tan atento a que no entre en ti tu querer, te circundo de tanta gracia para hacer que tú nazcas siempre en mi Querer y mi Querer renazca en ti”.
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19-2
Febrero 28, 1926
Cada vez que el alma se ocupa de sí misma, pierde un acto en la Voluntad Divina. Qué significa perder este acto.
(1) Continuaba en mis acostumbrados temores, y mi siempre amable Jesús haciéndose ver, todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía, no pierdas el tiempo, porque cada vez que te ocupas de ti es un acto que pierdes en mi Voluntad, y si supieras qué significa perder un solo acto en mi Voluntad: Tú pierdes un acto divino, aquel acto que abraza todo y a todos y que contiene todos los bienes que hay en el Cielo y en la tierra, mucho más que mi Voluntad es un acto continuado que no se detiene jamás en su curso, ni puede esperarte a ti cuando por tus temores te detienes, es a ti a quien conviene seguirla en su curso continuado, no a Ella esperarte a ti a cuando tú te pongas en camino para seguirla. Y no sólo tú pierdes el tiempo, sino que Yo, debiendo apaciguarte y quitarte de tus temores para ponerte en camino en mi Voluntad, me obligas a Mí a ocuparme de cosas que no pertenecen al Supremo Querer, tu mismo ángel custodio que te está cerca queda en ayunas, porque cada acto que haces en Ella y conforme sigues su curso, es una bienaventuranza accidental de más que él goza estando cerca de ti, es un paraíso duplicado de alegría que tú le ofreces, de modo que se siente feliz de su suerte por tenerte bajo su custodia, y como las alegrías del Cielo son comunes, tu ángel ofrece la bienaventuranza accidental que ha recibido de ti, su paraíso duplicado, a toda la corte celestial, como fruto del Querer Divino de su protegida, todos hacen fiesta y magnifican y alaban la potencia, la santidad, la inmensidad de mi Voluntad. Por eso sé atenta, en mi Querer no se puede perder el tiempo, hay mucho qué hacer, conviene que tú sigas el acto de un Dios no interrumpido jamás”.
(3) Dicho esto ha desaparecido y yo he quedado pensativa al ver el mal que yo hacía, y decía entre mí: “¿Cómo puede ser posible que con ponerme en el Querer Divino, olvidando todo lo demás como si ninguna otra cosa existiera para mí sino sólo la eterna Voluntad, yo tome parte en todo lo que contiene este amable Querer?” Y Jesús regresando ha agregado:
(4) “Hija mía, quien ha nacido en mi Querer, es justo que sepa los secretos que Él contiene, además la cosa en sí misma es facilísima y como connatural: Supón que pases a habitar en una casa, o por poco tiempo o para siempre, en la cual hay una bella música, un aire perfumado por el cual se siente infundir una nueva vida; tú, ciertamente no has puesto aquella música ni aquel aire balsámico, pero como tú te encuentras en aquella habitación, no tuya, tú vienes a gozar tanto de la música como del aire perfumado que regenera las fuerzas a vida nueva; agrega que aquella habitación contiene pinturas encantadoras, cosas bellas que embelesan, jardines jamás vistos por ti, con tanta variedad de plantas y flores que resulta imposible numerarlos todos; también hay comidas exquisitas que jamás has gustado, ¡oh, cómo te recreas, te deleitas y gozas al mirar tantas bellezas, al probar alimentos tan exquisitos! Pero de todo esto nada está hecho o puesto por ti, no obstante tomas parte en todo sólo porque te encuentras en aquella habitación. Ahora, si esto sucede en el orden natural, mucho más fácil puede suceder en el orden sobrenatural de mi Voluntad, el alma con el entrar en Ella forma un solo acto con la Divina Voluntad, y como connatural toma parte en lo que Ella hace y contiene; mucho más que el alma para vivir en mi Voluntad, primero es despojada de las vestiduras del viejo Adán culpable, y es revestida por las vestiduras del Adán nuevo y santo, su vestidura es la luz de la misma Voluntad Suprema, en la cual le vienen comunicados todos sus modos divinos, nobles y comunicativos a todos. Esta luz le hace perder las facciones humanas y le restituye la fisonomía de su Creador. ¿Qué maravilla entonces en que tome parte en todo lo que posee el Divino Querer, siendo una la Vida y una la Voluntad? Por eso sé atenta, te recomiendo que me seas fiel y tu Jesús mantendrá la batuta de hacerte vivir siempre en mi Querer, estaré en guardia a fin de que jamás puedas salir de Él”.
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19-3
Marzo 2, 1926
El silencio en lo que respecta a las verdades del Querer Divino forma la tumba a estas verdades, mientras que la palabra forma su resurrección.
(1) Me sentía oprimida y con tal renuencia de abrir mi alma para manifestar lo que el bendito Jesús me dice, habría querido callar para siempre, a fin de que nada más se supiera, y me lamentaba con mi dulce Jesús diciéndole: “¡Oh! si Tú me dijeras que no diga más nada a ninguno acerca de lo que pasa entre Tú y yo, de qué peso enorme me librarías, cómo estaría contenta. ¿No ves mi gran repugnancia, el esfuerzo que necesito hacer?” Pero mientras esto decía, mi siempre amable Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿quisieras tú sepultar la luz, la gracia, la verdad y así preparar la tumba a tu Jesús? El silencio acerca de todo lo que es verdad forma la sepultura de la verdad, mientras que la palabra forma la resurrección de la verdad, hace resurgir la luz, la gracia, el bien, mucho más porque la palabra sobre la verdad parte del Fiat Supremo. La palabra tuvo su campo divino cuando en la Creación, con la palabra Fiat, hice salir fuera toda la Creación, podía haberla creado aún callando, pero quise servirme de la palabra Fiat para hacer que también la palabra tuviese el origen divino, que conteniendo la potencia creadora, quien se sirva de ella para manifestar lo que a Mí pertenece, tuviese la potencia de comunicar aquellas verdades a quien tiene la fortuna de escucharlas. Para ti hay una razón más fuerte, porque siendo todo lo que Yo te digo, la mayor parte cosas que corresponden a mi Suprema Voluntad, no es solamente la palabra de origen, sino es propiamente aquel mismo Fiat, que saliendo de nuevo en campo como en la Creación quiere hacer conocer los inmensos bienes que contiene mi Querer, y comunica tal potencia sobre todo lo que te manifiesto acerca de Él, que es suficiente para poder formar la nueva Creación de mi Voluntad en las almas. ¿Esto es lo bien que me quieres, que con tu callar quieres formar la tumba a mi Voluntad?”
(3) Yo he quedado espantada y más afligida que antes, y rogaba a Jesús que me diera la gracia de cumplir su Santísima Voluntad, y mi amado Jesús, como si me quisiera consolar ha salido de dentro de mi interior y estrechándome fuerte a su santísimo corazón me infundía nueva fuerza. Mientras estaba en esto se ha abierto el Cielo y oía que todos en coro decían: “Gloria Patri et Filii et Spiritui Sancto”. Y no sé cómo, a mí me ha tocado responder: “Sicut erat in principio et nunc et semper et in saecula saeculorum, amen”. ¿Pero quién puede decir lo que sucedía? En la palabra “Patri” se veía la Potencia creadora que corría por doquier, conservaba todo, daba vida a todo, el solo hálito de ella bastaba para mantener íntegro, bello y siempre nuevo todo lo que había creado. En la palabra “Filii” se veían todas las obras del Verbo, renovadas, ordenadas y todo en acto de llenar Cielo y tierra para darse a bien de las criaturas. En la palabra “Spiritui Sancto” se veía investir todas las cosas de un amor hablante, obrante y vivificante; pero, ¿quién puede decirlo todo? Mi pobre mente me la sentía inmersa en las bienaventuranzas eternas, y mi adorable Jesús queriéndome hacer volver en mí misma me ha dicho:
(4) “Hija mía, ¿sabes por qué te ha tocado a ti decir la segunda parte del Gloria? Estando en ti mi Voluntad te convenía a ti llevar la tierra al Cielo, para dar a nombre de todos, junto con la corte celestial, aquella gloria que no tendrá jamás fin, por todos los siglos de los siglos. Las cosas eternas que jamás tienen fin se encuentran sólo en mi Voluntad, y quien la posee se encuentra en comunicación con el Cielo, y lo que hacen en las regiones celestiales, ella toma parte en todo y se encuentra como en acto junto a los habitantes celestiales.”
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19-4
Marzo 6, 1926
Así como de la Mamá Celestial se supo la cosa más importante, que el Hijo de Dios era Hijo suyo, así será de la hija de la Divina Voluntad, sólo se sabrá lo más importante para hacerla conocer a Ella. El bien no conocido no tiene camino para comunicarse.
(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi siempre amable Jesús ha venido, y tomándome la mano en la suya me atraía a Él en lo alto, entre el cielo y la tierra, y yo casi temiendo me estrechaba a Jesús, tomándome fuerte de su santísima mano, y queriendo desahogar con Él mi pena que tanto me oprime le he dicho:
(2) “Amor mío y vida mía, Jesús, tiempo atrás Tú me decías que querías hacer de mí una copia de mi Mamá Celestial, sin embargo de Ella casi nada se supo de los tantos mares de gracia con los que Tú a cada instante la inundabas, no dijo nada a ninguno, todo se lo reservó para Sí, ni el evangelio dice nada, sólo se sabe que fue tu Mamá y que dio al mundo al Verbo Eterno, a Ti, pero todo lo que pasó entre Tú y Ella de favores, de gracia, se los reservó todos para Sí misma. Pero para mí quieres al contrario, quieres que manifieste lo que me dices, no quieres el secreto de lo que pasa entre Tú y yo. Por eso estoy doliente, ¿dónde está entonces la copia que quieres hacer en mí de mi Mamá Celestial?” Y mi dulce Jesús estrechándome fuerte a su corazón, todo ternura me ha dicho:
(3) “Hija mía, ánimo, no temas, así como fue de mi Mamá, que no se supo otra cosa que lo que fue necesario, que Yo era su Hijo y que por medio de Ella vine a redimir las generaciones humanas, y que fue Ella la primera en la cual Yo tuve mi primer campo de acciones divinas en su alma; todo el resto, de los favores, de los mares de gracias que recibió, quedó en el sagrario de los secretos divinos, sin embargo se supo la cosa más importante, más grande, más santa, que el Hijo de Dios era Hijo suyo, esto para Ella era el honor más grande y que la ponía por encima de todas las criaturas; por tanto sabiéndose lo más de mi Mamá, lo menos no era necesario. Así será de mi hija, sólo se sabrá que mi Voluntad ha tenido su primer campo de acción divina en tu alma, y todo lo que es necesario para hacer conocer lo que respecta a mi Voluntad y cómo quiere salir en campo para hacer que la criatura regrese a su origen, cómo con ansia la espera en sus brazos, a fin de que no más haya división entre Yo y ella. Si esto no se supiera, ¿cómo pueden suspirar este gran bien? ¿Cómo disponerse a una gracia tan grande? Si mi Mamá no hubiese querido hacer conocer que Yo era el Verbo Eterno e Hijo suyo, ¿qué bien habría producido la Redención? El bien no conocido, por cuan grande sea, no tiene caminos para comunicar el bien que posee. Y así como mi Mamá no se opuso, así la hija mía no se debe oponer a comunicar lo que respecta a mi Voluntad, todo el resto de los secretos, los vuelos que haces en mi Querer, los bienes que tomas, las cosas más íntimas entre Yo y tú permanecerán en el sagrario de los secretos divinos. No temas, tu Jesús te contentará en todo”.
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19-5
Marzo 9, 1926
La Creación forma la gloria muda de Dios. Al crear al hombre fue un juego de azar, el cual falló, pero se debe rehacer.
(1) Mi pobre alma nadaba en el mar interminable del Querer Divino, y mi siempre amable Jesús me hacía ver en acto toda la Creación; qué orden, qué armonía, cuántas variadas bellezas, cada cosa tenía el sello de un amor increado que corría hacia las criaturas, que descendiendo en el fondo de cada corazón gritaban en su mudo lenguaje: “Ama, ama a Aquél que tanto ama”. Yo sentía un dulce encanto al ver a toda la Creación, su mutismo amoroso, que más que voz potente hería mi pobre corazón, tanto, que me sentía venir a menos, y mi dulce Jesús sosteniéndome en sus brazos me ha dicho:
(2) “Hija mía, toda la Creación dice: ‘Gloria, adoración hacia nuestro Creador, amor hacia las criaturas’. Así que la Creación es una gloria, una adoración muda para Nosotros, porque no le fue concedida ninguna libertad, ni de crecer ni de decrecer, la sacamos fuera de Nosotros, pero la dejamos en Nosotros, esto es, dentro de nuestra Voluntad a alabar, si bien en forma muda, nuestra potencia, belleza, magnificencia y gloria, así que somos Nosotros mismos que nos alabamos nuestra potencia, nuestra gloria, el infinito amor, nuestra potencia, bondad, armonía y belleza; la Creación nada nos da por sí misma, si bien siendo ella el desahogo de todo nuestro Ser Divino, sirve de espejo al hombre para mirar y conocer a su Creador, y le da lecciones sublimes de orden, de armonía, de santidad y de amor, se puede decir que el mismo Creador poniéndose en actitud de Maestro Divino, da tantas lecciones por cuantas cosas creó, de la más grande a la más pequeña obra que salió de sus manos creadoras. No fue así al crear al hombre, nuestro amor fue tanto por él, que sobrepasó todo el amor que tuvimos en la Creación, por eso lo dotamos de razón, de memoria y de voluntad, y poniendo nuestra Voluntad como en un banco en la suya, la multiplicase, la centuplicase, no para Nosotros que no teníamos necesidad, sino para su bien, a fin de que no quedase como las otras cosas creadas, mudas y en aquel punto como Nosotros las sacamos a la luz, sino que creciera siempre, siempre, en gloria, en riquezas, en amor y en semejanza con su Creador, y para hacer que él pudiese encontrar todas las ayudas posibles e imaginables, le dimos a su disposición nuestra Voluntad, a fin de que obrase con nuestra misma potencia el bien, el crecimiento, la semejanza que quería adquirir con su Creador. Nuestro amor al crear al hombre quiso hacer un juego de azar, poniendo nuestras cosas en el pequeño cerco de la voluntad humana como en el banco, nuestra belleza, sabiduría, santidad, amor, etc., y nuestra Voluntad que debía hacerse guía y actor de su obrar, a fin de que no sólo lo hiciera crecer a nuestra semejanza, sino que le diese la forma de un pequeño dios. Por eso nuestro dolor fue grande al vernos rechazar estos grandes bienes por la criatura, y nuestro juego de azar quedó malogrado, pero aun fallido, era siempre un juego divino que podía y debía rehacerse de su falla. Por eso, después de tantos años quiso de nuevo mi amor jugar al azar, y fue con mi Mamá Inmaculada, en Ella nuestro juego no quedó malogrado, tuvo su pleno efecto, y por eso todo le dimos y todo a Ella le confiamos, más bien se formaba una competencia, Nosotros a dar y Ella a recibir.
(3) Ahora, tú debes saber que nuestro amor también contigo quiere hacer este juego de azar, a fin de que tú, unida con la Mamá Celestial nos hagas vencer en el juego rehaciéndonos de la falla que nos procuró el primer hombre, Adán, así nuestra Voluntad rehecha en sus victorias puede poner de nuevo en campo sus bienes que con tanto amor quiere dar a las criaturas; y así como por medio de la Virgen Santa, porque estaba rehecho en mi juego, hice surgir el Sol de la Redención para salvar a la humanidad perdida, así por medio tuyo haré resurgir el Sol de mi Voluntad, para que haga su camino en medio de las criaturas. He aquí la causa de tantas gracias mías que vierto en ti, los tantos conocimientos sobre mi Voluntad, esto no es otra cosa que mi juego de azar que estoy formando en ti, por eso sé atenta, a fin de que no me des el más grande de los dolores que podría recibir en toda la historia del mundo, que mi segundo juego sea fallido. ¡Ah, no, no me lo harás, mi amor saldrá victorioso y mi Voluntad encontrará su cumplimiento!”.
(4) Jesús ha desaparecido y yo he quedado pensativa sobre lo que me había dicho, pero toda abandonada en el Querer Supremo. Por eso, en todo lo que escribo, sólo Jesús sabe el desgarro de mi alma y la gran repugnancia a poner sobre el papel estas cosas que habría querido sepultar me sentía luchar con la misma obediencia, pero el Fiat de Jesús ha vencido, y continúo escribiendo lo que yo no quería. Entonces mi dulce Jesús ha regresado y viéndome pensativa me ha dicho:
(5) “Hija mía, ¿por qué temes? ¿No quieres que Yo juegue contigo? Tú no pondrás otra cosa tuya que la pequeña llamita de tu voluntad que Yo mismo te di al crearte, así que todo el azar de mis bienes será mío, ¿no quieres ser tú la copia de mi Mamá? Por eso ven junto Conmigo delante al trono divino y ahí encontrarás la llamita de la voluntad de la Reina del Cielo a los pies de la Majestad Suprema, que Ella puso en el juego divino, porque para jugar se necesita poner siempre alguna cosa propia, de otra manera quien vence no tiene qué tomar, y quien pierde no tiene qué dejar. Y como Yo vencí en el juego con mi Mamá, Ella perdió la llamita de su voluntad, pero, ¡feliz pérdida! Con el haber perdido su pequeña llamita, dejándola como homenaje continuo a los pies de su Creador, formó su Vida en el gran fuego divino, creciendo en el océano de los bienes divinos, y por eso pudo obtener al Redentor suspirado. Ahora te toca a ti poner la llamita de tu pequeña voluntad al lado de la de mi inseparable Mamá, a fin de que también tú te formes en el fuego divino y crezcas con los reflejos de tu Creador, y así puedas obtener gracia ante la Suprema Majestad de poder obtener el suspirado Fiat. Estas dos llamitas se verán a los pies del trono supremo, por toda la eternidad, que no han tenido vida propia y que una obtuvo la Redención y la otra el cumplimiento de mi Voluntad, único fin de la Creación, de la Redención y de mi desquite de mi juego de azar al crear al hombre”.
(6) En un instante me he encontrado delante a aquella luz inaccesible, y mi voluntad bajo forma de llamita se ha puesto al lado de aquélla de mi Mamá Celestial para hacer lo que ella hacía, ¿pero quién puede decir lo que se veía, comprendía y hacía? Me faltan las palabras y por eso pongo punto. Y mi dulce Jesús ha agregado:
(7) “Hija mía, la llamita de tu voluntad la he vencido y tú has vencido la mía; si tú no perdías la tuya no podías vencer a la mía, ahora los dos somos felices, ambos somos victoriosos, pero mira la gran diferencia que hay, en mi Voluntad basta hacer una vez un acto, una oración, un te amo, porque tomando su lugar en el Querer Supremo queda siempre a hacer el mismo acto, la oración, el te amo, sin interrumpirlo jamás, porque cuando se hace un acto en mi Voluntad, ese acto no está sujeto a interrupción, hecho una vez queda hecho para siempre, es como si siempre lo estuviera haciendo. El obrar del alma en mi Voluntad entra a tomar parte en los modos del obrar divino, que cuando obra hace siempre el mismo acto sin tener necesidad de repetirlo. ¿Qué serán tus tantos ‘te amo’ en mi Voluntad que repetirán siempre su estribillo, ‘te amo, te amo’? Serán tantas heridas para Mí y me prepararán a conceder la gracia más grande: Que mi Voluntad sea conocida, amada y cumplida. Por eso en mi Voluntad las plegarias, las obras, el amor, entran en el orden divino y se puede decir que soy Yo mismo que ruego, que obro, que amo, ¿y qué cosa podría negarme a Mí mismo? ¿En qué cosa no podría complacerme?”
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19-6
Marzo 14, 1926
Quien vive en el Querer Divino debe ser la voz de todas las cosas creadas.
(1) Continúo perdiéndome en el Santo Querer Divino, quisiera abrazar todo y a todos para poder llevar todo a mi Dios como cosas mías, dadas a mí por Él, a fin de que tuviese para darle por cada una de las cosas creadas una palabrita de amor, un gracias, un te bendigo, un te adoro. Y mi siempre amable Jesús ha salido de dentro de mi interior, y con su Fiat Omnipotente llamaba a toda la Creación para ponerla en mi regazo, para hacerme don de ella y con una ternura toda de amor me ha dicho:
(2) “Hija mía, todo es tuyo, para quien debe vivir en mi Querer, todo lo que ha salido de mi Voluntad, que Ella conserva y posee, por derecho debe ser todo suyo. Ahora, fue mi Fiat Omnipotente que extendió el cielo, lo adornó de estrellas, mi Fiat llamó a vida la luz y creó el sol y así de todas las otras cosas creadas, y mi Fiat permaneció dentro de la Creación como vida triunfadora, dominadora y conservadora. Ahora, quien ha vencido a mi Voluntad ha vencido a toda la Creación y también al mismo Dios, por lo tanto, por derecho de justicia debe poseer todo lo que mi Voluntad posee, mucho más que siendo la Creación muda hacia su Creador, y por eso la hizo muda, para que a quien debía darla y vivir en mi Querer tuviese ella la palabra en todas las cosas creadas, para hacer que todas las cosas hechas por Mi fuesen hablantes, no mudas. Así que tú serás la voz del cielo, que haciendo eco de un punto al otro hará oír tu palabra, que resonando en toda la atmósfera celeste dirá: ‘Amo, glorifico, adoro a mi Creador’. Serás la voz de cada estrella, del sol, del viento, del trueno, del mar, de las plantas, de los montes, de todo, que repetirá continuamente: ‘Amo, bendigo, glorifico, adoro, agradezco a Aquél que nos ha creado’. ¡Oh! cómo será bella la voz de mi recién nacida en mi Voluntad, de la pequeña hija de mi Querer, todas las cosas, la Creación toda me la volverá hablante, será más bello que si hubiera dado a la Creación el uso de la palabra. Te amo tanto que quiero oír tu voz en el sol, amando, adorando, glorificando; la quiero escuchar en las esferas celestiales, en el murmullo del mar, en el agitar de los peces, en el pájaro que canta y gorjea, en la oveja que bala, en la tórtola que gime, dondequiera quiero oírte, no estaría contento si en todas las cosas creadas, donde mi Voluntad tiene el primer puesto, no escuchase la voz de mi pequeña recién nacida, que volviéndome toda la Creación hablante me da amor por amor, gloria, adoración por cada una de las cosas creadas por Mí, por eso hija mía sé atenta, mucho te he dado y mucho quiero, tu misión es grande, es la Vida de mi Voluntad que debe desarrollarse en ti, la cual abraza todo y todo posee”.
(3) Después de esto estaba pensando entre mí: “¿Cómo puedo hacer todo lo que dice mi Jesús, encontrarme en todas las cosas creadas, tener un acto por todo lo que hace el Supremo Querer, como si Él debiese ser mi eco y yo el eco suyo, si apenas soy recién nacida en la Divina Voluntad? Al menos debería crecer un poquito para poderme difundir mejor en todas las cosas creadas como quiere mi amado Jesús.” Mientras esto pensaba ha salido de dentro de mi interior y me ha dicho:
(4) “Hija mía, no te maravilles si te digo que eres la recién nacida de mi Voluntad, tú debes saber que mi misma Mamá Inmaculada es la recién nacida de mi Voluntad, porque entre lo que es el Creador y lo que puede ser y tomar de Dios la criatura, se puede decir una pequeña recién nacida. Y porque fue la recién nacida de mi Voluntad se formó a semejanza de su Creador y pudo ser Reina de toda la Creación, y como Reina dominaba todo, su eco corría bien con el eco de la Divina Voluntad, y no sólo la Celestial Soberana, sino todos los santos, ángeles y beatos se pueden llamar recién nacidos apenas en el eterno Querer, porque el alma apenas sale del cuerpo mortal, renace en mi Voluntad, y si no renace en Ella no sólo no puede entrar en la patria celestial, sino que ni siquiera puede salvarse, porque en la eterna gloria ninguno entra si no es parto de mi Voluntad. Sin embargo debo decirte la gran diferencia que hay entre quien es la recién nacida de la Suprema Voluntad en el tiempo, y entre aquellos que renacen a las puertas de la eternidad, un ejemplo es mi Mamá Reina, que fue la recién nacida de la Divina Voluntad en el tiempo, y porque fue recién nacida, tuvo el poder de hacer descender a su Creador sobre la tierra, y mientras lo dejaba inmenso, lo empequeñecía en su seno materno para vestirlo de su misma naturaleza y darlo como Salvador de las generaciones humanas. Ella, con ser la recién nacida formó mares de gracias, de luz, de santidad, de sabiduría, donde poder contener a Aquél que la había creado. Con la potencia de la Vida de la Suprema Voluntad que poseía, pudo hacer todo y conseguir todo, y el mismo Dios no podía rehusarse a lo que pedía esta Celestial Criatura, porque lo que pedía, era su mismo Querer que lo pedía, al cual nada podía ni debía negar. Por lo tanto, quien es recién nacida en mi Voluntad en el tiempo, se forma estando en el exilio mares de Gracia, y partiendo de la tierra lleva consigo todos los mares de bienes que posee el Querer Divino, y por lo tanto lleva consigo al mismo Dios; es un portento llevar del exilio aquel Querer, aquel Dios que reina en los Cielos, tú misma no puedes claramente comprender los grandes bienes, los prodigios de quien es recién nacida en mi Voluntad en el tiempo, y por eso todo lo que te digo, todo puedes hacer, mucho más que mi Voluntad lo hará como fundida con tu pequeño ser. En cambio quien renace en mi Voluntad al partir de la tierra, es el Querer Divino que hace encontrar sus mares inmensos para hacer renacer al alma en Él, no lleva consigo a su Dios, sino que Dios se hace encontrar por ella. ¡Qué diferencia entre la una y la otra! Por eso, gracia más grande no te podría dar que el hacerte la recién nacida de mi Voluntad, y si quieres crecer, haz que crezca solamente mi Querer”.
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19-7
Marzo 19, 1926
La Santísima Voluntad lo eclipsa todo, aun a la misma Creación y Redención, y siendo vida de todo dará frutos mayores.
(1) Escribo sólo por obedecer y para cumplir la Voluntad de Dios. Estaba pensando entre mí: “Mi siempre amable Jesús me dice tantas veces que yo debo ser copia de mi Mamá Celestial, por lo tanto abrazar todo, suplir por todos para poder conseguir el suspirado Fiat, así como la Soberana Reina consiguió al suspirado Redentor, ¿pero cómo lo puedo hacer? Ella era santa, concebida sin la mancha de origen; en cambio yo soy una de las más pequeñas y pobres criaturas, concebida como todos los hijos de Adán, con el pecado original, llena de miserias y debilidades, ¿cómo podré yo entonces seguir los vuelos de la Soberana Señora en el Querer Divino para conseguir el tan suspirado Fiat sobre la tierra, que mi dulce Jesús quiere que reine?” Ahora, mientras esto pensaba, mi dulce Jesús ha salido de dentro de mi interior y estrechándome fuerte en sus brazos me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Mamá fue concebida sin mancha original para poder conseguir el suspirado Redentor, porque era justo y decoroso que quien debía ser mi Madre, ni siquiera el germen de la culpa hubiese tenido jamás existencia en Ella, y debía ser la más noble, la más santa de todas las criaturas, pero de una nobleza divina y de una santidad totalmente similar a la de su Creador, para poder encontrar en Ella tanta gracia y capacidad, de poder concebir al Santo de los Santos, al Verbo Eterno. Muchas veces las criaturas hacen algo similar a esto, pues si deben conservar cosas preciosas y de gran valor, preparan vasos tersísimos y de un valor equivalente a las cosas preciosas que se deben conservar en ellos, en cambio si son cosas ordinarias y de poco valor, se preparan vasos de yeso y de poquísimo valor, no se tiene el cuidado de tenerlos bajo llave como al recipiente tersísimo, sino que los tienen expuestos, así que de la preciosidad del vaso y del cómo se tiene custodiado, se puede conocer si las cosas que contiene son preciosas y de gran valor; ahora, debiendo Yo recibir su sangre por ser concebido en su seno, era justo que tanto el alma como su cuerpo fuesen tersísimos y enriquecidos de todas las gracias, privilegios y prerrogativas posibles e imaginables que Dios puede dar y la criatura recibir. Ahora hija mía, si todo esto fue en mi amada Mamá porque debía hacer descender al suspirado Redentor a la tierra, también a ti, habiéndote escogido para el suspirado Fiat, suspirado por el Cielo y por la tierra, suspirado con tanto amor y ansias por la misma Divinidad, es más, suspirado más por Dios que por los hombres, debía darte tanta Gracia para no poner en un alma y cuerpo corrupto los conocimientos pertenecientes a mi Voluntad, y no sólo los conocimientos sino su misma Vida que debía formar y desarrollar en ti, por lo tanto, haciendo uso de su poder, si no te exentó de la mancha de origen, con su potencia abatió y se mantiene firme sobre el germen, a fin de que no produjera sus corruptos efectos, así que en ti la mancha de origen mi Voluntad la tiene aplastada y sin vida, esto era justo y necesario a la nobleza, al decoro y a la Santidad de la Suprema Voluntad; si en ti hubiera efectos no buenos, mi Voluntad encontraría las sombras, la niebla y no podría expandir sus rayos de verdad como el sol en su pleno mediodía, mucho menos formar en ti el centro del desarrollo de su Vida Divina, porque Ella es tan tersa y santa que no sabe estar ni adaptarse a vivir junto con la más mínima sombra de mal”.
(3) Yo al oír esto, temblando he dicho: “Jesús, ¿qué dices? ¿Será posible todo esto? No obstante yo me siento tan miserable y pequeña que siento la necesidad de Ti, de tu asistencia y de tu presencia para poder continuar viviendo, y Tú sabes a qué estado tan lamentable me reduzco cuando me privas de Ti”. Y Jesús interrumpiéndome ha agregado:
(4) “Hija mía, no te maravilles, esto lo requiere la Santidad de mi Querer, y como se trata de la cosa más grande que existe en el Cielo y en la tierra, se trata de que si en la Redención vine a salvar al hombre, ahora se trata de poner a salvo mi Voluntad en las criaturas, y por lo tanto de hacer conocer la finalidad de la Creación, de la Redención, los bienes que quiere dar mi Querer, la Vida que quiere formar en cada criatura, los derechos que a Él convienen. Por tanto, poner a salvo una Voluntad Divina en medio de las criaturas es la cosa más grande, y mi Voluntad conocida y reinante superará los frutos de la Creación y Redención, será la corona de mis obras y el triunfo de nuestras obras, y si mi Voluntad no llega a ser conocida, amada y cumplida, ni la Creación ni la Redención tendrán su plena finalidad ni el fruto completo. La Creación, la Redención, salieron de dentro de mi Fiat Omnipotente, y para hacer que nuestra gloria sea completa y la criatura reciba todos los efectos y los bienes que contienen, todo debe regresar en nuestra Voluntad”.
(5) Ahora, ¿quién puede decir cómo mi pobre mente nadaba en la inmensidad del Querer eterno? ¿Lo que comprendía? Pero lo que más me impresionaba era que el Fiat debía superar al mismo bien de la Redención, con el agregado de una renuencia terrible de manifestar lo que está dicho arriba, por el temor que la obediencia me impusiera el escribirlo. ¡Oh! cómo habría querido callar, pero con el Fiat no se discute, porque de cualquier modo la victoria debe ser siempre suya. Después mi dulce Jesús, siempre benigno, regresando me ha dicho:
(6) “Hija mía, es necesario que lo manifiestes, no por ti, sino por el decoro y santidad que conviene a mi Querer; ¿crees tú que todo el trabajo que he hecho dentro de tu alma por más de cuarenta años ha sido sólo por ti, por lo bien que te quería y te quiero? ¡Ah, no, ha sido más que todo por el decoro que le convenía a mi Voluntad, para hacer que viniendo Ella a reinar en ti encontrase mi trabajo, mis plegarias incesantes que la invitaban a venir, el trono de mis obras, de mis penas, donde pudiese dominar y formar su morada, la luz de su mismo conocimiento y así pudiese encontrar en ti los honores y su misma gloria divina! Por eso eran necesarias las tantas manifestaciones mías acerca de la Suprema Voluntad, por la decencia que le conviene. Ahora tú debes saber que mi Voluntad es más grande y más interminable que la misma Redención, y lo que es más grande lleva siempre frutos y bienes mayores. Mi Voluntad es eterna, en el tiempo y en la eternidad no tuvo principio ni tendrá jamás fin, en cambio la Redención, si bien es eterna en la mente divina, pero en el tiempo tuvo su principio y fue un producto de la Eterna Voluntad, así que no fue la Redención la que dio vida al Divino Querer, sino fue mi Querer el que dio vida a la Redención, y lo que tiene el poder de dar vida, por naturaleza y por necesidad se debe volver más fructuoso que quien ha recibido la vida. Pero esto no es todo, en la Creación, la Divinidad sacó fuera de Sí las sombras de su luz, las sombras de su sabiduría, de su potencia, derramó todo su Ser en todo lo creado, así que la Belleza, la armonía, el orden, el amor, la bondad de Dios que se ve en toda la Creación, son semejanzas divinas, sombras de la Majestad Suprema; en cambio mi Voluntad, no nuestra semejanza, nuestra sombra, sino que Ella salió fuera en el campo de la Creación como vida de todas las cosas creadas, así que Ella es vida, base, sostén, vivificación y conservación de todo lo que ha salido de nuestras manos creadoras, por eso a la Suprema Voluntad todo se debe, mi misma Redención, ante Ella dobló las rodillas para implorar que se constituyese vida de cada acto mío, de mi latido, de mi sufrir y hasta de mi respiro, a fin de que pudiese hacer correr en las criaturas las ayudas vitales para salvarlas. Mi Redención se puede llamar el árbol, cuya raíz es la Divina Voluntad, y así como esta raíz ha producido el tronco, las ramas, las hojas, las flores de todos los bienes que hay en la Iglesia, así también debe producir el fruto de vida que contiene la raíz de este árbol. Y además, la Creación salió de Nosotros con el único fin de que nuestra Voluntad fuese conocida, amada más que la misma vida, y por eso se constituyó vida de todo, a fin de que fuese cumplida; todas las otras cosas creadas por Nosotros, y aun la misma Redención, fueron dadas como ayudas para facilitar nuestra finalidad, por lo tanto, si no obtenemos nuestra primera finalidad, ¿cómo podemos obtener nuestra gloria completa y cómo la criatura podría recibir el bien establecido por Nosotros? Además de esto, la Creación, la Redención y el Fiat Voluntas Tua como en el Cielo así en la tierra, simbolizan la Trinidad Sacrosanta, en la que las Divinas Personas son inseparables entre Ellas, así también éstas son inseparables entre ellas, una da la mano a la otra, una ayuda a la otra, pero el triunfo, la gloria, es de las tres, y como nuestra Voluntad ha tenido su puesto primario en todas nuestras obras, por eso la Creación y la Redención quedan eclipsadas y como perdidas en la inmensidad e interminabilidad de la Suprema Voluntad. Ella todo envuelve y tiene a las mismas cosas hechas por Nosotros como su trono donde reina y domina, por lo tanto, si Ella es todo, ¿por qué te maravillas de que dará frutos mayores que las otras obras nuestras? Y el hombre recibirá aquella Vida que tiene y no conoce, la cual la tiene como comprimida, ahogada, debilitada, y Ella gime, suspira, porque quiere desenvolver su Vida y no le es concedido; por eso sé atenta, porque el conocimiento de mi Voluntad sacudirá al hombre, y será como cemento a la polilla que produjo el pecado original al árbol de las generaciones humanas, y así, reforzada la raíz, la criatura podrá hacer vivir en sí aquella Vida que con tanta ingratitud rechazó”.
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19-8
Marzo 28, 1926
Con vivir en el Querer Divino todos los bienes quedan concentrados en el alma. La finalidad primaria de la Redención fue el Fiat Divino.
(1) Habiendo recibido la Santa Comunión, estaba llamando a todos, a mi Reina Mamá, a los santos, al primer hombre Adán, con el séquito de todas las generaciones hasta el último hombre que vendrá sobre la tierra y además a todas las cosas creadas, a fin de que todos junto conmigo, postrados en torno a Jesús lo adoráramos, lo bendijéramos y lo amáramos, a fin de que a Jesús nada le faltara en torno a Él de todas las obras salidas de sus manos, ni un solo corazón que palpita, ni un sol que refulge, ni la vastedad del cielo azul adornado de estrellas, ni el mar que murmura, ni siquiera la pequeña florecita que eleva su perfume, todo y a todos quisiera concentrar en torno a Jesús Hostia, a fin de que le rindieran los honores debidos; su Querer me hacía todo presente como si todo fuera mío, y yo quería dar todo a Jesús. Ahora, mientras esto hacía, me parecía que Jesús era feliz al mirar a todas las generaciones y las cosas suyas en torno a Él, y estrechándome a Sí me ha dicho:
(2) “Hija mía, cómo estoy contento al ver en torno a Mí a todas mis obras, me siento restituir la alegría, la felicidad que les di al crearlas, y Yo les correspondo con nueva felicidad; este es el gran bien que contiene y lleva mi Voluntad, y en quien vive en Ella concentra los bienes de todos en ella, porque mi Voluntad no hay bien que no lleve y vincula el alma a todos y a todo lo que a Ella pertenece, así que si la criatura no se hubiese sustraído de mi Querer, Yo debía encontrar a todos en una, y a cada una en todos; los bienes, la luz, la fuerza, la ciencia, el amor, la belleza, debían ser comunes a todos, no debía haber ni tuyo ni mío, ni en el orden natural ni en el orden espiritual, cada una de las criaturas podría tomar cuanto quisiera. Símbolo del sol debía ser la vida humana en mi Voluntad, que todos pueden tomar la luz por cuanto quieran, sin que a ninguno le falte; pero como se sustrajo de mi Voluntad, los bienes, la luz, la fuerza, el amor, la belleza, quedaron divididos y como incompletos entre las criaturas, por eso no hubo más orden, ni armonía, ni verdadero amor, ni hacia Dios ni entre ellos. ¡Oh! si el sol se pudiera dividir en tantos rayos, separándose del centro de la luz, estos rayos solares terminarían volviéndose tinieblas, y ¿qué sería de la tierra? ¡Ah, ciertamente ninguno habría podido tener más una luz toda suya y toda para sí! Así fue de mi Voluntad, el hombre al sustraerse de Ella perdió la plenitud de los bienes, la plenitud de la luz, de la fuerza, de la belleza, etc., y por eso fue obligado a vivir con privaciones. Por eso sé atenta, tu vivir en mi Querer sea continuo, a fin de que tú contengas todo y Yo encuentre a todos en ti”.
(3) Después estaba pensando entre mí: “Si tanto bien contiene el verdadero vivir en la Suprema Voluntad, ¿por qué mi Mamá Celestial, que era toda Voluntad de Dios, no consiguió junto al suspirado Redentor el Fiat Voluntas Tua como en el Cielo así en la tierra, y así hacer regresar al hombre en aquel Fiat Supremo de donde salió, para darle nuevamente todos lo bienes y el fin por el cual había sido creado? Mucho más que Ella, siendo toda Voluntad de Dios, no tenía ningún alimento extraño a Dios, por lo tanto poseía la misma potencia divina y con ésta todo podía conseguir”. Y mi dulce Jesús moviéndose de nuevo en mi interior, suspirando ha agregado:
(4) “Hija mía, todo lo que hizo mi Mamá y todo lo que hice Yo en la Redención, su finalidad primaria era que mi Fiat reinase sobre la tierra; no sería ni decoroso, ni verdadero amor, ni gran magnanimidad, ni mucho menos obrar como aquel Dios que era, si viniendo al mundo debiera y quisiera dar a las criaturas la cosa más pequeña, como eran los medios para salvarse, y no la cosa más grande, como era mi Voluntad, que contiene no sólo los remedios sino todos los bienes posibles que hay en el Cielo y en la tierra, y no sólo la salvación y la santidad, sino aquella santidad que la eleva a la misma Santidad de su Creador. ¡Oh, si tú pudieras penetrar en cada oración, acto, palabra y pena de mi indivisible Mamá, tú encontrarías dentro el Fiat que suspiraba e impetraba; si pudieras penetrar dentro de cada gota de mi sangre, en cada latido mío, respiro, paso, obra, dolor y lágrima, encontrarías dentro el Fiat que tenía la supremacía, que suspiraba y pedía para las criaturas, pero mientras el fin primario era el Fiat, mi bondad debió descender al fin secundario y casi hacer como un maestro que mientras posee las ciencias más altas, y podría dar lecciones nobles y sublimes, dignas de sí, como los escolares son todos analfabetas se debe abajar a dar lecciones de: a, b, c, para poder poco a poco llegar a su fin primario de impartir las lecciones de la ciencia que posee para hacer otros tantos maestros dignos de tal maestro; si este maestro no se quisiera abajar a dar lecciones de estudios inferiores y quisiera dar lecciones de su alta ciencia, los escolares, siendo analfabetas, no lo habrían entendido y confundidos por tanta ciencia ignorada por ellos lo habrían dejado, y el pobre maestro por no haberse querido abajar, no ha dado ni el pequeño bien de su ciencia ni el grande. Ahora hija mía, cuando Yo vine a la tierra las criaturas eran todas analfabetas en las cosas del Cielo, y si Yo hubiese querido hablar del Fiat y del verdadero vivir en Él, habrían sido incapaces de comprenderlo si no conocían el camino para venir a Mí, en su mayor parte eran cojos, ciegos, enfermos, debí abajarme en los vestidos de mi Humanidad que cubrían aquel Fiat que quería dar, hermanarme con ellos, mezclarme con todos para poder enseñar las primeras nociones, el a, b, c, del Fiat Supremo, y todo lo que Yo enseñé, hice y sufrí, no fue otra cosa que preparar el camino, el Reino y el dominio a mi Voluntad. Esta es la costumbre en nuestras obras, hacer las cosas menores como acto preparatorio a las cosas mayores, ¿no hice contigo otro tanto? Al principio no te hablé del Fiat Supremo, ni de la altura, ni de la santidad a la que Yo quería que tú llegases en mi Querer, ni te hice ninguna mención de la gran misión a la cual te llamaba, sino que te tuve como a una pequeña niña, con la cual Yo me deleitaba con enseñarte la obediencia, el amor al sufrir, el desapego de todo y de todos, la muerte a tu propio yo; y conforme tú te prestabas Yo me alegraba, porque veía en ti preparado el puesto dónde poner mi Fiat y las lecciones sublimes que pertenecían a mi Voluntad. Así fue en la Redención, todo fue hecho con la finalidad de que el Fiat pudiese de nuevo reinar en la criatura, como cuando la sacamos de nuestras manos creadoras; Nosotros no tenemos prisa en nuestras obras, porque tenemos no solamente los siglos sino toda la eternidad a nuestra disposición, por eso vamos a paso lento, pero con nuestro triunfo; primero preparamos y después hacemos. No por haberme regresado al Cielo mi potencia ha disminuido de como era cuando estaba en la tierra, mi potencia es siempre igual, tanto estando en el Cielo como en la tierra; ¿no llamé y elegí a mi Mamá estando en mi patria celestial? Así te he llamado y elegido a ti con aquella misma potencia que ninguno me puede resistir para el suspirado Fiat, más bien te digo que para obtener esto, tú tienes a tu disposición cosas más grandes y más importantes que no las tuvo mi amada Mamá, por eso tú eres más feliz, porque Ella no tuvo una Mamá, ni sus obras por ayuda para conseguir al suspirado Redentor, sino sólo tuvo el cortejo de los actos de los profetas, de los patriarcas y de los buenos del antiguo testamento y de los grandes bienes previstos del futuro Redentor. En cambio tú tienes una Mamá y todas sus obras por ayuda, tienes las ayudas, las penas, oraciones y la misma Vida, no prevista sino efectuada, de tu Redentor; no hay bien ni plegarias que hayan sido hechas o se hacen en la Iglesia que no estén contigo para darte ayuda para obtener el suspirado Fiat; y como todo lo que fue hecho por Mí, por la Reina del Cielo y por todos los buenos, el fin primario era el cumplimiento de mi Voluntad, por eso todo está contigo para implorar la realización de su finalidad. Por eso sé atenta, Yo estaré junto contigo, también mi Mamá, no estarás sola a suspirar el triunfo de nuestra Voluntad”.
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19-9
Marzo 31, 1926
Quien vive en la Voluntad de Dios debe poseer lo que a Ella pertenece. El alma que vive en la Divina Voluntad, debe hacer la Voluntad de Dios como la hace Dios.
(1) Mi pobre mente se perdía en el Divino Querer, y una luz interminable invadía el pequeño cerco de mi inteligencia, y mientras esta luz me parecía como concentrada en mi mente, se expandía fuera, llenaba toda la atmósfera y penetrando hasta en los Cielos me parecía como concentrada en la Divinidad; ¿pero quién puede decir lo que se sentía y comprendía estando en aquella luz? Se sentía la plenitud de la felicidad, ninguna cosa podía penetrar en aquella luz que pudiese ensombrecer la alegría, la belleza, la fuerza y la penetración de los secretos divinos, y el conocimiento de los secretos supremos. Entonces mi siempre amable Jesús, mientras yo nadaba en aquella luz me ha dicho:
(2) “Hija mía, esta luz, este lugar tan encantador que no conoce ni ocaso ni noche es mi Voluntad, todo está completo en Ella, felicidad, fuerza, belleza, conocimiento del Ser Supremo, etc. Esta luz interminable que es nuestra Voluntad, salió del seno de la Divinidad como herencia del hombre, la más bella herencia que podíamos darle; Ella salió de lo íntimo de nuestro seno, llevando Consigo parte de todos nuestros bienes para hacerlos heredar por la criatura, y formarla toda bella y santa y a semejanza de Aquél que la había creado. Mira entonces hija mía qué significa hacer y vivir en mi Voluntad, no hay bien que exista en el Cielo y en la tierra que Ella no posea, quiero que tú los conozcas, ¿de otra manera cómo puedes amarlos, poseerlos y servirte de ellos en las diversas circunstancias si tú no los conoces? Si no sabes que tienes una fuerza divina a tu disposición, por una nadería te abatirías; si no sabes que posees una belleza divina, no tendrías el valor de estar Conmigo a lo familiar, te sentirías disímil de Mí y no tendrías la osadía de arrebatarme que el Fiat venga a reinar sobre la tierra; si no conoces que todo lo que he creado es tuyo, no me amarías en todas las cosas y no tendrías la plenitud del verdadero amor; y así de todas las otras cosas. Si tú no conoces todos los bienes que posee mi Voluntad, que no hay cosa que no pertenezca a Ella y que tú debes poseer, te sucedería como a un pobre que le fuese dado un millón, pero sin hacerle conocer que en su pequeña covacha le ha sido puesta aquella suma de dinero; pobrecito, como no conoce el bien que posee, continúa su vida pobre, mal comido, vestido andrajosamente y bebiendo a sorbos las amarguras de su pobreza; pero si en cambio lo conoce cambia su fortuna, cambia su covacha en un palacio, se alimenta abundantemente, viste con decencia y bebe los dulces sorbos de su riqueza. Así que por cuantos bienes pueda uno poseer, si no los conoce es como si no los tuviese; he aquí la causa de por qué frecuentemente ensancho tu capacidad y te doy otros conocimientos sobre mi Voluntad, y te hago conocer todo lo que a Ella pertenece, a fin de que no sólo poseas mi Voluntad, sino todo lo que a Ella pertenece. Por otra parte, mi Supremo Querer para venir a reinar en el alma quiere encontrar sus bienes, sus dominios, y el alma debe hacerlos suyos para hacer que viniendo a reinar en ella, encuentre sus mismos dominios donde poder extender su régimen, su mando, y si no encuentra Cielo y tierra en el alma, ¿sobre de qué debe reinar? He aquí la necesidad por la cual mi Querer quiere concentrar en ti todos los bienes y tú debes conocerlos, amarlos y poseerlos, a fin de que estando en ti pueda encontrar su reino, dominarlo y regirlo”.
(3) Después estaba pensando en lo que Jesús me había dicho, y más que nunca veía mi pequeñez y decía entre mí: “¿Cómo puedo yo concentrar todo lo que el Querer Divino contiene? Me parece que por cuanto más dice, más pequeña me vuelvo y más incapaz me siento, entonces, ¿cómo puede ser esto?” Y Jesús regresando ha agregado:
(4) “Hija mía, tú debes saber que mi Mamá Celestial pudo concebirme a Mí, Verbo Eterno, en su seno purismo, porque hizo la Voluntad de Dios como la hacía Dios. Todas las demás prerrogativas que poseía, como son, virginidad, concepción sin mancha original, santidad, mares de gracia que poseía, no eran medios suficientes para poder concebir a un Dios, porque todas estas prerrogativas no le daban ni la Inmensidad, ni la omnividencia para poder concebir a un Dios inmenso que todo ve, mucho menos la fecundidad para poderlo concebir; en suma, habría faltado el germen para la fecundidad divina. En cambio con poseer al Supremo Querer como vida propia, y con el hacer la Voluntad de Dios como la hacía Dios, recibió el germen de la fecundidad divina, y con ello la Inmensidad, la Omnividencia, y por eso en modo connatural me pude concebir en Ella, no me faltaba ni la Inmensidad, ni todo lo que a mi Ser pertenece. Ahora hija mía, también para ti será como connatural la concentración de todo lo que a mi Voluntad pertenece si llegas a hacer la Divina Voluntad como la hace el mismo Dios. La Voluntad de Dios en ti y aquélla que reina en Dios mismo será una sola, ¿qué maravilla entonces si todo lo que es de Dios y que esta Voluntad rige, conserva y domina, sea también tuyo? Más bien, lo que se necesita es que conozcas lo que a Ella pertenece, a fin de que puedas amar los bienes que posees, y amándolos adquieras el derecho de posesión. Este hacer la Voluntad de Dios como la hace Dios, fue el punto más alto, más substancioso, más necesario para mi Mamá para obtener al suspirado Redentor, todas las demás prerrogativas fueron la parte superficial, la decencia, el decoro que a Ella le convenía. Así es para ti, si quieres obtener el suspirado Fiat debes llegar a esto de hacer la Voluntad de Dios como la hace Dios”.
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19-10
Abril 4, 1926
Todo lo que Nuestro Señor hace en el alma que vive en su Voluntad, supera a todo lo que hizo en la Creación. La Divina Voluntad forma la completa resurrección del alma en Dios.
(1) Encontrándome en mi habitual estado, me sentía toda inmersa en mi amable Jesús, y mi pobre mente se perdía en los conocimientos divinos, pero todo era silencio por parte mía y por parte de Jesús, ni yo sé decir lo que mi mente comprendía. Poco después me ha hablado de nuevo y me ha dicho:
(2) “Hija mía, todo lo que hago en el alma, ¡oh, cuánto supera a todo lo que hice en la Creación! Mira, cada conocimiento que manifiesto sobre mis perfecciones, cada verdad que pertenece a la Divinidad, es un nuevo cielo que extiendo en el alma, y conforme el alma se eleva en las verdades conocidas para semejarse a su Creador, son nuevos soles que vengo a formar en el espacio de estos cielos; cada gracia que Yo vierto y cada vez que renuevo la unión Conmigo, son mares que se extienden en el alma, y su amor y su correspondencia forman el dulce murmullo en estos mares y las olas impetuosas que se elevan hasta el Cielo, que van a descargarse a los pies del trono divino. En cuanto el alma practica sus virtudes, como el cuerpo contribuye junto al ejercicio de ellas, éste se puede llamar el pequeño terreno del alma, donde Yo extiendo los más bellos prados floridos, donde Yo me deleito en crear siempre nuevas flores, plantas y frutos.
(3) Si Yo soy un acto solo, y hecho una vez está hecho para siempre, también la Creación debía ser un acto solo, y así como en la Creación mi acto solo continúa conservándola siempre nueva, íntegra y fresca, en las almas mi crear es continuo, no lo interrumpo jamás, siempre, siempre estoy en acto de formar cosas más bellas, cosas sorprendentes y nuevas, a menos que encuentre almas que me cierren las puertas y detengan mi acto continuo de la creación, y entonces busco otro medio de dar, abundo, multiplico mi acto continuado en las almas que tienen las puertas abiertas y con ellas me deleito y continúo el oficio de Creador. ¿Pero sabes tú dónde no se interrumpe jamás este mi acto continuado? En el alma que vive en mi Voluntad, ¡ah! sí, sólo en ella puedo hacer libremente lo que quiero, porque mi Voluntad que contiene el alma me la prepara para recibir mi Fiat que salió fuera en la Creación, así que mi Voluntad poseída por el alma y aquélla que tengo Yo, se dan la mano, se besan y forman los más grandes portentos, por eso sé siempre atenta y tu vuelo sea siempre en mi Querer”.
(4) Después de esto estaba pensando en la Resurrección de Nuestro Señor, y Él, regresando de nuevo ha agregado:
(5) “Hija mía, mi Resurrección completó, selló, me restituyó todos los honores y llamó a vida a todas mis obras que hice en el curso de mi Vida sobre la tierra, y formó el germen de la resurrección de las almas, y hasta la de los cuerpos en el juicio universal; así que sin mi Resurrección, mi Redención habría sido incompleta y mis más bellas obras habrían sido sepultadas. Así el alma, si no resurge del todo en mi Voluntad, todas sus obras quedan incompletas, y si el frío en las cosas divinas serpentea, las pasiones la oprimen, los vicios la tiranizan, todo eso formará la tumba donde sepultarla, porque faltando la Vida de mi Voluntad faltará quién haga resurgir el fuego divino, faltará quién de un solo golpe elimine todas las pasiones y haga resurgir todas las virtudes. Mi Voluntad es más que sol que eclipsa todo, fecunda todo, convierte todo en luz y forma la completa resurrección del alma en Dios”.
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19-11
Abril 9, 1926
Diferencia entre las virtudes y la Divina Voluntad.
(1) Estaba pensando entre mí: “Mi dulce Jesús dice tantas cosas grandes, admirables, altísimas, maravillosas de la Voluntad de Dios, y no obstante a mí me parece que las criaturas no tienen de Ella el concepto que merece, ni tienen la gran impresión de las maravillas que en Ella hay, más bien parece que la ponen a la par de las virtudes, y tal vez tengan en más aprecio a estas virtudes que a la Santísima Voluntad de Dios”. Y mi siempre amable Jesús, moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿quieres saber el por qué? Porque no tienen el paladar purgado, y están habituados a los alimentos ordinarios de este bajo mundo, como son las virtudes, y no a los alimentos celestiales y divinos como es mi Querer. Este alimento celestial es gustado solamente por aquél que tiene a la tierra, a las cosas y a las mismas personas como una nada, o bien, todas en orden a Dios. Las virtudes que se pueden practicar sobre la tierra raramente están excluidas de fines humanos, de estima propia, de propia gloria, amor por exhibirse ante las personas y de agradar a éstas, y todos estos fines son como tantos gustos al paladar ordinario del alma, y muchas veces se obra más por estos gustos que por el bien que contiene la virtud. He aquí por qué hacen más impresión las virtudes, porque la voluntad humana gana siempre alguna cosa; en cambio mi Voluntad, la primera cosa que echa por tierra es la voluntad humana, y no tolera ningún fin que sea humano, Ella es de Cielo y quiere poner en el alma lo que es Divino y pertenece al Cielo, así que el propio ‘yo’ queda en ayunas y se siente morir; pero si sintiéndose morir y perdiendo la esperanza de que algún otro alimento le quede, se decide a tomar el alimento de mi Voluntad, en cuanto lo toma, estando ya su paladar purgado, entonces siente el gusto del alimento de mi Voluntad, tanto, que no lo cambiaría aun a costa de la propia vida. Mi Voluntad no sabe congeniar con las cosas bajas y pequeñas que se pueden hacer sobre la tierra, como hacen las virtudes, sino que Ella quiere tener todo y a todos como escabel a sus pies, y cambiar todo el interior del alma y a las mismas virtudes en Voluntad Divina, en una palabra, quiere su Cielo en el fondo del alma, de otra manera quedaría impedida y no podría desenvolver su Vida Divina. Por eso la gran diferencia que hay entre las virtudes y mi Voluntad, entre la santidad de la una y de la otra, las virtudes pueden ser de las criaturas y pueden formar a lo más una santidad humana, mi Voluntad es de Dios y puede formar una santidad toda divina; ¡qué diferencia! Pero como las criaturas están habituadas a mirar en lo bajo, por eso le hacen más impresión las pequeñas lamparitas de las virtudes, que el gran Sol de mi Voluntad”.
(3) Después me he encontrado fuera de mí misma en el momento en que surgía el sol, todas las cosas cambiaban aspecto, las plantas quedaban brillantes, las flores recibían la vida de su perfume y del diverso color que a cada una de ellas llevaba la luz del sol, todas las cosas recibían sorbo a sorbo la vida de la luz del sol para desarrollarse y formarse, sin embargo una era la luz, uno el calor, no se veía nada más, ¿pero de dónde salían tantos diversos efectos, tantos variados tintes que daba a la naturaleza? Y mi dulce Jesús me ha dicho:
(4) “Hija mía, el sol contiene el germen de la fecundidad, el germen de la sustancia de todos los colores, pero como la luz es más grande que los bienes que contiene, por eso los tiene eclipsados todos en sí. No se puede dar una cosa si no se posee, así el sol no podría dar ni la fecundidad, ni la dulzura a los frutos, ni el colorido a las flores, ni obrar tantas maravillas sobre la tierra, de transformarla de un abismo de tinieblas en un abismo de luz, si no contuviera en sí todos los efectos que produce. Símbolo de mi Voluntad es el sol, conforme surge sobre el alma así la vivifica, la adorna de gracias, le da las tintas más bellas de los colores divinos, la transforma en Dios, hace todo de un golpe, basta hacerla surgir para hacerla obrar cosas maravillosas. Ella, con dar nada pierde, como nada pierde el sol con hacer tanto bien a la tierra, más bien queda glorificada en el obrar de la criatura. Nuestro Ser está siempre en el perfecto equilibrio, ni crece ni puede decrecer, ¿pero sabes cómo sucede? Imagínate un mar lleno hasta el borde, un viento inviste la superficie y forma las olas, las cuales rompen fuera del mar, ahora, este mar a pesar de que desborda nada ha perdido, pues conforme las aguas son desbordadas fuera, prontamente han crecido y se ven a su mismo nivel de antes. Así sucede entre el alma y Dios, ella se puede llamar el pequeño viento que forma las olas en el mar divino, de modo que puede tomar cuanta agua quiera, pero nuestro mar permanecerá siempre en su nivel, porque nuestra naturaleza no está sujeta a sufrir mutaciones; por eso, por cuanto más tomes más me darás gusto y quedaré glorificado en ti”.
(5) Después de esto pensaba en la diferencia que hay entre quien se hace dominar por la Voluntad de Dios, y entre quien se hace dominar por la voluntad humana. Mientras estaba en esto veía delante a mi mente una persona encorvada, la frente tocaba las rodillas, estaba cubierta con un velo negro, envuelta en una densa neblina que le impedía ver la luz. ¡Pobrecita! Parecía borracha, y tambaleante ahora caía a la derecha y ahora a la izquierda, verdaderamente daba piedad. Mientras esto veía, mi dulce Jesús se movió en mi interior diciéndome:
(6) “Hija mía, esta es la imagen de quien se hace dominar por la propia voluntad, el querer humano curva tanto al alma, que está obligada a mirar siempre la tierra, así que mirando la tierra, a ésta conoce y la ama; este conocimiento y este amor forman tantas exhalaciones que forman aquella neblina densa y negra que la envuelve toda y le quita la vista del Cielo y la bella luz de las verdades eternas, por eso la dote de la razón humana queda embriagada por las cosas de la tierra, y por lo tanto no tiene el paso firme y trastabilla a derecha e izquierda, y más se envuelve en las tinieblas densas que la circundan, por eso no hay desventura más grande, que un alma que se hace dominar por su voluntad. En cambio, todo al contrario para quien se hace dominar por mi Voluntad, Ella hace crecer al alma derecha, de manera que no puede curvarse hacia la tierra sino que mira siempre el Cielo, este mirar siempre al Cielo forma tantas exhalaciones de luz que la envuelven toda, y esta nube de luz es tan densa, que eclipsando todas las cosas de la tierra las hace desaparecer todas, y en correspondencia le hace reaparecer todo lo que es Cielo, así que se puede decir que conoce el Cielo y ama todo lo que al Cielo pertenece; mi Voluntad vuelve firme el paso, por lo tanto no hay peligro de que pueda tambalearse mínimamente, y la bella dote de la razón está sana y tan iluminada por la luz que la envuelve, que pasa de una verdad a la otra, esta luz le descubre arcanos divinos, cosas inefables, alegrías celestiales; por eso la máxima fortuna de un alma es el hacerse dominar por mi Voluntad, esta criatura tiene la supremacía sobre todo, ocupa el primer puesto de honor en toda la Creación, no se aparta jamás del punto de donde Dios la ha sacado, Dios la encuentra siempre sobre sus rodillas paternas, donde ella le canta nuevamente su gloria, su amor y su eterna Voluntad. Entonces, estando sobre las rodillas del Padre Celestial, el primer amor es para ella, los mares de gracias que continuamente desbordan del seno divino son los suyos, los primeros besos, las caricias más amorosas son propiamente para ella, sólo a ella nos es dado el confiar nuestros secretos, porque siendo la más cercana a Nosotros y la que más está con Nosotros, le damos parte en todas nuestras cosas, y Nosotros formamos su vida, su alegría y felicidad, y ella forma nuestra alegría y nuestra felicidad, porque siendo su voluntad una con la nuestra, y poseyendo nuestro Querer nuestra misma felicidad, no es maravilla que poseyendo el alma nuestra Voluntad nos pueda dar a Nosotros alegría y felicidad, y por lo tanto nos hacemos felices mutuamente”.
(7) Después mi pobre mente continuaba pensando en la diferencia que hay entre quien se hace dominar por la Voluntad Suprema y por quien se hace dominar por la voluntad humana, y mi sumo y único Bien ha agregado:
(8) “Hija mía, mi Voluntad contiene la potencia creadora, por tanto crea en el alma la fuerza, la gracia, la luz y la misma belleza con la cual quiere que sus cosas sean hechas por el alma; por eso el alma siente en sí una fuerza divina como si fuera de ella, una gracia suficiente para el bien que debe hacer, o para una pena que le toca sufrir; una luz que como connaturalmente le hace ver el bien que hace, y alentada por la belleza de la obra divina que ella cumple, se alegra y hace fiesta, porque las obras que cumple mi Voluntad en el alma tienen la marca de la alegría y de una fiesta perenne. Esta fiesta fue iniciada por mi Fiat en la Creación, pero fue interrumpida por la ruptura de la voluntad humana con la de Dios, pero conforme el alma hace obrar y dominar al Supremo Querer en ella, así se reinicia la fiesta, y entre la criatura y Nosotros se reinician los entretenimientos, los juegos, las delicias. En Nosotros no existe la infelicidad ni el dolor, ¿cómo podíamos darlo a las criaturas? Y si ellas sienten la infelicidad es porque dejan la Voluntad Divina y se encierran en el pequeño campo de la voluntad humana. Por eso, conforme regresan al Supremo Querer encuentran las alegrías, la felicidad, la potencia, la fuerza, la luz, la belleza de su Creador, que haciéndolas como cosas propias, sienten en ellas una sustancia divina connatural, que llega a darle alegría y felicidad en el mismo dolor, por eso entre el alma y Nosotros es siempre fiesta, nos divertimos y nos deleitamos juntos. En cambio en la voluntad humana no hay una potencia creadora, que al querer ejercitar las virtudes pueda crear la paciencia, la humildad, la obediencia, etc., he aquí el por qué se siente el cansancio, la fatiga para poder practicar las virtudes, porque falta la fuerza divina que las sostiene, la potencia creadora que las alimenta y les da la vida; por tanto se ve la inconstancia y pasan con facilidad de las virtudes a los vicios, de la oración a la disipación, de la Iglesia a las diversiones, de la paciencia a la impaciencia, y toda esta mezcla de bienes y de males produce la infelicidad en la criatura. En cambio, quien hace reinar en sí a mi Voluntad, siente la firmeza en el bien, siente que todas las cosas le llevan la felicidad, la alegría, mucho más que todas las cosas creadas por Nosotros tienen la marca, el germen de la alegría y de la felicidad de Aquél que las ha creado, y fueron creadas por Nosotros a fin de que todas llevasen la felicidad al hombre, cada una de las cosas creadas tiene el mandato de Nosotros, de llevar cada una la felicidad, la alegría que poseen a la criatura, en efecto, ¿qué alegría y felicidad no lleva la luz del sol? ¿Qué placer no lleva a la vista el cielo azul, un prado florido, un mar que murmura? ¿Qué gusto no lleva al paladar un fruto dulce y sabroso, un agua fresquísima, y tantas y tantas otras cosas? Todas las cosas en su mudo lenguaje dicen al hombre: ‘Te traemos la felicidad, la alegría de nuestro Creador’. ¿Pero quieres saber tú en quién todas las cosas creadas encuentran el eco de su alegría y felicidad? En quien encuentran reinante y dominante a mi Voluntad, porque la Voluntad que reina íntegra en ellas, y que posee el mismo Dios y que reina en el alma, forman una misma, y desbordan la Una en la otra mares de alegría, de felicidad y de contentos, así que es una verdadera fiesta. Por eso hija mía, cada vez que te fundes en mi Voluntad y giras por todas las cosas creadas para sellar en ellas tu amor hacia Mí, tu gloria, tu adoración sobre cada una de las cosas que he creado para hacerte feliz, me siento renovar la alegría, la felicidad, la gloria, como en el acto cuando pusimos fuera toda la Creación; tú no puedes entender la fiesta que nos haces al ver tu pequeñez, que queriendo abrazar todo en nuestra Voluntad nos corresponde en amor, en gloria por todas las cosas creadas; es tanta nuestra alegría, que ponemos todo a un lado para gozarnos la alegría, la fiesta que nos das. Por eso el vivir en el Supremo Querer es la cosa más grande para Nosotros y para el alma, es el desahogo del Creador sobre la criatura, que vertiéndose sobre de ella le da su forma y le participa todas las cualidades divinas, de modo que nos sentimos repetir por ella nuestras obras, nuestra alegría, nuestra felicidad”.
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19-12
Abril 16, 1926
Para vivir en el Divino Querer se necesita el pleno abandono en los brazos del Padre Celestial. La nada debe ceder la vida al Todo.
(1) Me sentía tan pequeña e incapaz de hacer nada, que he llamado en mi ayuda a mi Reina Mamá, a fin de que juntas pudiésemos amar, adorar, glorificar a mi sumo y único Bien por todos y a nombre de todos. Mientras estaba en esto me he encontrado en una inmensidad de luz y toda abandonada en los brazos de mi Padre Celestial, más bien tan fundida como si formase una sola cosa con Él, de modo que no sentía más mi vida sino la de Dios. Pero, ¿quién puede decir lo que sentía y hacía? Después de esto mi dulce Jesús ha salido de dentro de mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, todo lo que has sentido, tu pleno abandono en los brazos de nuestro Padre Celestial, el no sentir más tu misma vida, es la imagen del vivir en mi Querer, porque para vivir en Él se debe vivir más de Dios que de sí misma, más bien, la nada debe ceder la vida al Todo para poder hacer todo, y tener su acto en la cima de todos los actos de cada una de las criaturas. Así fue la Vida de mi Mamá Divina, Ella fue la verdadera imagen del vivir en mi Querer, su vivir fue tan perfecto en Él, que no hacía otra cosa que recibir continuamente de Dios lo que le convenía hacer para vivir en el Supremo Querer, así que recibía el acto de la adoración suprema, para poderse poner en la cima de cada adoración que todas las criaturas estaban obligadas a hacer hacia su Creador, porque la verdadera adoración tiene vida en la Tres Divinas Personas: Nuestra concordia perfecta, nuestro amor mutuo, nuestra única Voluntad, forman la adoración más profunda y perfecta en la Trinidad Sacrosanta. Por lo tanto, si la criatura me adora y su voluntad no está en acuerdo Conmigo, es palabra vana pero no adoración. Por eso mi Mamá todo tomaba de Nosotros, para poderse difundir en todo y ponerse en la cima de cada acto de criatura, en la cima de cada amor, de cada paso, de cada palabra, de cada pensamiento, en la cima de cada cosa creada. Ella ponía su acto primero sobre todas las cosas y esto le dio el derecho de Reina de todos y de todo, y superó en santidad, en amor, en gracia, a todos los santos que han sido y serán y a todos los ángeles unidos juntos. El Creador se vertió sobre de Ella para darle tanto amor, para que tuviera amor suficiente para poderlo amar por todos, le comunicó la suma concordia y la Voluntad única de las Tres Divinas Personas, de modo que pudo adorar en modo divino por todos y suplir a todos los deberes de las criaturas; si esto no hubiese sido así, no sería una verdad que la Mamá Celestial superó a todos en la santidad, y en el amor, sino un modo de decir, pero Nosotros cuando hablamos, son hechos y no palabras. Por eso todo encontramos en Ella, y así habiendo encontrado todo y a todos, todo le dimos, constituyéndola Reina y Madre del mismo Creador.
(3) Ahora hija de mi Suprema Voluntad, quien quiere todo debe encerrar todo y ponerse en la cima, como acto primero de los actos de todos, así que el alma debe estar en la cima de cada amor, de cada adoración, de cada gloria de cada una de las criaturas. Mi Voluntad es todo, he aquí por qué la misión de la Soberana Reina y la tuya se puede decir que es una sola, y tú debes seguir paso a paso el modo como Ella estaba con Dios para poder recibir la capacidad divina, para poder tener en ti un amor que dice amor por todos, una adoración que adora por todos, una gloria que se difunde por todas las cosas creadas. Tú debes ser nuestro eco, el eco de mi Mamá Celestial; y porque solamente Ella vivió perfecta y plenamente en el Supremo Querer, por eso te puede ser guía y hacerte de maestra. ¡Ah, si tú supieras con cuánto amor te estoy alrededor, con cuánto celo te vigilo a fin de que no sea interrumpido tu vivir en mi eterno Querer! Tú debes saber que estoy haciendo más contigo que con mi misma Mamá Celestial, porque Ella no tenía tus necesidades, ni tendencias, ni pasiones que pudiesen mínimamente impedir el curso de mi Voluntad en Ella, con suma facilidad el Creador se vertía en Ella y Ella en Él, así que mi Voluntad estaba siempre triunfante en Ella, por eso no tenía necesidad ni de empujarla ni de amonestaciones; en cambio contigo debo tener más atención, y cuando veo que alguna pasioncilla, alguna pequeña tendencia quiere surgir en ti, y también cuando tu voluntad humana quisiera tener algún acto de vida propia en ti, debo amonestarte, la potencia de mi Querer debe estar en acto de demoler lo que surge en ti y que no le pertenece a Él, y mi gracia y mi amor deben correr en aquello podrido que la voluntad humana va formando, o bien impedir con gracias anticipadas que esta podredumbre se pueda formar en tu alma, porque Yo amo tanto, me cuesta tanto el alma en la cual reina mi Querer y en la cual tiene su campo de acción divina el Fiat Supremo, fin único de toda la Creación y de la misma Redención, que la amo y me cuesta más que toda la Creación y que la misma Redención, porque la Creación fue el principio de nuestra obra hacia las criaturas, la Redención fue el medio, el Fiat será el final, y las obras cuando están cumplidas se aman más y adquieren el valor completo. Mientras que una obra no está cumplida hay siempre qué hacer, qué trabajar, qué sufrir, no se puede calcular su justo valor, en cambio cuando está cumplida solamente queda el poseer y el gozar la obra hecha, y su valor completo viene a completar la gloria de Aquél que la ha formado, por eso la Creación y la Redención deben encerrarse en el Fiat Supremo. ¿Ves entonces cuánto me cuestas y cuánto siento amarte? El Fiat obrante y triunfante en la criatura es para Nosotros la cosa más grande, porque la gloria que Nosotros habíamos establecido recibir por medio de la Creación nos viene dada, nuestro fin, nuestros derechos, adquieren su pleno poder. He aquí por qué mis premuras todas para ti, mis manifestaciones a ti, mi amor por toda la Creación y Redención, todo concentrado en ti, porque en ti quiero ver el triunfo de mi Voluntad”.
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19-13
Abril 18, 1926
La Divina Voluntad es la depositaria de las obras divinas, y debe ser la depositaria de las obras de las criaturas.
(1) Me sentía toda empequeñecida en mí misma, y buscaba fundirme en el Santo Querer Divino para correr junto con Él, para hacerle compañía en su obrar y corresponderle al menos con mi pequeño “te amo”. Ahora, mientras esto hacía, mi dulce Jesús saliendo de dentro de mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, ánimo, no pongas atención en tu pequeñez, lo que más te debe importar es el tener tu pequeñez en mi Voluntad, porque estando en Ella quedarás perdida en Ella, y mi Voluntad, cual viento, llevará en tu acto la frescura que posee como refrigerio a todas las criaturas, llevará el viento caliente para inflamarlos de mi amor, llevará el viento frío para extinguir el fuego de las pasiones, y finalmente llevará el viento húmedo como vegetación del germen de mi Voluntad. ¿Nunca has sentido tú los efectos del viento, cómo sabe cambiar el aire casi instantáneamente del calor al frío, de húmedo a un aire fresquísimo y refrigerante? Mi Voluntad es más que viento, y tus actos en Ella, agitándola, mueven los vientos que contiene y producen admirables efectos, después, todos estos vientos unidos juntos invisten el trono divino y llevan a su Creador la gloria de su Voluntad obrante en la criatura. ¡Oh! si todos supieran qué significa obrar en el Fiat Supremo, los prodigios que contiene, todos harían competencia para obrar en Él. Mira, nuestra Voluntad es tan grande, que Nosotros mismos la hacemos depositaria de nuestras obras: La Creación, para hacer que se mantuviese siempre bella, fresca, íntegra, nueva, tal como la sacamos de nuestras manos creadoras, la depositamos en nuestra Voluntad; la Redención, para hacer que estuviese siempre en acto de redimir, y mi nacimiento, mi Vida, mi Pasión y Muerte, estuviesen siempre en acto de nacer, de vivir, de sufrir y de morir para la criatura, las depositamos en nuestra Voluntad, porque sólo Ella tiene la virtud y la potencia de mantener siempre en acto la obra que se hace y reproducir aquel bien cuantas veces se quiere. Nuestras obras no estarían seguras si no fuesen depositadas en nuestra Voluntad; si esto es de nuestras obras, mucho más debería ser para las obras de las criaturas, a cuántos peligros no están sujetas cuando no son depositadas en nuestro Querer, cuántos cambios no sufren, por eso nuestro contento cuando vemos que la criatura hace el depósito de sus actos en el Supremo Querer. Estos actos, si bien pequeños, y las naderías de la criatura, hacen rivalidad con los actos nuestros, y Nosotros gozamos al ver su ingenio, que para poner al seguro sus naderías las deposita en nuestra Voluntad.
(3) Ahora, si para la Creación y para la Redención la depositaria fue nuestra Voluntad, también para el Fiat como en el Cielo así en la tierra, debe tener el depósito mi misma Voluntad, he aquí el por qué de mi insistencia de que nada hicieras si no lo depositas en Ella. Si no formas este depósito de toda tú misma, de tus pequeños actos y aun de tus naderías, mi Fiat no teniendo su pleno triunfo sobre de ti, no podrá desenvolver su Fiat como en el Cielo así en la tierra”.
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19-14
Abril 25, 1926
El Fiat en el Cielo es triunfador, en la tierra es conquistador.
(1) Paso días amarguísimos por las privaciones de mi dulce Jesús, siento que respiro un aire venenoso, bastante para darme no una muerte sino miles de muertes, pero mientras estoy por sucumbir bajo el golpe mortal, siento el aire vital y balsámico del Querer Supremo que me sirve de contraveneno para no dejarme morir, y me tiene en vida para sufrir muertes continuas bajo el peso incalculable de la privación de mi sumo y único Bien. ¡Oh, privación de mi Jesús, cómo eres dolorosa, tú eres el verdadero martirio para mi pobre alma! ¡Oh Voluntad Suprema, cómo eres fuerte y potente, que con darme vida me impides el vuelo hacia la patria celestial para encontrar a Aquél que tanto suspiro y ansío! ¡Ah, piedad de mi duro exilio, piedad de mí que vivo sin Aquél que es el único que puede darme vida! Pero mientras me sentía aplastada bajo el peso de su privación, mi amable Jesús se ha movido en mi interior y me miraba fijamente, a su mirada piadosa me sentía regresar de la muerte a la vida, y como yo estaba haciendo mis acostumbrados actos en su Querer Supremo, me ha dicho:
(2) “Hija mía, mientras tú imprimías tu ‘te amo’ en mi Voluntad sobre todas las cosas creadas, toda la Creación se sentía duplicar el amor de su Creador, y como las cosas creadas no tienen razón, aquel amor corría con ímpetu hacía Aquél que las había creado; y el Padre Celestial al verse duplicado el amor que sacó en la Creación por la pequeña recién nacida de su Querer, para no dejarse vencer en amor, duplica su amor y lo hace correr sobre todas las cosas creadas, para hacer el mismo camino que ha hecho su pequeña hija, y después todo este amor lo concentra en aquélla que le ha mandado su amor duplicado, y con ternura paterna espera la nueva sorpresa, que su recién nacida le duplique de nuevo su amor. ¡Oh, si tú supieras las corrientes y las olas de amor que van y vienen de la tierra al Cielo, y del Cielo a la tierra, cómo toda la Creación siente, si bien en su mudo lenguaje y sin razón, este amor duplicado de Aquél que las ha creado, y de aquélla, por causa de la cual fueron creadas, cómo todas se ponen en actitud de sonrisa, de fiesta y de hacer correr benévolos sus afectos hacia las criaturas! El vivir en mi Querer mueve todo, inviste todo y cumple la obra de su Creador en la Creación. El Fiat como en el Cielo sobre la tierra tiene un prodigio, una nota más armoniosa, una característica más bella que no goza ni posee en el mismo Cielo, porque en el Cielo posee el prodigio de un Fiat de absoluto triunfo, que ninguno le puede resistir, y todo el gozar en las regiones celestiales viene del Fiat Supremo. Aquí en el exilio, en el fondo del alma, contiene el prodigio de un Fiat conquistador, y de nuevas conquistas, mientras que en el Cielo no hay nuevas conquistas porque todo es suyo. En el alma viadora mi Fiat no es absoluto, sino que quiere al alma junto, en su misma obra, y por eso se deleita de manifestarse, de ordenar y hasta de rogarle que obre con Él, y cuando el alma cede y se deja investir por el Fiat Supremo, se forman tales notas armoniosas producidas por ambas partes, que el mismo Creador se siente recrear por sus mismas notas divinas formadas por la criatura. Estas notas en el Cielo no existen, porque no es morada de obras, sino de gozos, y por eso mi Fiat en la tierra tiene la bella característica de imprimir en el alma su mismo obrar divino, para hacerla repetidora de sus obras. Así que si en el Cielo mi Fiat es triunfador y ninguno puede decir en la región celestial que ha hecho una obra para atestiguar su amor, su sacrificio al Fiat Supremo; aquí en la tierra es conquistador, y si gusta el trono, mucho más gustan las nuevas conquistas, y ¿cuánto no haría mi Fiat para conquistar un alma, para hacerla obrar en su Querer? ¿Cuánto no ha hecho y no hace por ti?”
(3) Después, mi dulce Jesús se hacía ver crucificado, y sufría mucho, yo no sabía qué hacer para aliviarlo, me sentía aniquilada por las súbitas privaciones, y Jesús, desclavándose de la cruz se ha arrojado en mis brazos diciéndome:
(4) “Ayúdame a aplacar la Divina Justicia que quiere golpear a las criaturas”.
(5) Entonces se sentía un fuerte terremoto que traía destrucción de ciudades. Yo he quedado espantada, Jesús ha desaparecido, y yo me he encontrado en mí misma...
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19-15
Abril 28, 1926
La Creación y la Mamá Celestial son los ejemplares más perfectos del vivir en el Divino Querer. La Virgen superó a todos en el sufrir.
(1) Estaba pensando entre mí: “Mi dulce Jesús cuando habla de su Querer une casi siempre a la Soberana Reina del Cielo, o bien a la Creación, parece que se deleita tanto de hablar de Una o de la otra, que va buscando ocasiones, pretextos, reencuentros para manifestar lo que hace su Santísima Voluntad tanto en la Mamá Celestial como en la Creación”. Ahora, mientras esto pensaba, mi amable Jesús se ha movido en mi interior y todo ternura me ha estrechado a Sí y me ha dicho:
(2) “Hija mía, si esto hago tengo fuertes razones para hacerlo. Tú debes saber que mi Voluntad solamente en la Creación y en mi Mamá Celestial ha sido siempre íntegra y ha tenido libre su campo de acción. Ahora, debiendo llamarte a ti a vivir en mi Querer como una de ellas, debía proponértelas como ejemplo, como una imagen a la cual tú debes imitar. Así que para poder hacer cosas grandes, de manera que todos puedan recibir de aquel bien, a menos que no lo quieran, la primera cosa es que mi Voluntad debe obrar integralmente en el alma; mira la Creación, como mi Voluntad está íntegra en ella, y porque Ella está íntegra, la Creación está en su puesto y contiene la plenitud de aquel bien con el cual fue creada, y por eso se mantiene siempre nueva, noble, pura, fresca, y puede participar a todos el bien que posee, pero lo bello es que mientras se da a todos, ella nada pierde y está siempre tal como fue creada por Dios; ¿qué cosa ha perdido el sol con dar tanta luz y calor a la tierra? Nada; ¿qué ha perdido el cielo azul con estar extendido en la atmósfera, la tierra con producir tantas y tan variadas plantas? Nada; y así de todas las cosas creadas por Mí. ¡Oh, cómo la Creación exalta en modo admirable aquel dicho que dicen de Mí: Es siempre antiguo y siempre nuevo! Así que mi Voluntad en la Creación es centro de vida, es plenitud de bien, es orden, armonía; todas las cosas las tiene en el puesto querido por Ella. ¿Dónde podrás encontrar tú un ejemplo más bello, una imagen más perfecta del vivir en mi Querer, si no es en la Creación? Por eso Yo te llamo a vivir en medio de las cosas creadas como una hermana de ellas, a fin de que aprendas a vivir en el Supremo Querer para poder estar también tú en el lugar querido por Mí, para poder encerrar en ti la plenitud del bien que mi Querer quiere encerrar en ti, a fin de que quien quiera pueda tomar de aquel bien, y como tú estás dotada de razón, debes sobrepasarlas a todas y corresponder a su Creador en amor y gloria por cada cosa creada, como si todas estuviesen dotadas de razón, así que serás la suplidora de toda la Creación, y ella te servirá de espejo donde mirarte para poder copiar el vivir en mi Querer, a fin de que no te separes de tu puesto; te servirá de guía y te hará de maestra dándote las lecciones más altas y perfectas sobre el vivir en mi Querer.
(3) Pero la que sobrepasa a todos es mi Mamá Celestial, Ella es el nuevo cielo, es el sol más fulgurante, es la luna más brillante, es la tierra más florida, todo, todo encierra en Sí, y si cada cosa creada encierra la plenitud de su bien recibido por Dios, mi Mamá encierra todos los bienes juntos, porque dotada de razón y viviendo mi Voluntad íntegra en Ella, la plenitud de la Gracia, de la luz, de la Santidad, crecía a cada instante, cada acto que hacía eran soles, estrellas que mi Querer formaba en Ella, así que sobrepasó a toda la Creación, y mi Voluntad íntegra y permanente en Ella hizo la cosa más grande y consiguió el suspirado Redentor. Por eso mi Mamá es Reina en medio a la Creación, porque sobrepasó todo y mi Voluntad encontró en Ella el alimento de su razón, que íntegra y permanentemente la hacía vivir en Ella, había sumo acuerdo, se daban la mano mutuamente; no había fibra de su corazón, palabra, pensamiento, sobre del cual mi Voluntad no poseyera su Vida. ¿Y qué cosa no puede hacer un Querer Divino? Todo, no hay potencia que le falte ni cosa que no pueda hacer, por eso se puede decir que todo hizo, y todo lo que los demás no pudieron hacer ni podrán hacer todos juntos, lo hizo Ella sola.
(4) Por tanto no te maravilles si te señalo la Creación y a la Soberana Reina, porque debo señalarte los ejemplares más perfectos donde mi Voluntad tiene Vida perenne y donde jamás ha encontrado obstáculo a su campo de acción divina para poder obrar cosas dignas de Sí. Por eso hija mía, si quieres que mi Fiat Supremo reine como en el Cielo, que es la cosa más grande que nos queda por hacer para las humanas generaciones, haz que mi Querer tenga el puesto de soberano y que viva íntegro y permanente en ti, de todo lo demás no tengas ningún pensamiento, ni de tu incapacidad, ni de las circunstancias, ni de las cosas nuevas que pueden surgir en torno a ti, porque reinando en ti mi Querer, servirán como materia y alimento para que mi Fiat tenga su cumplimiento”.
(5) Después estaba pensando entre mí: “Es verdad que mi Reina Mamá hizo el más grande de los sacrificios, que ningún otro ha hecho, esto es, el no querer conocer de ningún modo su voluntad, sino sólo la de Dios, y en esto abrazó todos los dolores, todas las penas, hasta el heroísmo del sacrificio de sacrificar a su propio Hijo para cumplir el Querer Supremo, pero una vez que hizo este sacrificio, todo lo que sufrió después fue el efecto de su primer acto, no tuvo que luchar como nosotros en las diversas circunstancias, en los encuentros imprevistos, en las pérdidas inesperadas, es siempre lucha, hasta sangrar el propio corazón por temor de ceder a nuestra combatiente voluntad humana; con cuánta atención se necesita estar para que el Querer Supremo tenga siempre su puesto de honor y la supremacía sobre todo, y muchas veces es más dura la lucha que la misma pena”. Pero mientras esto pensaba, mi amable Jesús se ha movido en mi interior diciéndome:
(6) “Hija mía, tú te equivocas, no fue uno el máximo sacrificio de mi Mamá, sino fueron tales y tantos, por cuantos dolores, penas, circunstancias y encuentros fue expuesta su existencia y la mía; las penas en Ella siempre eran duplicadas, porque mis penas eran más que penas suyas, y además mi Sabiduría no cambió nunca dirección con mi Mamá, en cada pena que debía tocarle Yo le preguntaba siempre si quería aceptarlas, para oírme repetir por Ella aquel Fiat en cada pena, en cada circunstancia y aun en cada latido; aquel Fiat me sonaba tan dulce, tan suave y armonioso, que lo quería oír repetir a cada instante de su vida, y por eso le preguntaba siempre: ¿Mamá, quieres hacer esto? ¿Quieres sufrir esta pena? Y a Ella mi Fiat le llevaba los mares de bienes que contiene y le hacía entender la inmensidad de la pena que aceptaba, y este entender con luz divina lo que paso a paso debía sufrir, le daba tal martirio que supera infinitamente la lucha que sufren las criaturas, porque faltando en Ella el germen de la culpa, faltaba el germen de la lucha, y mi Voluntad debía encontrar otro medio para hacer que no fuese menor que las otras criaturas en el sufrir, porque debiendo adquirir con justicia el derecho de Reina de los dolores, debía superar a todas las criaturas juntas en las penas. Cuántas veces no lo has sentido tú misma, que mientras no sentías ninguna lucha, mi Querer, haciéndote entender las penas a las cuales te sometía, tú quedabas petrificada por la fuerza del dolor, y mientras quedabas destrozada en la pena, tú eras la pequeña corderita en mis brazos, pronta a aceptar otras penas a las cuales mi Querer te quería sometida; ¡ah! ¿No sufrías tú más que con la misma lucha? La lucha es señal de pasiones vehementes, mientras que mi Voluntad, si lleva el dolor, al mismo tiempo da la intrepidez, y con el conocimiento de la intensidad de la pena le da tal mérito, que sólo una Voluntad Divina puede dar. Por eso, como hago contigo, que en cada cosa que quiero de ti primero te pregunto si quieres, si aceptas, así hacía con mi Mamá, a fin de que el sacrificio sea siempre nuevo y me dé la ocasión de conversar con la criatura, de entretenerme con ella, y que mi Querer tenga su campo de acción divino en la voluntad humana”.
(7) Ahora mientras estaba escribiendo lo que está escrito arriba, no he podido seguir más adelante porque mi mente ha quedado enajenada por un canto bello y armonioso, acompañado por un sonido jamás oído, este canto ponía a todos en atención y armonizaba con toda la Creación y con la patria celestial. Todo esto lo escribo por obedecer. Mientras oía el canto mi Jesús me ha dicho:
(8) “Hija mía, escucha cómo es bello este sonido y canto, es un cántico nuevo formado por los ángeles como homenaje, gloria y honor a la unión de la Voluntad Divina con tu voluntad humana, es tanta la alegría de todo el Cielo y de la Creación toda, que no pudiéndola contener suena y canta”.
(9) Dicho esto me he encontrado en mí misma.
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19-16
Mayo 1, 1926
Quien vive en el Querer Divino es alimentado por el aliento divino, y quien no vive en Él es un intruso, un usurpador de los bienes de Dios, y recibe los bienes a título de limosna.
(1) Me sentía toda inmersa en el Querer Supremo, y mi dulce Jesús ha salido de dentro de mi interior, y estrechándome fuerte a Sí ponía su boca cerca de mis labios y me mandaba su aliento omnipotente. ¿Pero quién puede decir lo que sentía en mí? Aquel aliento me penetraba hasta las más íntimas fibras, me llenaba toda hasta no sentir más mi pequeñez, mi existencia, sino solamente y en toda mí misma sólo a Jesús. Así, después de haber repetido varias veces este mandarme su aliento, porque parecía que no estaba contento si no me veía toda llena de aquel aliento divino, me ha dicho:
(2) “Hija mía, habiendo tú nacido en mi Querer, es necesario, es justo y decoroso que en Él vivas, crezcas y te alimentes, que adquieras las prerrogativas de verdadera hija de mi Querer; ningún lineamiento extraño ni cosa que no pertenezca a mi Querer se debe ver en ti, así que de tu fisonomía, de tus modos, de tu hablar y hasta del modo como tú amas y rezas, se debe conocer que eres la hija de mi Voluntad. ¿Ves entonces cómo te amo y con qué celo te custodio y te alimento? Con mi mismo aliento, porque quien debe vivir en mi Querer, solamente mi aliento puede conservar íntegra y permanente la Vida de mi Voluntad enella, así que aquel aliento que con tanto amor hice salir de mi seno en la creación del hombre para infundirle mi semejanza, lo continúo en el alma que vive en mi Voluntad para formar mis verdaderas imágenes y los grandes portentos que había establecido formar en la Creación, por causa de las cuales todas las cosas fueron hechas, por eso suspiro tanto a quien vive en mi Querer, porque sólo ella no me dejará desilusionado en el fin de la Creación, sólo ella gozará por derecho las cosas creadas por Mí, porque siendo una mi Voluntad con la suya, lo que es mío es suyo, y con derecho puede decir: ‘El cielo, el sol, la tierra y todas las otras cosas son mías, por eso quiero gozármelas, y también para dar honor a la Suprema Voluntad que las ha creado y que reina en mí’. En cambio el alma en la cual no reina mi Querer no tiene ningún derecho, y si las goza es un usurpador, porque no son suyas, es un intruso en mis bienes, pero como mi bondad es tanta le dejo gozar a título de limosna, pero no de derecho. He aquí por qué muchas veces los elementos se descargan en daño del hombre, porque no tiene derecho, y de las cosas de la tierra le queda la limosna que el Creador le manda. Así que quien vive en mi Querer es como reina en medio de la Creación, y Yo gozo sumamente al verla reinante en medio de mis bienes”.
(3) Después de esto yo continuaba rezando, y mi dulce Jesús ha regresado y me hacía ver que de sus santísimas manos salían dos fuentes de luz, una descendía sobre mi pobre alma, pero Jesús hacía un ingenio tal en sus manos, que mientras descendía ascendía nuevamente a lo alto, parecía una corriente continuada, que mientras descendía, subía, y Jesús se deleitaba en medio de estas fuentes de luz, y estaba todo atento a fin de que toda esta luz quedase concentrada en mí, y después me ha dicho:
(4) “Hija mía, estas fuentes de luz que descienden de mis manos, es mi Voluntad que desciende del Cielo y hace su camino en el alma para cumplir lo que quiere hacer en ella; este hacer de mi Voluntad forma la otra fuente de luz que sube, por medio de mis manos, de nuevo al Cielo para llevar el cumplimiento de mi Voluntad por la criatura al Eterno Creador, pero mientras sube, enseguida desciende de nuevo, duplicada, para continuar su acción divina en la criatura. Mi Voluntad tiene un movimiento continuo, no se detiene jamás, si se pudiese detener su movimiento, lo que no puede ser, cesaría la vida a toda la Creación, al sol, al cielo estrellado, a las plantas, al agua, al fuego y las criaturas, todas descenderían en la nada; por eso mi Voluntad con su movimiento continuo es vida de cada cosa creada, vincula todo, es más que aire que con su respiro hace respirar, desarrollar, crecer todas las cosas salidas de nuestras manos. Mira entonces qué afrenta hacen las criaturas, pues mientras mi Voluntad es vida de todo y centro de cada cosa, y sin Ella nada existiría, ni ningún bien, ellas no quieren reconocer ni su dominio ni su Vida que corre en ellas, he aquí por qué quien reconoce la Vida de mi Voluntad en ella y en todas las cosas, es el triunfo de nuestra Voluntad y la conquista de nuestras victorias, es la correspondencia de nuestro Amor a nuestro movimiento continuo, nuestra Voluntad la vincula a toda la Creación haciéndole hacer todo el bien que hace mi misma Voluntad. Así que todo es suyo, y Yo la amo tanto que no sé hacer nada sin ella, porque en virtud de mi Voluntad tenemos la misma Vida, el mismo amor, un solo latido y un solo respiro”.
(5) Y mientras esto decía se ha arrojado en mis brazos como desfallecido de amor y ha desaparecido.
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19-17
Mayo 3, 1926
La Voluntad Divina bilocándose reina en el alma como en su sede.
(1) Estaba según mi costumbre, por fundirme en el Santo Querer Divino y decía: “Majestad Suprema, vengo a nombre de todos, desde el primero hasta el último hombre que existirá sobre la tierra para daros todos lo homenajes, las adoraciones, las alabanzas, el amor que cada criatura os debe, y a haceros todas las reparaciones de todos y de cada uno de los pecados”. Ahora, mientras esto decía, mi amable Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, este modo de rezar es sólo de mi Voluntad, porque solamente Ella puede decir: “Vengo a nombre de todos delante a la Majestad Suprema”. Porque con su omnividencia e inmensidad ve todo y abraza a todos y puede decir, no como un modo de decir, sino en realidad: “Vengo a nombre de todos para haceros todo lo que las criaturas os deben”. Ninguna voluntad humana puede decir en realidad: “Vengo a nombre de todos”. Esta es la señal de que mi Voluntad reina en ti”.
(3) Y mientras esto decía, en voz alta mi Jesús continuaba rezando y yo lo seguía, y juntos nos hemos encontrado delante a la Majestad Suprema. ¡Oh! cómo era bello rezar con Jesús, todas las cosas quedaban investidas por sus palabras y sus actos, y como su Voluntad se encontraba por todas partes y en cada cosa creada, por doquier se oían repetir sus palabras creadoras, sus adoraciones y todo lo que hacía. Yo me sentía empequeñecer más junto a Jesús y estaba toda maravillada, entonces Él ha agregado:
(4) “Hija mía, no te maravilles, es mi Voluntad que bilocándose, mientras reina en Dios, al mismo tiempo reina en el alma, y con sus modos divinos reza, ama y obra en ella, por eso nos resulta imposible no estimar, no amar, no escuchar nuestra Voluntad bilocada en la criatura, es más, sólo Ella nos lleva como en regazo nuestra alegría, la felicidad, el amor que desbordó de nuestro seno en nuestra obra ‘ad extra’ de la Creación, nos repite la fiesta, nos renueva el gozo que sentimos al crear tantas cosas bellas dignas de Nosotros. ¿Cómo no amar a aquélla que nos da la ocasión de bilocar nuestra Voluntad al hacerla reinar en ella para darnos amor, adoraciones, gloria divina? Por eso el vivir en mi Querer es el prodigio de los prodigios, porque el todo está en la voluntad, tanto en Dios como en la criatura. Cuántas cosas Nosotros podíamos hacer, pero como no las quisimos no las hicimos, cuando las queremos somos todo amor, todo potencia, todo ojo, manos y pies, en suma, todo nuestro Ser viene concentrado en el acto que quiere hacer nuestra Voluntad, en cambio si nuestra Voluntad no quiere, ninguno de nuestros atributos se mueve, parece que no tienen vida para todo lo que no quiere hacer nuestra Voluntad, así que Ella tiene la supremacía, el dominio sobre nuestro Ser, y es la dirigente de todos nuestros atributos. Por eso la cosa más grande que podíamos dar a la criatura era nuestra Voluntad, y en Ella concentrábamos todo nuestro Ser, ¿se podía dar amor más intenso, milagro más estrepitoso que esto? Es más, por cuanto le pudiéramos dar a la criatura, a Nosotros nos parece nada en comparación de dar nuestra Voluntad reinante y dominante en ella, porque en las demás cosas que podemos dar, son los frutos de nuestras obras, de nuestros dominios, en cambio con dar nuestra Voluntad, no son los frutos sino nuestra misma Vida y nuestros mismos dominios; ¿quién tiene más valor, los frutos o la vida? Ciertamente la vida, porque con dar la Vida de nuestro Querer damos al mismo tiempo la fuente de todos nuestros bienes, y quien posee la fuente de los bienes no tiene necesidad de los frutos. Y si la criatura nos diese todo, hiciera los más grandes sacrificios, pero no nos diera su pequeño querer para hacer reinar el nuestro, nos daría siempre nada, es más, cuando las cosas no son producidas por nuestro Querer, por cuán grandes sean, las miramos como cosas extrañas a Nosotros, y que no nos pertenecen”.
(5) Después, yo estaba pensando en lo que Jesús me había dicho y decía entre mí: “¿Será posible todo esto, que el Divino Querer llega hasta bilocarse para reinar en la criatura como en su propia sede, en su seno divino?” Y Jesús ha agregado:
(6) “Hija mía, ¿sabes cómo sucede? Supón un pequeño y pobre tugurio, donde un rey, llevado por amor a este tugurio quiere habitar dentro, así que desde dentro de aquel tugurio se escucha la voz del rey, parten las órdenes del rey, salen sus obras, dentro de aquel tugurio están los alimentos adecuados para alimentar al rey, la silla para sentarse digna de él, así que el rey nada ha cambiado de lo que le conviene a su real persona, sólo ha cambiado la habitación de la morada real, por su voluntad y con sumo placer ha escogido el tugurio. El pequeño tugurio es el alma, el rey es mi Voluntad. ¿Cuántas veces escucho la voz de mi Voluntad que ruega, que habla, que enseña en el pequeño tugurio de tu alma? ¿Cuántas veces veo salir mis obras, y rijo, vivifico y conservo todas las cosas creadas desde tu pequeño tugurio? Mi Voluntad no toma en cuenta la pequeñez, más bien le agrada sumamente, lo que va buscando es el absoluto dominio, porque con el absoluto dominio puede hacer lo que quiere y poner lo que le agrada”.
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19-18
Mayo 6, 1926
Los que viven en el Querer Divino son los primeros delante a Dios, y forman su corona.
(1) Estaba según mi costumbre fundiéndome en el Santo Querer Divino y pedía a la Mamá Celestial que viniera junto conmigo, que me diese su mano, a fin de que guiada por Ella pudiera corresponder a mi Dios por todo aquel amor, aquella adoración y gloria que todos le deben. Ahora, mientras esto decía, mi amado Jesús se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, tú debes saber que los primeros delante a la Majestad Suprema son aquellos que han vivido en mi Querer y que jamás han salido de mi Voluntad. Mi Mamá vino al mundo después de cuatro mil años, sin embargo delante a Dios fue primero que Adán; sus actos, su amor, están en el primer orden de las criaturas, así que sus actos están primero que todos los actos de las criaturas, porque fue Ella la más cercana a Dios, vinculada con los vínculos más estrechos de santidad, de unión y de semejanza, y con el vivir en nuestro Querer sus actos se volvían inseparables de los nuestros, y como son inseparables se vuelven los actos más cercanos, como cosas connaturales a su Creador. El primero y el después en nuestra Voluntad no existen, sino todo es como acto primero, por eso quien vive en mi Voluntad, a pesar de que venga al último es siempre antes que todos. Así que no se mirará la época en la cual las almas saldrán a la luz del tiempo, sino que se verá si la Vida de mi Voluntad ha estado en ellas como centro de vida, reinante y dominante en todos sus actos, tal como reina y domina en el seno de la Divinidad, éstas serán las primeras, sus actos hechos en nuestro Querer se elevarán sobre todos los actos de las otras criaturas, y todos quedarán detrás, por eso estas almas serán nuestra corona. Mira, conforme tú llamabas a mi Mamá en mi Querer para corresponderme en amor, adoración y gloria, mi Querer os ha unido juntas, y el amor, la gloria, la adoración que hacía la Soberana Reina se han vuelto actos tuyos, y los tuyos se han vuelto actos de mi Mamá, mi Voluntad todo ha puesto en común, y los unos se han vuelto inseparables de los otros, y Yo oía en ti la voz de mi Mamá, sentía su amor, su adoración, su gloria, y en mi Mamá oía tu voz que me amaba, me adoraba, me glorificaba; cómo me sentía feliz, encontrar y sentir a la Mamá en la hija y a la hija en la Mamá. Mi Voluntad une a todos y a todo, no sería verdadero vivir en mi Querer, ni obrar de mi Voluntad, si todo lo que a Ella pertenece y todo su eterno obrar no lo concentra en el alma que en Ella vive y donde tiene su Reino y dominio. Si esto no fuera, el Reino de mi Voluntad sería un Reino dividido, lo que no puede ser, porque mi Voluntad une todo junto su obrar y de él hace un solo acto, y si se dice que crea, redime, santifica y otras cosas, son los efectos de aquel solo acto que jamás cambia acción. Por eso, quien vive en mi Querer su origen es eterno, inseparable de su Creador y de todos aquellos en los cuales mi Voluntad ha tenido su Reino y su dominio”.
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19-19
Mayo 10, 1926
Así como el sol es vida de toda la naturaleza, así el Querer Divino es vida del alma.
(1) Mi pobre mente nadaba en el mar inmenso del eterno Querer, y mi dulce Jesús me ha transportado fuera de mí misma en el momento en el que surgía el sol, ¡qué encanto ver que la tierra, las plantas, las flores, el mar, sufrían una transformación! Todos se quitaban de una pesadumbre que los oprimía, todos surgían a la nueva vida que les daba la luz y adquirían su belleza y el desarrollo que les daba la luz y el calor para hacerlos crecer. La luz al surgir, parecía que les daba la mano al investirlos para dar la fecundidad a las plantas, el colorido a las flores, para hacer huir las sombras de las tinieblas sobre el mar y le daba con su luz su matiz de plata, ¿pero quién puede decir todos los efectos que producía la luz solar al investir toda la tierra, cubriendo todo con su vestidura de luz? Sería extenderme demasiado si quisiera describir todo. Ahora, mientras esto veía, mi amado Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, cómo es bello el surgir del sol, cómo cambia toda la naturaleza, y con investirla con su misma luz da a cada una de las cosas los efectos para hacerlas producir el bien que contienen, pero para hacer esto la luz las debe investir, tocar, plasmar, penetrar tan adentro para darles los sorbos de la luz para infundir la vida del bien que deben producir. Así que si las plantas, las flores, el mar, no se hacen investir por la luz, la luz estaría para ellos como muerta, y ellos quedarían bajo la opresión de las tinieblas, las cuales les servirían de tumba para enterrarlas. La virtud de las tinieblas es de dar muerte, la virtud de la luz es de dar vida, así que si no fuese por la luz del sol, de la cual dependen todos y por la cual tienen vida todas las cosas creadas, nada habría de bien sobre la tierra, más bien sería espantosa y horrible al verse, por eso la vida de la tierra está ligada a la luz.
(3) Ahora hija mía, el sol es símbolo de mi Voluntad, y tú has visto cómo es bello y encantador su surgir sobre la tierra, cuántos efectos produce, cuánta variedad de tintes, cuántas bellezas, cuantas transformaciones sabe hacer la luz, y cómo este sol ha sido puesto por su Creador para dar vida, crecimiento y belleza a toda la naturaleza. Ahora, si esto hace el sol para cumplir su oficio que le dio Dios, mucho más el Sol de mi Voluntad que fue dado al hombre para infundirle la Vida de su Creador. ¡Oh, cómo es más encantador y bello el surgir del Sol de mi Voluntad sobre la criatura! Al poner su luz sobre ella la transforma, le da las variadas tintas de belleza de su Creador, con el investirla y plasmarla se adentra en ella y le da los sorbos de Vida Divina, a fin de que crezca y produzca los efectos de los bienes que contiene la Vida de su Creador. Ahora, ¿qué sería de la tierra sin el sol? Más fea y espantosa sería el alma sin mi Voluntad; sin Ella, ¡oh, cómo desciende de su origen, cómo el yugo de las pasiones y de los vicios, más que tinieblas la hacen morir y le preparan la tumba donde enterrarla! Pero tú has visto que la luz del sol, tanto bien puede hacer por cuanto se dejan tocar e investir por su luz las plantas, las flores y todo lo demás, y necesitan estar con las bocas abiertas para recibir los sorbos de vida que les da el sol. Así es mi Voluntad, tanto bien puede hacer, tanto de belleza y de Vida Divina puede infundir, por cuanto el alma se hace tocar, investir, plasmar por las manos de luz de mi Voluntad, si el alma se da en poder de esta luz, abandonándose toda en ella, mi Supremo Querer cumplirá el más grande de los prodigios en la Creación, esto es, la Vida Divina en la criatura. ¡Oh! Si el sol pudiera formar con el reflejo de su luz otros tantos soles sobre cada una de las plantas, en los mares, sobre los montes, en los valles, ¿qué encanto más bello, qué belleza más deslumbrante, cuántos prodigios de más no habría en el orden de la naturaleza? Sin embargo, lo que no hace el sol lo hace mi Voluntad en el alma que vive en Ella, y que está como pequeña flor con la boca abierta para recibir los sorbos de luz que mi Querer le da para formar en ella la Vida del Sol Divino. Por tanto sé atenta, toma a cada instante estos sorbos de luz de mi Querer, a fin de que cumpla en ti el más grande de los prodigios, que mi Voluntad tenga su Vida Divina en la criatura”.
(4) Después de esto estaba diciendo a mi sumo y único Bien: “Amor mío, uno mi inteligencia a la tuya a fin de que mis pensamientos tengan vida en los tuyos, y difundiéndose en tu Querer corran sobre cada pensamiento de criatura, y elevándonos juntos delante a nuestro Padre Celestial le llevaremos los homenajes, la sujeción, el amor de cada uno de los pensamientos de criatura e imploraremos que todas las inteligencias creadas se reordenen y armonicen con su Creador”. Y así con las miradas de Jesús, con las palabras, con las obras, con sus pasos, y hasta con su latido. Yo me sentía toda transformada en Jesús, de modo que yo me encontraba como en acto, para todo lo que mi Jesús había hecho y hacía para reintegrar la gloria del Padre, y para el bien que había conseguido para las criaturas; su obrar y el mío era uno solo, uno el Amor, una la Voluntad; y mi dulce Jesús ha agregado:
(5) “Hija mía, cómo es bella la oración, el amor, el obrar de la criatura en mi Voluntad, son actos llenos de toda la plenitud Divina, es tanta la plenitud, que abrazan todo y a todos y hasta al mismo Dios. Mira, eternamente se verán tus pensamientos en los míos, tus ojos en los míos, tus palabras en las mías, tus obras y pasos en los míos, a tu latido palpitar en el mío, porque una es la Voluntad que nos da vida, uno el Amor que nos mueve, que nos empuja y que nos vincula en modo inseparable. He aquí por qué el Sol de mi Voluntad supera en modo infinito y más sorprendente al sol que está en la atmósfera; mira la gran diferencia, el sol creado por Dios, mientras golpea la tierra y la inviste produce admirables e innumerables efectos, pero no se aleja de su fuente, desciende a lo bajo, se levanta a lo alto, toca las estrellas, pero la plenitud de la luz está siempre en su esfera, de otra manera no podría investir siempre de la misma manera a todo con su luz, pero a pesar de todo esto, la luz solar no penetra en los Cielos para investir el trono de Dios, para penetrar en Dios mismo y hacer una su luz con la luz inaccesible del Ente Supremo, ni inviste a los ángeles, ni a los santos, ni a la Mamá Celestial. En cambio el Sol de mi Voluntad cuando con toda su plenitud reina en el alma, su luz penetra dondequiera, en los corazones y mentes de las criaturas que viven en lo bajo de la tierra, pero lo que sorprende más, es que se levanta en lo alto, inviste toda la Creación y lleva al sol, a las estrellas, al cielo, el beso de la luz del Querer Supremo. La Voluntad Divina que reina en la Creación y el Sol de la Voluntad Suprema que reina en el alma se encuentran, se besan, se aman y se hacen felices mutuamente, y mientras se queda en la Creación, porque el Sol de mi Voluntad no deja nada atrás, lleva todo junto Consigo, penetra en los Cielos, inviste a todos, ángeles, santos, a la Soberana Reina, da el beso a todos, da nuevas alegrías, nuevos contentos, nuevo amor, pero esto no es todo, sino que con impetuosidad se vierte en el seno del Eterno. La Divina Voluntad bilocada en la criatura besa, ama, adora a la Voluntad reinante en Dios mismo, le lleva a todos y a todo y uniéndose juntas surge de nuevo para hacer su curso, porque estando en el alma la plenitud del Sol del Querer eterno, este Sol está a su disposición, y conforme hace sus actos, ama, reza, repara, etc.; este Sol reemprende el nuevo curso para dar a todos la sorpresa de su luz, de su amor, de su vida; así que mientras este Sol del eterno Querer surge, hace su curso para hacer su ocaso en el seno de la Divinidad, otro más surge para hacer su camino envolviendo todo, hasta la patria celestial, para hacer en ella su ocaso de oro en el seno de la Majestad Suprema. Así que las bilocaciones de mi Voluntad son innumerables, este Sol surge a cada acto de la criatura hecho en este Sol del Querer Supremo, lo que no sucede en el sol que está en la atmósfera, que es siempre uno, no se multiplica. ¡Oh!, si el sol tuviese la virtud de hacer surgir tantos soles por cuantas veces hace su curso sobre la tierra, ¿cuántos soles no se verían arriba en lo alto? ¿Qué encanto, cuántos bienes de más no recibiría la tierra? Por lo tanto, ¿cuántos bienes no hace el alma que vive del todo en mi Querer, dando la ocasión a su Dios de bilocar su Voluntad para hacerle repetir los prodigios que solamente sabe hacer un Dios?”
(6) Dicho esto ha desaparecido y yo me he encontrado en mí misma.
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19-20
Mayo 13, 1926
Imágenes de quien obra por fines humanos y quien obra para cumplir la Voluntad Divina. Nuestro Señor es el latido de la Creación. La santidad está en el cumplimiento del propio deber.
(1) Estaba haciendo mi acostumbrada adoración a mi crucificado Jesús, y mientras rezaba he sentido cerca a mi dulce Jesús, que poniéndome el brazo en el cuello me estrechaba fuerte a Sí, y al mismo tiempo me hacía ver a mi último confesor difunto, me parecía verlo pensativo, todo recogido, pero sin decirme nada, mi Jesús lo miraba y me ha dicho:
(2) “Hija mía, tu confesor se ha encontrado cosas grandes delante a Mí, porque cuando emprendía un oficio, un empeño, no omitía nada para cumplir exactamente aquel oficio, era atentísimo, hacía grandes sacrificios, y si era necesario se disponía aun a poner su propia vida para hacer que su oficio fuese cumplido exactamente; tenía un temor, que si no obrase como convenía a su oficio en las obras que le habían sido confiadas, pudiera ser él un obstáculo a la misma obra, esto significa que apreciaba y daba el justo valor a mis obras, y su atención atraía la gracia que se necesitaba para el desempeño de su oficio; esto aparentemente no parece una gran cosa, pero sin embargo lo es todo, porque cuando uno es llamado para un oficio, y cumple los deberes que hay en aquel oficio, significa que lo hace por Dios, y en el cumplimiento del propio deber está la santidad. Entonces, si él se ha presentado delante de Mí con el cumplimiento de los propios deberes que le fueron confiados, ¿cómo no debía remunerarlo como él se merecía?”
(3) Ahora, mientras Jesús esto decía, el confesor, como si se concentrase de más en un recogimiento más profundo, en su rostro se reflejaba la luz de Jesús, pero no me ha dicho ni siquiera una palabra. Entonces Jesús me ha dicho:
(4) “Hija mía, cuando un sujeto ocupa un oficio y comete una equivocación, no está atento a los deberes que impone su oficio, puede hacer venir grandes males; supón a uno que tenga el oficio de juez, de rey, de ministro, de alcalde, y comete un error, o no está atento a los propios deberes, puede hacer venir la ruina de familias, de países y aun de reinos enteros; si aquel error, aquella falta de atención la hiciera una persona particular que no ocupa aquel oficio, no llevaría tanto mal, por eso las faltas en los oficios pesan de más y llevan más graves consecuencias, y Yo cuando llamo a un confesor para darle un oficio y en este oficio le confío una obra mía, y no veo en él la atención ni el cumplimiento de los propios deberes que hay en aquel oficio, no le doy ni la gracia necesaria ni la luz suficiente para hacerle comprender toda la importancia de mi obra, ni puedo fiarme de él, porque veo que no aprecia la obra que le he confiado. Hija mía, quien cumple exactamente su oficio, significa que lo hace para cumplir mi Voluntad; en cambio quien lo hace diversamente, significa que lo hace por fines humanos, y si tú supieras la diferencia que hay entre el uno y el otro”.
(5) Mientras estaba en esto veía a dos personas delante de mí, uno que iba recogiendo piedras, trapos viejos, hierros herrumbrosos, pedazos de yeso, cosas todas de gran peso y de poquísimo valor; pobrecito, padecía, se fatigaba, sudaba bajo el peso de aquellas porquerías, mucho más que no le daban lo necesario para quitarse el hambre. El otro iba recogiendo granitos de brillantes, pequeñas gemas y piedras preciosas; todas ellas cosas ligerísimas pero de valor incalculable, y mi dulce Jesús ha agregado:
(6) “Aquél que va recogiendo porquerías es la imagen de quien obra por fines humanos; lo humano lleva siempre el peso de la materia. El otro es la imagen de quien obra para cumplir la Voluntad Divina; qué diferencia entre el uno y el otro, los granitos de diamante son mis verdades, los conocimientos de mi Voluntad, que recogidos por el alma forman tantos brillantes para sí. Ahora, si se pierde o no se recoge alguna de aquellas cosas sin valor, no hará casi ningún daño, pero si se pierde o no se recoge uno de aquellos granitos de brillantes, hará mucho daño, porque son de valor incalculable y pesan cuanto puede pesar un Dios; y si se pierde por causa de quien tiene el oficio de recogerlos, ¿qué cuentas dará él, habiendo hecho perder un granillo de valor infinito que podía hacer quién sabe cuánto bien a las otras criaturas?”
(7) Después de esto mi dulce Jesús ponía su corazón en mí y me hacía sentir su latido diciéndome:
(8) “Hija mía, Yo soy el latido de toda la Creación, si faltase mi latido faltaría la vida a todas las cosas creadas. Ahora, Yo amo tanto a quien vive en mi Voluntad, que no sé estar sin ella, y la quiero junto Conmigo para hacer lo que hago Yo, por eso tú palpitarás junto Conmigo, y entre tantas prerrogativas que te daré, te daré la prerrogativa del latido de toda la Creación; en el latido está la vida, el movimiento, el calor, así que estarás junto Conmigo para dar la vida, el movimiento y el calor a todo”.
(9) Pero mientras esto decía, yo sentía que me movía y palpitaba en todas las cosas creadas, y Jesús ha agregado:
(10) “Quien vive en mi Voluntad es inseparable de Mí, y Yo no sé estar sin su compañía, no quiero estar aislado, porque la compañía vuelve más agradables, más deleitables, más bellas las obras que se sostienen, por eso tu compañía me es necesaria para romper mi aislamiento en el cual me dejan las otras criaturas”.
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19-21
Mayo 15, 1926
Diversidad de santidades y belleza de las almas que viven en el Divino Querer. Toda la Creación será semejada en la naturaleza humana.
(1) Estaba pensando: “Si la criatura no se hubiese sustraído de la Suprema Voluntad, habría sido una la santidad, una la belleza, una la ciencia, una la luz, y para todos el mismo conocimiento de nuestro Creador”. Ahora, mientras esto pensaba, mi amado Jesús que me parece que Él mismo hace surgir los pensamientos en mi mente, alguna duda y dificultad para tener ocasión de hablarme y hacerme de maestro me ha dicho:
(2) “Hija mía, tú te equivocas, mi sabiduría no se adaptaría a formar una sola santidad, una sola belleza, a comunicar una sola ciencia y a todos el mismo conocimiento mío, mucho más porque habiendo sumo acuerdo entre mi Voluntad y la de ellos, el Reino de mi Voluntad habría tenido libre su campo de acción, por lo tanto habrían sido todos santos, pero distintos el uno del otro; todos bellos, pero variados, una belleza más bella que la otra; y según la santidad de cada una debía comunicar una ciencia distinta, y con esta ciencia quién debía conocer de más un atributo, quién debía conocer de más algún otro atributo de su Creador. Tú debes saber que por cuanto podamos dar a las criaturas, apenas toman las gotitas de su Creador, tanta es la distancia entre Creador y criaturas, siempre tenemos cosas nuevas y distintas para dar, y además, si la Creación fue creada por Nosotros para deleitarnos, ¿dónde habría estado nuestro deleite si hubiéramos formado de la criatura una sola santidad, dado una sola belleza y un solo conocimiento de nuestro Ser incomprensible, inmenso e infinito? Nuestra sabiduría se habría rehusado a hacer una sola cosa. ¿Qué se diría de nuestra sabiduría, amor y potencia si al crear este globo terrestre hubiésemos creado todo cielo, o bien todo tierra, o todo mar? ¿Qué gloria habría sido la nuestra? En cambio la multiplicidad de tantas cosas creadas por Nosotros, mientras alaba la sabiduría, amor y potencia nuestras, dice también la multiplicidad de la santidad y belleza en las cuales debían surgir las criaturas, por amor de las cuales ellas fueron creadas. Mira el cielo adornado de estrellas, es bello, pero también es bello el sol, pero distintos uno del otro, y el cielo hace un oficio, el sol otro; el mar es bello, pero también es bella la tierra florida, la altura de los montes, las llanuras extendidas, pero tienen la belleza y el oficio distintos entre ellas. Un jardín es bello, ¿pero cuánta diversidad de plantas y de bellezas hay en él? Está la pequeña florecita, bella en su pequeñez, está la violeta, la rosa, el lirio, todas bellas, pero distintas en el color, en el perfume, en la grandeza; está la plantita y el árbol más alto, ¿qué encanto no es un jardín cuidado por un experto jardinero? Ahora hija mía, también en el orden de la naturaleza humana habrá quién sobrepasará el cielo en la santidad y en la belleza, quién al sol, quién al mar, quién a la tierra florida, quién a la altura de los montes, quién a la pequeña florecita, quién a la plantita y quién al árbol más alto, y aunque el hombre se sustrajo de mi Voluntad, Yo multiplicaré los siglos para tener todo el orden y multiplicidad de las cosas creadas y de su belleza en la naturaleza humana, y aún sobrepasarla en modo más admirable y más encantador”.
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19-22
Mayo 18, 1926
Así cómo la Virgen para obtener al suspirado Redentor y concebirlo, debió abrazar todo, y hacer los actos de todos, así quien debe obtener el Fiat Supremo, debe abrazar a todos y responder por todos.
(1) Estaba fundiéndome en el Santo Querer Divino, y mientras había girado por todas las cosas creadas para sellar en ellas mi “te amo”, a fin de que dondequiera y sobre todos resonase mi “te amo” para corresponder a mi Jesús por su tanto amor, he llegado a aquel punto de corresponder a mi Dios por todo aquel amor que tuvo en el acto de quedar concebido en el seno de la Mamá Celestial. Mientras estaba en esto mi amado Jesús ha salido de dentro de mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi inseparable Mamá para concebirme a Mí, Verbo Eterno, fue enriquecida de mares de Gracia, de luz y de Santidad por la Majestad Suprema, y Ella hizo tales y tantos actos de virtud, de amor, de oración, de deseos y de ardientes suspiros, de sobrepasar todo el amor, virtud y actos de todas las generaciones que se necesitaban para obtener al suspirado Redentor. Entonces, cuando vi en la Soberana Reina el amor completo de todas las criaturas y todos los actos que se necesitaban para merecer que el Verbo fuese concebido, encontré en Ella la correspondencia del amor de todos, nuestra gloria reintegrada, y todos los actos de los redimidos, hasta los de aquellos a los que mi Redención debía servir de condena por su ingratitud, y entonces mi amor hizo el último desahogo y quedé concebido. Por eso el derecho de nombre de Madre para Ella es connatural, es sagrado, porque con abrazar todos los actos de las generaciones, sustituyéndose por todos, sucedió como si a todos los hubiese parido a nueva vida desde sus entrañas maternas. Ahora tú debes saber que cuando hacemos nuestras obras, la criatura que es elegida y a la cual le es confiada la obra, debemos darle tanto amor, luz, gracia, que pueda darnos toda la correspondencia y la gloria de la obra a ella confiada. Nuestra potencia y sabiduría no se pondrían desde el principio de una obra nuestra en el banco de la criatura como en acto de fallar, así que en la criatura que es llamada como acto primero, nuestra obra debe quedar al seguro en ella, y Nosotros debemos rescatar todo el interés y gloria equivalente a nuestra obra confiada a ella; y aunque después nuestra obra fuese comunicada a las demás criaturas, y por su ingratitud estuviese en peligro de fallar, para Nosotros es más tolerable, porque a quien fue confiada al principio nos hizo rescatar todo el interés de los fallos de las otras criaturas; he aquí por qué todo dimos y todo recibimos de Ella, a fin de que todo el capital de la Redención pudiese quedar íntegro y por su medio nuestra gloria completada y nuestro amor correspondido. ¿Qué hombre sabio pone desde un principio su capital en un banco que está por quebrar? Primero se asegura y después confía su capital; pero puede ser que con el tiempo quiebre, esto no puede hacerle gran daño, porque por los tantos intereses recibidos se ha rehecho su capital. Si esto hace el hombre, mucho más Dios, que su sabiduría es incomprensible, y no se trataba de una obra cualquiera, de un pequeño capital, sino que se trataba de la gran obra de la Redención y todo el costo y el valor infinito e incalculable del Verbo Eterno, era una obra única, no se podía repetir un nuevo descendimiento del Verbo Eterno sobre la tierra, y por eso debíamos ponerla al seguro en la Soberana Celestial. Y así como todo a Ella le confiamos, hasta la misma Vida de un Dios, así Ella, como poseedora de nuestra confianza debía respondernos por todos, hacerse fiadora y responsable de esta Vida Divina confiada a Ella, como en efecto lo hizo. Ahora hija mía, lo que hice y quise de mi Celestial Mamá en la gran obra de la Redención, quiero hacer contigo en la gran obra del Fiat Supremo. La obra del Fiat Divino es una obra que debe abrazar todo: Creación, Redención y Santificación, esta obra es la base de todo, es la vida que corre en todo y todo encierra ella, porque no tiene principio, es principio de todas las cosas y fin y cumplimiento de nuestras obras. Mira entonces, el capital que queremos confiarte es exuberante, tú no lo has calculado, ¿pero sabes tú qué te confiamos en el Fiat Supremo? Te confiamos toda la Creación, todo el capital de la Redención y aquél de la Santificación; mi Voluntad es universal y en todas las cosas ha estado Ella obrante, así que lo que a Ella pertenece es justo que sea confiado a ti, ¿acaso quisieras tú mi Voluntad sin sus obras? Nosotros no sabemos dar nuestra Vida sin las obras y bienes nuestros, cuando damos, damos todo; y así como a la Reina Celestial con darle al Verbo concentró en Sí sus obras y sus bienes, así a ti, con darte nuestra Suprema Voluntad reinante y dominante en ti te damos todas las obras que a Ella pertenecen, por eso te estamos dando tantas gracias, conocimientos, capacidad, a fin de que el Fiat Supremo, desde el principio, no pueda recibir ningún fallo, y tú, poniéndolo al seguro debes darle la correspondencia del amor y de la gloria de toda la Creación, de la Redención y de la Santificación; así que tu trabajo es grande, es universal y debe abrazar a todos y a todo, de modo que si nuestra Voluntad comunicada a las otras criaturas sufriera cualquier tropiezo, en ti debemos encontrar el resarcimiento del vacío de los otros, y poniéndola al seguro en ti, con el darnos el amor, la gloria y todos los actos que las otras criaturas deberían darnos, nuestra gloria será siempre completa y nuestro Amor rescatará su justo interés. Así que también en ti depositaremos nuestra confianza, serás la responsable de la Voluntad Divina confiada a ti y su fiadora”.
(3) Ahora, mientras Jesús esto decía, me ha venido tal espanto y comprendía todo el peso de mi responsabilidad, y temiendo fuertemente que pudiese poner en peligro nada menos que todo el peso y obras de una Voluntad Divina he dicho:
(4) “Amor mío, gracias por tanta bondad tuya hacia mí, pero siento que es demasiado lo que quieres darme, siento un peso infinito que me aplasta, y mi pequeñez e incapacidad no tienen ni fuerza ni habilidad, y temiendo poderos desagradar y no poder abrazar todo, vete a otra criatura más capaz, a fin de que todo este capital de tu Suprema Voluntad pueda estar más seguro, y Tú puedas recibir todo el interés equivalente a un capital tan grande; yo no había pensado jamás en una responsabilidad tan grande, pero ahora que me la haces entender siento que me faltan las fuerzas y temo por mi debilidad”.
(5) Y Jesús, estrechándome a Él para aliviarme del temor que me aplastaba, ha agregado:
(6) “Hija mía, ánimo, no temas, es tu Jesús que quiere darte demasiado, ¿no soy tal vez Yo dueño de darte lo que quiero? ¿Quieres tú poner un límite a mi obra completa que quiero confiarte? ¿Qué dirías tú si mi Mamá Celestial quisiese aceptarme a Mí, Verbo Eterno, sin sus bienes y los actos que se necesitaban para poderme concebir? ¿Sería esto verdadero amor, verdadera aceptación? Ciertamente que no. Así que tú quisieras mi Voluntad sin sus obras y sin los actos que a Ella convienen. Tú debes saber, a fin de que quites este espanto, que todo lo que te he dicho, esto es, este capital tan grande, ya está en ti, y después de que te he hecho tomar la práctica de darme la correspondencia de la gloria y del amor de toda la Creación, Redención y Santificación, haciéndote abrazar todo y a todos, y habiendo visto que el interés debido me venía con facilidad, ahora te he querido hacer conocer con más claridad el gran capital de mi Voluntad que te he confiado, a fin de que conozcas el gran bien que posees, y conociéndolo, puedo firmar la escritura del capital a ti confiado y al mismo tiempo dar por recibido el interés que me das. Si tú no lo conocieras no se podría hacer ni la escritura del capital, ni la recepción del interés, entonces, he aquí la necesidad de hacértelo conocer; y además, ¿por qué temes hasta quererme mandar a otra criatura? ¿No tienes tú en ti un amor que dice te amo por todos y por todo, un movimiento que me corresponde por el movimiento de todos y que todo lo que tú haces abraza a todos para darme como dentro de un solo abrazo los actos, las plegarias, la gloria, las reparaciones de todos? Si ya lo haces, ¿por qué temes?”
(7) Mientras estaba en esto veía en torno a mí a otras almas, y Jesús ha ido a ellas y parecía que las tocaba para ver si a su toque salía el movimiento de su Vida Divina, pero no salía nada. Entonces ha regresado a mí y tomándome la mano me la ha estrechado fuertemente, a su toque ha salido de mí una luz, y Jesús todo contento me ha dicho:
(8) “Esta luz es el movimiento de la Vida Divina en ti, he ido a las otras criaturas, como tú has visto, y no he encontrado mi movimiento, ¿entonces, cómo puedo confiarles el gran capital de mi Voluntad? Por eso te he elegido, y basta, sé atenta y no temas”.
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19-23
Mayo 23, 1926
El Querer Divino es germen de vida, y donde entra produce la vida, la santidad. Así como la Virgen tuvo su tiempo, quien debe conseguir el Fiat Supremo tiene su tiempo.
(1) Estaba acompañando a mi dulce Jesús en su dolorosa agonía en el huerto, especialmente cuando se descargó sobre su Santísima Humanidad todo el peso de nuestras culpas, hasta hacerle verter viva sangre ¡Oh! cómo habría querido aligerarlo de penas tan desgarradoras. Y mientras lo compadecía me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Voluntad tiene el poder de dar muerte y de dar vida, y como mi Humanidad no conocía otra vida, sino la Vida de mi Voluntad Divina, conforme las culpas se ponían sobre Mí, así Ella me hacía sentir una muerte distinta por cada culpa. Mi Humanidad gemía bajo la pena de la muerte real que me daba mi Suprema Voluntad, pero esta Voluntad Divina, sobre aquella misma muerte que me daba hacía resurgir la nueva vida de gracia a las criaturas, así que sin importar cuán mala y pésima sea la criatura, si tiene la fortuna de hacer entrar en ella un acto de mi Voluntad, aunque sea en el mismo punto de la muerte, siendo Ella Vida, arroja el germen de la vida en el alma, así que poseyendo este germen de vida, hay mucho por qué esperar la salvación del alma, porque la potencia de mi Voluntad tendrá cuidado que este su acto de vida que ha entrado en el alma no perezca y se pueda convertir en muerte, porque mi Voluntad tiene el poder de dar muerte, pero Ella y todos sus actos son intangibles y no sujetos a ninguna muerte. Ahora, si un solo acto de mi Voluntad contiene el germen de la vida, ¿cuál no será la fortuna de quien no un solo acto, sino continuados actos de mi Voluntad abraza en su alma? Ésta no recibe sólo el germen, sino la plenitud de la vida y pone al seguro su santidad”.
(3) Después mi pobre mente se perdía en el Santo Querer Divino haciendo en Él mis acostumbrados actos, me parecía que todo era mío, y conforme giraba por todas las cosas creadas para imprimir por todas partes mi “te amo”, mi adoración, mi gloria a mi Creador, así adquiría nuevos conocimientos de cuanto Dios ha hecho por la criatura y cuánto nos ha amado; la Voluntad Suprema parecía que se deleitaba en hacer conocer las nuevas sorpresas de su amor, a fin de que pudiese seguir sus actos para darme el derecho de poseer lo que ha salido de su Voluntad creadora, y mi pequeñez se perdía en sus inmensos bienes. Mientras estaba en esto, mi dulce Jesús ha salido de dentro de mi interior y me ha dicho:
(4) “Hija mía, cuando mi Mamá Reina vino a la luz del día, todos estaban vueltos hacia Ella, y como si tuviesen una sola mirada, todas las pupilas miraban a Aquélla que debía enjugar su llanto con llevarles la Vida del suspirado Redentor, toda la Creación estaba concentrada en Ella, sintiéndose honrada de obedecer a sus órdenes; la misma Divinidad era toda para Ella y toda atenta a Ella, para prepararla y formar en Ella, con gracias sorprendentes, el espacio donde el Verbo Eterno debía descender para tomar carne humana. Así que si en Nosotros no estuviese la virtud de que mientras obramos, tratamos con alguno, hablamos, mientras damos a una no omitimos a las otras, todos nos habrían dicho: ‘Déjanos a todos nosotros a un lado, piensa en esta Virgen, da, concentra todo en Ella, a fin de que haga venir a Aquél en el cual están puestas nuestras esperanzas, nuestra vida y todo nuestro bien’. Por eso se puede llamar a aquel tiempo en el cual vino a la luz del día la Soberana Reina, el tiempo de mi Mamá. Ahora, hija mía, se puede llamar tu tiempo, todos están vueltos hacia ti, escucho la voz de todos como si fuese una sola, que me ruegan, me apresuran a que mi Voluntad readquiera sus derechos divinos absolutos sobre de ti, a fin de que adquiriendo su total dominio, pueda verter en ti toda la plenitud de los bienes que había establecido dar si la criatura no se hubiera sustraído de su Voluntad. Así que todo el Cielo, la Celestial Mamá, los ángeles y santos, todos están vueltos hacia ti por el triunfo de mi Voluntad, porque su gloria en el Cielo no será completa si mi Voluntad no llega a tener su completo triunfo sobre la tierra, todo fue creado para el total cumplimiento de la Suprema Voluntad, y hasta en tanto que Cielo y tierra no regresen en este anillo del Eterno Querer, se sienten como a la mitad de sus obras, de su alegría y bienaventuranza, porque no habiendo encontrado el Divino Querer su pleno cumplimiento en la Creación, no puede dar lo que tenía establecido dar, esto es, la plenitud de sus bienes, de sus efectos, alegrías y felicidad que contiene. He aquí por qué todos suspiran, mi misma Voluntad es toda para ti y toda atenta a ti, no te niega nada de gracias, de luz y lo que se necesita para formar en ti el más grande de los prodigios, como es su cumplimiento y su total triunfo. ¿Que crees tú que sea más prodigio: Que una pequeña luz quede encerrada en el sol, o que el sol quede encerrado en la pequeña luz?”
(5) Y yo: “Ciertamente que sería más prodigioso que la pequeña luz encerrase en ella al sol, más bien me parece imposible que esto pueda suceder”.
(6) Y Jesús: “Lo que es imposible a la criatura, es posible para Dios. La pequeña luz es el alma y mi Voluntad es el sol, ahora, Ella debe dar tanto a la pequeña luz, para poder formar de ella un cerco y que mi Voluntad quede encerrada en este cerco, y como la naturaleza de la luz es de extender sus rayos dondequiera, mientras quedará triunfante en este cerco, extenderá sus rayos divinos para dar a todos la Vida de mi Voluntad, este es el prodigio de los prodigios que todo el Cielo suspira. Por eso da amplio campo a mi Voluntad, no te opongas en nada, a fin de que lo que fue establecido por Dios en la obra de la Creación tenga su cumplimiento”.
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19-24
Mayo 27, 1926
El Querer Divino envuelve todo y a todos en la unidad de su luz. Cómo toda la Creación posee la unidad, y quien debe vivir en el Querer Divino posee esta unidad.
(1) Estaba haciendo mis acostumbrados actos en el Querer Supremo, y una luz inaccesible envolvía mi pequeño ser, y haciéndome como presentes todas las obras de mi Creador, yo tenía un “te amo” por cada cosa creada, un movimiento por cada movimiento, una adoración y un gracias de reconocimiento por toda la Creación; sin embargo comprendía que era la misma luz la que me suministraba aquel te amo por cada cosa, aquel movimiento, aquella adoración, yo sólo estaba en poder de la luz y ella me engrandecía, me empequeñecía y hacía de mi pequeñez lo que quería. Ahora, mientras me encontraba en este estado, yo estaba doliente porque no veía a mi dulce Jesús y pensaba entre mí: “Jesús me ha dejado, y en esta bendita luz yo no sé hacia dónde volver mis pasos para encontrarlo, porque no se ve ni dónde comienza ni dónde termina; ¡oh luz santa, hazme encontrar a Aquél que es toda mi vida, mi sumo Bien”! Pero mientras me desahogaba por el dolor de la privación de Jesús, todo bondad ha salido de dentro de mi interior, y todo ternura me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿por qué temes? Yo no te dejo, más bien es el Querer Supremo que me eclipsa en ti. La luz de mi Voluntad es interminable, infinita, no se encuentran sus confines, ni dónde comienza ni dónde termina, en cambio mi Humanidad tiene sus confines, sus límites, y por eso siendo mi Humanidad más pequeña que mi Eterna Voluntad, Yo quedo envuelto en Ella y como eclipsado, y mientras estoy contigo doy el campo de acción a mi Querer y gozo de su obrar divino en la pequeñez de tu alma, y preparo una nueva lección que darte para hacerte conocer siempre más las maravillas de mi Supremo Querer; por eso cuando nades en Él está segura de que estoy contigo, más bien hago contigo lo que haces tú, y para darle todo el campo de acción Yo estoy en ti como escondido, para gozarme sus frutos. Ahora, tú debes saber hija mía que la verdadera luz es inseparable; mira, también el sol que está en la atmósfera tiene esta prerrogativa y posee la unidad de la luz, tiene tan compactada a la luz en su esfera, que no pierde ni un átomo, y a pesar de que desciende a lo bajo llenando de luz toda la tierra, la luz no se divide jamás, es tan compacta en sí misma, unida, inseparable, que jamás pierde nada de su luz solar, tan es verdad, que expande sus rayos todos juntos haciendo huir por todas partes de la tierra a las tinieblas, y al retirar su luz retira todos sus rayos, no dejando ni siquiera las huellas de sus átomos. Si la luz del sol fuese divisible, desde hace mucho tiempo se hubiese empobrecido de luz y no tendría más la fuerza para iluminar a toda la tierra, y se podría decir: ‘luz dividida, tierra desolada’. Así que el sol puede cantar victoria y posee toda su fuerza y todos sus efectos en la unidad de su luz, y si la tierra recibe tantos admirables e innumerables efectos, de poderse llamar al sol vida de la tierra, todo esto sucede por la unidad de la luz que posee, que desde hace tantos siglos no ha perdido ni siquiera un átomo de luz de los que Dios le confió, y por esto es siempre triunfante, majestuoso y fijo, siempre estable en alabar en su luz el triunfo y la gloria de la luz eterna de su Creador. Ahora hija mía, el sol es el símbolo de mi Eterno Querer, y si este símbolo posee la unidad de la luz, mucho más mi Voluntad que no es símbolo, sino la realidad de la luz, y el sol se puede llamar la sombra de la luz inaccesible de mi Voluntad. Tú has visto su inmensidad, y que no sólo se ve un globo de luz como en el sol, sino una vastedad inmensa, la cual el ojo humano no puede llegar a ver ni dónde comienza ni dónde termina, sin embargo toda esta interminabilidad de luz es un acto solo del Eterno Querer. Está tan compacta toda esta luz increada, que se vuelve inseparable, indivisible, así que más que sol posee la unidad eterna, en la cual viene fundado el triunfo de Dios y de todas nuestras obras. Ahora, este triunfo de la unidad del Supremo Querer, el centro de su sede, de su trono, es el centro de la Trinidad Sacrosanta, de este centro divino parten sus rayos fulgidísimos e invisten toda la patria celestial, y todos los santos y ángeles están investidos por la unidad de mi Querer, y todos reciben los efectos innumerables, que raptándolos todos a sí, forma de ellos una sola unidad con la unidad suprema de mi Voluntad; estos rayos invisten toda la Creación y forman su unidad con el alma que vive en mi Voluntad. Mira, la unidad de esta luz de mi Voluntad que está en el centro de las Tres Divinas Personas, está ya fijada en ti, así que una es la luz y el acto, una es la Voluntad. Ahora, mientras hagas tus actos en esta unidad, están ya incorporados a aquel acto solo del centro de las Tres Divinas Personas, y la Divinidad está ya contigo para hacer lo que haces tú; la Mamá Celestial, los santos y ángeles y toda la Creación, todos en coro repiten tu acto y sienten los efectos de la Voluntad Suprema. Mira, escucha el prodigio nunca visto de aquel acto solo que llena Cielo y tierra, y que la misma Trinidad, unificándose con la criatura, se pone como primer acto del acto de la criatura”.
(3) Mientras estaba en esto veía la luz eterna fijada en mí, y oía el coro de todo el Cielo y de toda la Creación en su mudo lenguaje, ¿pero quién puede decirlo todo, y lo que comprendía de la unidad de la luz del Supremo Querer? Y Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, cada acto para ser bueno y santo, su principio debe venir de Dios, y he aquí que el alma que vive en mi Querer, en la unidad de esta luz, su adoración, su amor, su movimiento y todo lo que pueda hacer comienza en la Trinidad Divina, así que recibe el principio de sus actos de Dios mismo, y he aquí que su adoración, su amor, su movimiento, es la misma adoración que tienen entre Ellas las Tres Divinas Personas, y el mismo amor recíproco que reina entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo; su movimiento es aquel movimiento eterno que jamás cesa y que da movimiento a todos. La unidad de esta luz pone todo en común, y lo que hace Dios hace el alma, y lo que hace el alma hace Dios, Dios por virtud propia, el alma en virtud de la unidad de la luz que la envuelve; por eso el prodigio del vivir en mi Querer es el prodigio de Dios mismo, es prodigio primario, todos los otros prodigios, todas las otras obras, aun buenas y santas, quedan eclipsadas, desaparecen delante a los actos hechos en la unidad de esta luz. Imagínate el sol, que en la unidad de su luz expande sus rayos invadiendo toda la tierra, y a las criaturas que pusieran de frente a la fulgurante luz del sol todas las luces que hay en lo bajo de la tierra, luz eléctrica, luces privadas, por cuantas quisieran poner su luz quedaría mezquina delante al sol, casi como si no existieran, y ninguno se serviría de todas aquellas luces para dar luz a su paso para caminar, a la mano para trabajar, al ojo para ver, sino que todos se servirían del sol y todas aquellas luces quedarían ociosas, sin hacer bien a ninguno. Así son todas las otras obras que no son hechas en la unidad de la luz de mi Querer, son las pequeñas luces delante al gran sol, que casi no se les presta atención; sin embargo aquellas luces que estando el sol no sirven para nada y no hacen ningún bien, desaparecido el sol adquieren su pequeño valor y hacen su pequeño bien, son luz en las tinieblas de la noche, sirven al obrar del hombre, pero jamás son sol, ni pueden hacer el gran bien que puede hacer el sol. El fin de la Creación era, que habiendo salido todas las cosas de dentro de la unidad de esta luz del Fiat Supremo, todas debían quedar en la unidad de Él, sólo la criatura no quiso conocer esta finalidad y salió de la unidad de la luz del sol de mi Querer, y se redujo a mendigar los efectos de esta luz, casi como tierra que mendiga del sol la vegetación y el desarrollo de la semilla que esconde en su seno. ¡Qué dolor hija mía, qué dolor, de rey reducirse a mendigo y mendigar de quien debía estar a su servicio!”
(5) Jesús todo afligido y doliente ha hecho silencio, y yo comprendía todo el dolor que lo traspasaba, sentía en mí su dolor que me penetraba hasta en las más íntimas fibras de mi alma, pero yo quería a cualquier costo aliviar a Jesús, y he regresado a mis acostumbrados actos en la unidad de su Querer, conociendo que Él pasa fácilmente del dolor a la alegría cuando mi pequeñez se sumerge en la luz inaccesible de su Voluntad. Entonces Jesús amaba junto conmigo y el amor ha mitigado su dolor y ha retomado la palabra:
(6) “Hija mía, ya que te estoy creciendo en mi Querer, ¡ah!, no quieras darme jamás este dolor tan traspasante de salir de la unidad de la luz del Fiat Supremo, prométeme, júrame que serás siempre la recién nacida de mi Voluntad”.
(7) Y yo: “Amor mío, consuélate, yo lo prometo, lo juro, y Tú debes prometerme de tenerme siempre en tus brazos y abismada en tu Querer, no debes dejarme jamás si quieres que yo sea siempre, siempre la pequeña hija de tu Voluntad, pues yo tiemblo y temo de mí misma, mucho más, pues por cuanto más hablas de este Querer Supremo, tanto más siento que no soy buena para nada, y la nulidad de mi nada se hace sentir más”. Y Jesús suspirando ha agregado:
(8) “Hija mía, este sentir de más tu nada no se opone al vivir en mi Querer, más bien es un deber tuyo. Todas mis obras están formadas sobre la nada, y por eso el Todo puede hacer lo que quiere. Si el sol tuviera razón y se le preguntase: ‘¿Qué haces de bien? ¿Cuáles son tus efectos? ¿Cuánta luz y calor contienes?’ Respondería: ‘Yo no hago nada, sólo sé que la luz que Dios me dio está investida del Querer Supremo, y hago lo que quiere, me extiendo donde quiere y produzco los efectos que quiere, y mientras hago tanto, yo quedo siempre nada y todo lo hace el Querer Divino en mí’. Y así todas las otras obras mías, toda su gloria es quedar en la nada para dar todo el campo a mi Voluntad para hacerla obrar. Sólo el hombre quiso hacer sin la Voluntad de su Creador, quiso hacer obrar su nada, creyéndose bueno a cualquier cosa; y el Todo, sintiéndose pospuesto por la nada salió del hombre, el cual se redujo de superior a todos, a estar por debajo de todos, por eso haz que tu nada esté siempre en poder de mi Querer si quieres que la unidad de su luz obre en ti y llame a nueva vida la finalidad de la Creación”.
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19-25
Mayo 31, 1926
Diferencia entre quien vive en el Querer Divino y entre quien está resignado y sometido. La primera es sol, la otra es tierra que vive de los efectos de la luz.
(1) La luz del Divino Querer continúa envolviéndome, y mi pequeña inteligencia mientras nada en el mar inmenso de esta luz, apenas puede tomar alguna gota de luz y alguna pequeña llamita de las tantas verdades, conocimientos y felicidad que contiene este mar interminable del Eterno Querer, y muchas veces no encuentro las palabras adecuadas para poner en el papel aquel poco de luz, digo poco en comparación a lo tanto que dejo, porque mi pequeña y pobre inteligencia toma cuanto basta para llenarme, el resto debo dejarlo; sucede como a una persona que se arroja en el mar, ella queda toda bañada, el agua le corre por todas partes, hasta en las vísceras, pero saliendo del mar, ¿qué cosa lleva consigo de toda el agua del mar? Poquísimo, y casi nada en comparación del agua que permanece en el mar; y por haber estado en el mar, ¿puede tal vez decir cuánta agua contiene, cuántas especies de pescados y su cantidad que hay en el mar? Ciertamente que no, sin embargo sabrá decir aquél poco que ha visto del mar. Así es mi pobre alma. Entonces mi dulce Jesús, mientras me encontraba en esta luz ha salido de dentro de mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, esta es la unidad de la luz de mi Voluntad, y a fin de que tú la ames siempre más y te confirmes mayormente en Ella, quiero hacerte conocer la gran diferencia que hay entre quien vive en mi Querer, en la unidad de esta luz, y entre quien se resigna y se somete a mi Voluntad, y para hacértelo comprender bien te daré una similitud en el sol que está en el cielo: El sol, estando en la bóveda de los cielos expande sus rayos sobre la superficie de la tierra; mira, entre la tierra y el sol hay una especie de acuerdo, el sol en tocar la tierra y la tierra en recibir la luz y el toque del sol. Ahora, la tierra con recibir el toque de la luz sometiéndose al sol, recibe los efectos que contiene la luz, y estos efectos cambian la faz de la tierra, la hacen reverdecer, la llenan de flores, se desarrollan las plantas, maduran los frutos y tantas otras maravillas que se ven sobre la faz de la tierra, producidas siempre por los efectos que contiene la luz solar. Pero el sol, con dar sus efectos no da su luz, más bien, celoso de ella conserva su unidad, y los efectos no son duraderos, y por eso se ve la pobre tierra ahora florida, ahora toda despojada de flores, casi a cada estación se cambia, sufre continuas mutaciones; si el sol diese a la tierra efectos y luz, la tierra se cambiaría en sol y no tendría más necesidad de mendigar los efectos, porque conteniendo en sí la luz, llegaría a ser dueña de la fuente de los efectos que el sol contiene. Ahora, así es el alma que se resigna y se somete a mi Voluntad, vive de los efectos que hay en Ella, y no poseyendo la luz no posee la fuente de los efectos que hay en el Sol del Eterno Querer, y por eso se ven casi como tierra, ahora ricas de virtud, ahora pobres, y se cambian a cada circunstancia, mucho más que si no están siempre resignadas y sometidas a mi Voluntad, serían como tierra que no se quisiera hacer tocar por la luz del sol, porque si recibe los efectos es porque se hace tocar por su luz, de otra manera quedaría escuálida, sin producir ni un hilo de hierba. Así quedó Adán después del pecado, él perdió la unidad de la luz y por lo tanto la fuente de los bienes y efectos que el Sol de mi Voluntad contiene, no sentía más en sí mismo la plenitud del Sol Divino, no descubría más en él aquella unidad de la luz que su Creador le había fijado en el fondo de su alma, que comunicándole su semejanza hacía de él una copia fiel de Él. Antes de pecar, poseyendo la fuente de la unidad de la luz con su Creador, cada pequeño acto suyo era rayo de luz, que invadiendo toda la Creación iba a fijarse en el centro de su Creador, llevándole el amor y la correspondencia de todo lo que había sido hecho por Él en toda la Creación; era él el que armonizaba todo y formaba la nota de acuerdo entre el Cielo y la tierra, pero en cuanto se sustrajo de mi Voluntad, sus actos no fueron más como rayos que invadían Cielo y tierra, sino que se restringieron casi como plantas y flores en el pequeño cerco de su terreno, así que perdiendo la armonía con toda la Creación, se volvió la nota discordante de todo lo creado, ¡oh, cómo descendió en lo bajo y lloró amargamente la unidad de la luz perdida, que elevándolo sobre todas las cosas creadas hacía de Adán el pequeño dios de la tierra!
(3) Ahora hija mía, por lo que te he dicho puedes comprender que el vivir en mi Voluntad es poseer la fuente de la unidad de la luz de mi Voluntad, con toda la plenitud de los efectos que en Ella hay, así que surge en cada acto suyo la luz, el amor, la adoración, etc., que constituyéndose acto por cada acto, amor por cada amor, como luz solar invade todo, armoniza todo, concentra todo en sí y como refulgente rayo lleva a su Creador la correspondencia de todo lo que ha hecho por todas las criaturas y la verdadera nota de acuerdo entre el Cielo y la tierra. ¡Qué diferencia hay entre quien posee la fuente de los bienes que contiene el Sol de mi Voluntad, y entre quien vive de los efectos de Ella! Es la diferencia que existe entre el sol y la tierra; el sol posee siempre la plenitud de la luz y de los efectos, está siempre radiante y majestuoso en la bóveda del cielo, no tiene necesidad de la tierra, y mientras toca todo, él es intangible, no se deja tocar por ninguno, y si alguno tuviera la osadía de querer fijarlo, con su luz lo eclipsa, lo ciega y lo echa por tierra; en cambio la tierra tiene necesidad de todo, se hace tocar, despojar, y si no fuese por la luz del sol y sus efectos sería una tétrica prisión llena de escuálida miseria. Por eso no hay comparación posible entre quien vive en mi Voluntad y entre quien se somete a Ella. Así que la unidad de la luz la poseía Adán antes de pecar y no pudo recuperarla más estando en vida; de él sucedió como tierra que gira en torno al sol, que no estando fija, mientras gira se opone al sol y forma la noche. Ahora, para volverlo fijo de nuevo y poder así sostener la unidad de esta luz, se necesitaba un Reparador, y Éste debía ser superior a él, se necesitaba una fuerza divina para enderezarlo, he aquí la necesidad de la Redención.
(4) La unidad de esta luz la poseía mi Celestial Mamá y por eso más que sol puede dar luz a todos, y por eso entre Ella y la Majestad Suprema no hubo jamás noche ni sombra alguna, sino siempre pleno día, y por esto a cada instante esta unidad de la luz de mi Querer hacía correr en Ella toda la Vida Divina que le llevaba mares de luz, de alegrías, de felicidad, de conocimientos divinos, mares de belleza, de gloria, de amor, y Ella como en triunfo llevaba a su Creador todos estos mares como suyos, para atestiguarle su amor, su adoración, y para hacerlo enamorar de su belleza, y la Divinidad hacía correr otros nuevos mares más bellos. Ella poseía tanto amor, que como connatural podía amar por todos, adorar y suplir por todos, sus pequeños actos hechos en la unidad de esta luz eran superiores a los más grandes actos y a todos los actos de todas las criaturas juntas, por eso a todos los sacrificios, las obras, el amor de todas las demás criaturas se les puede llamar pequeñas llamitas frente al sol, gotitas de agua frente al mar, en comparación de los actos de la Soberana Reina, y por eso Ella, en virtud de la unidad de esta luz del Supremo Querer, triunfó sobre todo y venció a su mismo Creador y lo hizo prisionero en su seno materno. ¡Ah, sólo la unidad de esta luz de mi Querer que poseía Aquélla que imperaba sobre todo, pudo formar este prodigio nunca antes sucedido, y que le suministraba los actos dignos de este Prisionero Divino!
(5) Adán, al perder esta unidad de la luz se trastornó y formó la noche, las debilidades, las pasiones, para él y para todas la generaciones. Esta Virgen excelsa, con no hacer jamás su voluntad, estuvo siempre derecha y de frente al Sol eterno, y por eso para Ella siempre fue día e hizo despuntar el día del sol de justicia para todas las generaciones; si esta Virgen Reina no hubiese hecho otra cosa que conservar en el fondo de su alma inmaculada la unidad de la luz del eterno Querer, habría bastado para darnos la gloria de todos, y la correspondencia del amor de toda la Creación. La Divinidad, por medio suyo, en virtud de mi Voluntad, se sintió regresar las alegrías y la felicidad que había establecido recibir por medio de la Creación, por eso Ella se puede llamar la Reina, la Madre, la Fundadora, la Base y Espejo de mi Voluntad, en el cual todos pueden mirarse para recibir de Ella la Vida de mi Voluntad”.
(6) Después de esto yo me sentía como empapada de esta luz y comprendía el gran prodigio del vivir en la unidad de esta luz del Querer Supremo, y mi dulce Jesús, regresando ha agregado:
(7) “Hija mía, Adán en el estado de inocencia y mi Mamá Celestial, poseían la unidad de la luz de mi Voluntad, no por virtud propia, sino por virtud comunicada por Dios, en cambio mi Humanidad la poseía por virtud propia, porque en Ella no sólo estaba la unidad de la luz del Supremo Querer, sino que también estaba el Verbo Eterno, y como Yo soy inseparable del Padre y del Espíritu Santo, sucedió la verdadera y perfecta bifurcación, que mientras permanecí en el Cielo descendí en el seno de mi Mamá, y siendo el Padre y el Espíritu Santo inseparables de Mí, también Ellos descendieron junto conmigo y al mismo tiempo quedaron en lo alto de los Cielos”.
(8) Ahora, mientras Jesús me decía esto, me ha venido la duda de si las Tres Divinas Personas habían sufrido las Tres, o bien sólo el Verbo, y Jesús ha retomado la palabra y me ha dicho:
(9) “Hija mía, el Padre y el Espíritu Santo, porque son inseparables de Mí, descendieron junto Conmigo, y Yo quedé con Ellos en los Cielos, pero el trabajo de satisfacer, de sufrir y de redimir al hombre fue tomado por Mí; Yo, Hijo del Padre, tomé el trabajo de reconciliar a Dios con el hombre. Nuestra Divinidad era intangible de poder sufrir la más mínima pena, fue mi Humanidad que unida con las Tres Divinas Personas en modo inseparable, la cual dándose en poder de la Divinidad sufría penas inauditas, satisfacía en modo divino, y como mi Humanidad no sólo poseía la plenitud de mi Voluntad como virtud propia, sino al mismo Verbo, y por consecuencia de la inseparabilidad, al Padre y al Espíritu Santo, por eso superó en modo más perfecto tanto a Adán inocente cuanto a mi misma Mamá, porque en ellos era gracia, en Mí era naturaleza; ellos debían tomar de Dios la luz, la gracia, la potencia, la belleza; en Mí estaba la fuente de donde surgía luz, belleza, gracia, etc., así que era tanta la diferencia entre Mí que era naturaleza, y entre mi misma Mamá en que era gracia, que Ella quedaba eclipsada delante a mi Humanidad. Por eso hija mía sé atenta, tu Jesús tiene la fuente que surge y tiene siempre qué darte, y tú siempre qué tomar, por cuanto pueda decirte acerca de mi Voluntad, siempre tengo más qué decirte, y no te bastará ni la corta vida del exilio, ni toda la eternidad para hacerte conocer la larga historia de mi Suprema Voluntad, ni para numerarte los grandes prodigios que hay en Ella”.
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19-26
Junio 6, 1926
Jesús quiere nuestro enlace en todo lo que ha hecho. Así como Dios estableció la época y el tiempo de la Redención, así es para el Reino de su Voluntad. La Redención es medio y ayuda para el hombre, la Voluntad Divina es principio y fin del hombre.
(1) Estaba según mi costumbre haciendo mis actos en la Voluntad Suprema, y trataba de encontrar todo lo que hizo mi Jesús, mi Mamá Celestial, la Creación y todas las criaturas, ahora mientras esto hacía, mi dulce Jesús me ayudaba a hacerme presente todos sus actos que yo omitía buscar, no teniendo la capacidad para ello, y Jesús todo bondad me hacía presente su acto diciéndome:
(2) “Hija mía, en mi Voluntad todos mis actos están presentes, como alineados entre ellos. Mira, aquí están todos los actos de mi infancia, están mis lágrimas, mis gemidos, está también cuando de pequeño niño, pasando por los campos cogía las flores, ven a poner tu ‘te amo’ sobre las flores que tomo y sobre mis manos que se extienden para tomarlas, en aquellas flores era a ti a quien miraba, era a ti a quien tomaba como pequeña florecita de mi Voluntad, ¿no quieres tú entonces hacerme compañía en todos mis actos infantiles con tu amor y con entretenerte Conmigo en estos actos inocentes? Después está cuando de pequeño niño, cansado de llorar por las almas tomaba un brevísimo sueño, pero antes de cerrar los ojos te quería a ti para reconciliar el sueño, quería verte besar mis lágrimas al imprimir tu ‘te amo’ en cada lágrima, y con el arrullo de tu ‘te amo’ me hagas cerrar los ojos al sueño, pero mientras duermo no me dejes solo, sino espérame a que me despierte, a fin de que igual que al cerrar mis ojos al sueño, así al abrirlos me despierte en tu ‘te amo’.
(3) Hija mía, estaba establecido para quien debía vivir en mi Querer que fuera inseparable de Mí, y a pesar de que tú entonces no existías, mi Voluntad te hacía presente y me daba tu compañía, tus actos, tu ‘te amo’; ¿y sabes tú qué significa un ‘te amo’ en mi Voluntad? Ese ‘te amo’ encierra una felicidad eterna, un amor divino, y para mi infantil edad era bastante para hacerme feliz y para formar en torno a Mí un mar de alegría, bastante para hacerme poner a un lado todas las amarguras que me daban las criaturas. Si tú no sigues todos mis actos habrá un vacío de tus actos en mi Voluntad, y Yo quedaré aislado sin tu compañía, quiero tu enlace a todo lo que he hecho, porque siendo una la Voluntad que nos une, por consecuencia uno debe ser el acto. Pero sígueme aún, mírame aquí, cuando en mi infantil edad de dos o tres años Yo me apartaba de mi Mamá, y de rodillas con los bracitos abiertos en forma de cruz rogaba a mi Celestial Padre para que tuviese piedad del género humano, y en mis bracitos abiertos abrazaba a todas las generaciones; mi posición era desgarradora, tan pequeño, de rodillas con los bracitos abiertos, llorar, rogar, mi Mamá no habría podido resistir el verme, su amor materno que tanto me amaba la habría hecho sucumbir, por eso ven tú que no tienes el amor de mi Mamá, ven a sostenerme los bracitos, a enjugarme las lágrimas, pon un ‘te amo’ sobre aquel terreno donde apoyaba mis pequeñas rodillas, a fin de que no me sea tan duro, y después arrójate en mis bracitos a fin de que te ofrezca a mi Celestial Padre como hija de mi Voluntad. Desde entonces yo te llamaba, y cuando me veía solo, abandonado por todos, Yo decía entre Mí: ‘Si todos me dejan, la recién nacida de mi Voluntad no me dejará jamás solo’. Porque el aislamiento me es demasiado duro, y por eso mis actos esperan a los tuyos, y tu compañía”.
(4) ¿Pero quién puede decir todo lo que mi dulce Jesús me hacía presente de todos los actos de su Vida? Si yo quisiera decirlos todos me extendería demasiado, debería llenar volúmenes enteros, por eso mejor aquí pongo punto...
(5) Después de esto estaba diciendo a mi amable Jesús: “Amor mío, si tanto amas el que tu Santísima Voluntad sea conocida y que reine con su pleno dominio en medio de las criaturas, ¿por qué cuando viniste a la tierra, unido con tu Mamá Celestial, que así como obtuvo al suspirado Redentor así podía obtener el suspirado Fiat, no formaste unido a la Redención el cumplimiento de tu Santísima Voluntad? Vuestra presencia visible habría ayudado, facilitando en modo admirable el reino de la Suprema Voluntad sobre la tierra; en cambio hacerlo por medio de esta pobre, mezquina e incapaz criatura, me parece como si no debiese tener toda la gloria y el total triunfo”. Y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(6) “Hija mía, todo estaba establecido, la época y el tiempo, tanto de la Redención como aquél de hacer conocer mi Voluntad en la tierra a fin de que reinase en ella. Estaba establecido que mi Redención debía servir como medio de ayuda, Ella no había sido el principio del hombre, sino que surgió como medio después de que el hombre se alejó de su principio; en cambio mi Voluntad fue el principio del hombre y el fin en el cual debe encerrarse; todas las cosas tienen su principio en mi Voluntad y todo debe regresar en Ella, y si no todas en el tiempo, en la eternidad ninguno le podrá huir, por eso, también por esta razón, el primado es siempre de mi Voluntad. Para formar la Redención Yo tenía necesidad de una Madre Virgen, concebida sin la sombra de la mancha original, porque debiendo tomar carne humana, era decoroso para Mí, Verbo Eterno, que no tomase una sangre infectada para formar mi Santísima Humanidad. Ahora, para hacer conocer mi Voluntad, para que reinara, no era necesario que Yo hiciera una segunda madre según el orden natural, más bien necesito una segunda madre en el orden de la gracia, porque para hacer que reine mi Voluntad no tengo necesidad de otra Humanidad, sino de dar tal conocimiento de Ella, que atraídos por sus prodigios, por su belleza y santidad y por el bien grandísimo que le viene a la criatura, puedan con todo amor someterse a su dominio, y por eso, eligiéndote para la misión de mi Querer, según el orden natural te he tomado de la estirpe común, pero por el decoro de mi Voluntad, según el orden de la gracia, debía elevarte tanto, de no quedar en tu alma ninguna sombra contaminada por la cual mi Voluntad pudiera sentir renuencia de reinar en ti. Así como se necesitaba la sangre pura de la Inmaculada Virgen para formar mi Humanidad, para poder redimir al hombre, así se necesitaba la pureza, el candor, la santidad, la belleza de tu alma para poder formar en ti la Vida de mi Voluntad. Y así como al formar mi Humanidad en el seno de mi Mamá, esta Humanidad se dio a todos, se entiende a aquellos que me quieren, como medio de salvación, de luz, de santidad, así esta Vida de mi Voluntad formada en ti se dará a todos para hacerse conocer y tomar su dominio. Si hubiese querido liberarte de la mancha de origen, como a mi Celestial Mamá, para hacer que mi Voluntad tomase vida en ti, ninguno hubiera pensado en que mi Querer reinase en ellos, habrían dicho: ‘Se necesita ser una segunda Madre de Jesús, tener sus privilegios para hacer reinar la Vida de la Voluntad Suprema en nosotros’. En cambio con conocer que eres de la estirpe de ellos, concebida como ellos, queriéndolo, podrán también ellos, ayudándose con su buen querer, conocer la Voluntad Suprema, lo que deben hacer para hacerla reinar en ellos, el bien que les viene, la felicidad terrestre y celeste preparada en modo distinto para aquellos que harán reinar a mi Voluntad. Mi Redención debía servir para plantar el árbol de mi Voluntad, el cual regado con mi sangre, cultivado y trabajado con mis sudores y penas inauditas, abonado con los Sacramentos, debía primero hacer desarrollar el árbol, después florecer, y al final hacer madurar los frutos celestiales de mi Voluntad. Pero para hacer madurar estos frutos preciosos no bastaba el curso de mis treinta y tres años, ni las criaturas estaban preparadas, dispuestas para tomar un alimento tan delicado que daba todo el Cielo. por eso me contenté con plantar el árbol, dejando todos los medios posibles para hacerlo crecer bello y gigantesco, y a tiempo oportuno, cuando los frutos están por madurar, a fin de que sean cortados, te he escogido a ti en modo todo especial para hacerte conocer el bien que contiene, y cómo quiero levantar de nuevo a la criatura a su origen, y que poniendo a un lado su voluntad, causa por la que descendió de su estado feliz, comerá de estos frutos preciosos, los cuales le darán tanto gusto, que servirán para quitarle toda la infección de las pasiones y del propio querer, y restituirle el dominio a mi Voluntad. Ella, abrazando todo dentro de un solo abrazo, unirá todo junto, Creación, Redención y cumplimiento del fin por el cual todas las cosas fueron creadas, esto es, que mi Voluntad sea conocida, amada y cumplida como en el Cielo así en la tierra”.
(7) Y yo: “Jesús, amor mío, por cuanto más dices, tanto más siento el peso de mi pequeñez, y temo que pueda servir de obstáculo al reino de tu Voluntad sobre la tierra. ¡Oh, si Tú y mi Mamá lo hubiesen hecho directamente estando en la tierra, tu Querer habría tenido su pleno efecto!” Y Jesús interrumpiéndome ha agregado:
(8) “Hija mía, nuestro trabajo fue plenamente cumplido, tú sé atenta a cumplir el tuyo. Esto es trabajo tuyo, mucho más que Yo y la Soberana Reina somos intangibles de las penas, estamos en estado de impasibilidad y de gloria completa, y por eso las penas no pueden tener más qué hacer con Nosotros; tú en cambio tienes las penas en tu ayuda para impetrar el Fiat Supremo, nuevos conocimientos, nuevas gracias, y Yo a pesar de que estoy en el Cielo, estaré escondido en ti para formar el Reino a mi Voluntad. Mi potencia es siempre la misma, y aun estando en el Cielo puedo hacer lo que habría hecho estando visible sobre la tierra; cuando Yo quiero y la criatura se presta dándose toda en poder de mi Querer, Yo la invisto y le hago hacer lo que debería hacer Yo mismo. Por eso sé atenta y pon atención a tu trabajo”.
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19-27
Junio 15, 1926
Así cómo el conocimiento dio vida a los frutos de la Redención, así dará vida a los frutos de la Divina Voluntad.
(1) Me sentía toda llena de defectos, especialmente por la gran repugnancia que siento cuando se trata de escribir las cosas íntimas entre Nuestro Señor y yo, es tanto el peso que siento, que no sé qué haría para no hacerlo, pero como la obediencia de quien está sobre mí se impone, yo quisiera oponerme, quisiera decir mis razones para no hacerlo, pero termino siempre cediendo. Ahora, habiendo pasado una oposición similar me sentía llena de defectos y toda mala, por eso al venir el bendito Jesús le he dicho:
(2) “Jesús, vida mía, ten piedad de mí, mírame cómo estoy llena de defectos y cuánta maldad hay en mí”.
(3) Y Él todo bondad y ternura me ha dicho:
(4) “Hija mía, no temas, Yo te vigilo y estoy a la custodia de tu alma, a fin de que el pecado, aun mínimo, no entre en tu alma, y donde tú u otros ven defectos y maldad en ti, Yo no la encuentro, más bien veo que tu nada siente el peso del Todo, porque por cuanto más te elevo íntimamente a Mí y te hago conocer lo que quiere hacer el Todo de tu nada, tanto más sientes tu nulidad, y casi espantada, aplastada bajo el Todo quisieras no manifestar nada y mucho menos poner sobre el papel lo que el Todo quiere hacer de esta nada, mucho más que por cuanta renuencia tú sientes, Yo venzo siempre y te hago hacer lo que quiero. Esto le sucedió también a mi Mamá Celestial cuando le fue dicho: ‘Te saludo María, llena de gracia, Tú concebirás al Hijo de Dios’. Ella al oír esto se espantó, tembló y dijo: ‘¿Cómo puede suceder esto?’ Pero terminó diciendo: ‘Fiat Mihi Secundum Verbum Tuum’. Ella sintió todo el peso del Todo sobre su nada y naturalmente se espantó. Así que cuando te manifiesto lo que quiero hacer de ti, tu nada se espanta; veo repetir el espanto de la Soberana Reina, y Yo, compadeciéndote, levanto tu nada, la refuerzo a fin de que pueda resistir para sostener al Todo. Por eso no pienses en esto, sino piensa más bien en hacer obrar al Todo en ti”.
(5) Después estaba haciendo mis acostumbrados actos en el Querer Supremo, abrazando todo y a todos para poder llevar a mi Creador los actos de todos como un acto solo; ahora, mientras esto hacía, mi dulce Jesús ha salido de dentro de mi interior, y abrazando todo junto conmigo, se unía conmigo haciendo lo que hacía yo, y después todo amor me ha dicho:
(6) “Hija mía, amo tanto los actos hechos en mi Querer, que Yo mismo tomo el empeño de custodiarlos en la unidad de mi luz suprema, de modo de volverlos inseparables de Mí y de mis mismos actos. Si tú supieras cómo soy celoso de estos actos, cómo me glorifican en modo todo divino, se puede decir que cada uno de estos actos es una nueva fiesta que se inicia en toda la Creación y en toda la Patria Celestial; dondequiera que se encuentra mi Voluntad, estos actos, corriendo en Ella como rayos de luz, llevan nuevas alegrías, fiestas y felicidad, estos actos son las alegrías, la fiesta y la felicidad que forma la criatura en la Voluntad de su Creador, ¿y te parece poco que la criatura pueda formar y llevar la fiesta, la alegría, la felicidad a su Creador, y por todas partes donde reina nuestra Voluntad? Esto sucedió a mi Mamá Reina, Ella, porque obró siempre en la unidad de la luz del Querer Supremo, todos sus actos, el oficio de Madre, los derechos de Reina, quedaron inseparables de su Creador, tan es verdad, que la Divinidad cuando hace salir fuera los actos de la bienaventuranza para hacer feliz a toda la Patria Celestial, hace salir junto todos los actos de la Mamá Celestial, así que todos los santos se sienten investidos no sólo de nuestras alegrías y bienaventuranzas, sino que quedan también investidos por el amor materno de la Madre de ellos, de la gloria de su Reina y de todos sus actos convertidos en alegrías para toda la Celestial Jerusalén, así que todas las fibras de su corazón materno aman con amor de madre a todos los hijos de la Patria Celestial, y los hace partícipes en todas las alegrías de Madre y la gloria de Reina. Así que Ella fue Madre de amor y de dolor en la tierra para sus hijos, que le costaron tanto, cuanto le costó la Vida de su Hijo Dios, y en virtud de la unidad de la luz del Querer Supremo que poseía, sus actos permanecieron inseparables de los nuestros; es Madre de amor en el Cielo, de alegrías y de gloria para todos sus hijos celestiales, así que todos los santos tienen un amor mayor, gloria y alegrías de más por virtud de su Madre y Soberana Reina. Por eso, amo tanto a quien vive en mi Voluntad que Yo me abajo hasta ella para hacer junto con ella lo que ella hace, para elevarla hasta el seno del Eterno, para hacer uno su acto con su Creador”.
(7) Después de esto me he quedado pensando en la bendita Voluntad de Dios, y muchas cosas giraban en mi mente, que no es necesario decirlas, y mi dulce Jesús, regresando ha agregado:
(8) “Hija mía, el triunfo de mi Voluntad está unido con la Creación y con la Redención, se puede llamar triunfo único; y así como una mujer fue la causa de la ruina del hombre, después de cuatro mil años una Virgen mujer fue la causa de que, haciendo nacer de Ella mi Humanidad unida al Verbo Eterno, dio el remedio a la ruina del hombre caído. Ahora el remedio del hombre está formado, ¿y sólo mi Voluntad debe quedar sin su pleno cumplimiento, mientras que Ella tiene su acto primero tanto en la Creación como en la Redención? He aquí el por qué después de otros dos mil años hemos escogido otra virgen como triunfo y cumplimiento de nuestra Voluntad. Así que nuestra Voluntad, formando su Reino en tu alma y haciéndose conocer, con este conocimiento te ha dado la mano para elevarte a vivir en la unidad de su luz, de modo de formar tu vida en Ella y que Ella forme su Vida en ti, y habiendo formado en ti su dominio, forma la conexión para comunicar su dominio a las otras criaturas; y así como al descender el Verbo en el seno de la Inmaculada Virgen no permaneció sólo para Ella, sino que formé la conexión de comunicación para las criaturas y me di a todas y para remedio de todas; así sucederá de ti, porque con el haber formado en ti su Reino, mi Supremo Querer forma las comunicaciones para hacerse conocer a las criaturas; todo lo que te he dicho sobre de Él, los conocimientos que te he dado, el modo y el cómo del vivir en mi Querer, el hacerte conocer cómo quiere, suspira que el hombre regrese en sus brazos, que vuelva a entrar en su principio del Querer Eterno de donde salió, todo son vías de comunicación, vínculos de unión, transmisión de luz, vientecillo para hacerles respirar el aire de mi Voluntad, y por lo tanto desinfectar el aire de la voluntad humana, y viento impetuoso para apoderarse y desarraigar las voluntades más rebeldes. Cada conocimiento que te he dado sobre mi Voluntad contiene una potencia creadora, y el todo está en poner fuera estos conocimientos, que la potencia que contienen sabrá hacer brecha en los corazones para someterlos a su dominio. ¿No sucedió tal vez lo mismo en la Redención? Hasta en tanto que estuve con mi Mamá en mi Vida escondida de Nazaret, todo callaba en torno a Mí, si bien este escondimiento mío junto con la Celestial Reina sirvió admirablemente para formar la sustancia de la Redención, y poderme anunciar que ya estaba en medio a ellos; pero los frutos de Ella, ¿cuándo se comunicaron en medio de los pueblos? Cuando salí en público, me hice conocer, les hablé con la Potencia de mi palabra creadora, y conforme todo lo que Yo hice y dije se divulgó y se divulga todavía ahora en medio de los pueblos, así los frutos de la Redención tuvieron y tienen sus efectos. Ciertamente hija mía, si ninguno hubiese conocido que Yo vine a la tierra, la Redención habría sido una cosa muerta para las criaturas y sin efectos; así que el conocimiento ha dado la vida a los frutos de Ella. Así será de mi Voluntad, el conocimiento dará la vida a los frutos de mi Voluntad y por eso he querido renovar lo que hice en la Redención, escoger otra virgen, estarme con ella escondido por cuarenta años y más, apartándola de todos como dentro de una nueva Nazaret para estar libre con ella y decirle toda la historia, los prodigios, los bienes que hay en mi Voluntad y así poder formar en ti la Vida de mi Voluntad. Y así como junto conmigo y mi Mamá escogí a San José junto con Nosotros, como nuestro cooperador, tutor y vigilante centinela de Mí y de la Soberana Reina, así he puesto cerca de ti la vigilante asistencia de mis ministros como cooperadores, tutores y depositarios de los conocimientos, bienes y prodigios que hay en mi Voluntad, y como Ella quiere establecer su reino en medio de los pueblos, quiero por medio tuyo deponer en mis ministros esta doctrina celestial, como a nuevos apóstoles, a fin de que primero forme con ellos el anillo de conjunción con mi Voluntad, y después la transmitan en medio a los pueblos. Si esto no fuera, o no debiera ser, no habría insistido tanto en hacerte escribir, ni habría permitido la venida diaria del sacerdote, sino que habría dejado todo mi obrar entre tú y Yo. Por eso sé atenta y déjame libre en ti de hacer lo que quiero”.
(9) Ahora, ¿quién puede decir cómo he quedado confundida con este hablar de Jesús? He quedado muda y desde el fondo de mi corazón repetía: “Fiat, Fiat, Fiat”.
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19-28
Junio 20, 1926
Ecce Homo. Jesús sintió tantas muertes por cuantos gritaron crucifícalo. Quien vive en la Divina Voluntad toma el fruto de las penas de Jesús. El ideal de Jesús en la Creación era el reino de su Voluntad en el alma.
(1) Después de haber pasado días amarguísimos por la privación de mi dulce Jesús, me sentía que no podía más, yo gemía bajo una prensa que me trituraba alma y cuerpo y suspiraba por mi patria celestial, donde ni siquiera por un instante habría quedado privada de Aquél que es toda mi vida y mi sumo y único bien. Luego, cuando me he reducido a los extremos sin Jesús, me he sentido llenar toda de Él, de modo que yo quedaba como un velo que lo cubría, y como estaba pensando y acompañándolo en las penas de su Pasión, especialmente en el momento cuando Pilatos lo mostró al pueblo diciendo: “Ecce Homo”, mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, cuando Pilatos dijo ‘Ecce Homo’, todos gritaron: ‘Crucifícalo, crucifícalo, lo queremos muerto’. También mi mismo Padre Celestial y mi inseparable y traspasada Mamá, y no sólo aquellos que estaban presentes sino todos los ausentes y todas las generaciones pasadas y futuras, y si alguno no lo dijo con la palabra, lo dijo con las acciones, porque no hubo uno solo que dijera que me querían vivo, y el callar es confirmar lo que quieren los demás. Este grito de muerte de todos fue para Mí dolorosísimo, Yo sentía tantas muertes por cuantas personas gritaron crucifícalo, me sentí como ahogado de penas y de muerte, mucho más que veía que cada una de mis muertes no llevaba a cada uno la vida, y aquellos que recibían la vida por causa de mi muerte no recibían todo el fruto completo de mi pasión y muerte. Fue tanto mi dolor, que mi Humanidad gimiente estaba por sucumbir y dar el último respiro, pero mientras moría, mi Voluntad Suprema con su Omnividencia hizo presentes a mi Humanidad muriente a todos aquellos que habrían hecho reinar en ellos, con dominio absoluto al Eterno Querer, los cuales tomarían el fruto completo de mi Pasión y muerte, entre los cuales estaba, a la cabeza, mi amada Madre, Ella tomó todo el depósito de todos mis bienes y de los frutos que hay en mi Vida, Pasión y Muerte, ni siquiera un respiro mío perdió y del cual no custodiase el precioso fruto, y de Ella debían ser transmitidos a la pequeña recién nacida de mi Voluntad y a todos aquellos en los cuales el Supremo Querer habría tenido su Vida y su Reino. Cuando mi Humanidad expirante vio puesto a salvo y asegurado el fruto completo de mi Vida, Pasión y Muerte, pudo reemprender y continuar el curso de la dolorosa Pasión. Así que es sólo mi Voluntad la que lleva toda la plenitud de mis bienes y el fruto completo que hay en la Creación, Redención y Santificación. Donde Ella reina, nuestras obras están todas llenas de vida, ninguna cosa está a la mitad o incompleta, en cambio donde Ella no reina, aunque hubiera alguna virtud, todo es miseria, todo es incompleto, y si producen algún fruto es amargo y sin maduración, y si toman los frutos de mi Redención los toman con medida y sin abundancia, y por eso crecen débiles, enfermos y febriles, y por eso si hacen algún poco de bien, lo hacen a duras penas y se sienten aplastar bajo el peso de aquel poco de bien que hacen; en cambio mi Voluntad vacía la voluntad humana y pone en ese vacío la fuerza divina y la vida del bien, y por eso quien la hace reinar en ella hace el bien sin cansancio, y la Vida que contiene la lleva a obrar el bien con una fuerza irresistible, así que mi Humanidad encontró la vida en mi Pasión y Muerte y en quien debía reinar mi Voluntad, y por eso la Creación y la Redención estarán siempre incompletas, hasta en tanto que mi Voluntad no tenga su Reino en la almas”.
(3) Después de esto estaba haciendo mis acostumbrados actos en el Querer Supremo, y mi dulce Jesús saliendo de dentro de mi interior seguía con su mirada todo lo que yo hacía, y como veía que todos mis actos se fundían con los suyos, y en virtud del Querer Supremo hacían el mismo camino de sus actos y repetían el mismo bien y la misma gloria a nuestro Padre Celestial, tomado por un énfasis de amor me ha estrechado a su corazón y me ha dicho:
(4) “Hija mía, si bien eres pequeña y recién nacida en mi Voluntad y vives en el reino de mi Querer, tu pequeñez es mi triunfo, y cuando te veo obrar en Él Yo me encuentro en el Reino de mi Voluntad como un rey que ha sostenido una larga guerra, y como su ideal era la victoria, al verse victorioso se siente aliviado de la sangrienta batalla, de las fatigas sufridas y de las heridas aun impresas en su persona, y su triunfo viene formado al verse circundado de las conquistas que ha hecho. El rey quiere mirar todo, su mirada quiere recrearse en el Reino conquistado, y triunfante sonríe y hace fiesta. Así soy Yo, mi ideal en la Creación era el Reino de mi Voluntad en el alma de la criatura; mi primer fin era el de hacer del hombre otras tantas imágenes de la Trinidad Divina en virtud del cumplimiento de mi Voluntad sobre de él, pero en cuanto el hombre se sustrajo de Ella Yo perdí mi Reino en él, y durante seis mil años he debido sostener una larga batalla, pero por cuan larga no he dejado aparte mi ideal ni mi primera finalidad, ni la dejaré, y si vine en la Redención, vine para realizar mi ideal y mi primera finalidad, esto es, el Reino de mi Voluntad en las almas, tan es verdad, que para venir formé mi primer Reino del Querer Supremo en el corazón de mi Mamá Inmaculada, fuera de mi Reino jamás habría venido a la tierra; así que sufrí cansancio y penas, quedé herido y finalmente asesinado, pero el Reino de mi Voluntad no fue realizado, arrojé los fundamentos, hice los preparativos, pero la batalla sangrienta entre la voluntad humana y la Divina ha continuado aún. Ahora mi pequeña hija, cuando te veo obrar en el Reino de mi Voluntad, y conforme obras, el Reino de Ella se establece siempre más en ti, Yo me siento victorioso de mi larga batalla y todo toma la actitud en torno a Mí de triunfo y fiesta, mis penas, mis cansancios, las heridas, me sonríen y mi misma muerte me da nuevamente la Vida de mi Voluntad en ti. Así que Yo me siento victorioso de la Creación, de la Redención, mas bien, Ellas sirven para formar los largos giros a la recién nacida de mi Voluntad, los rápidos vuelos, los interminables paseos en el Reino de mi Voluntad, y Yo por eso la llevo como triunfo, y haciéndome feliz sigo con mi mirada todos los pasos y actos de mi pequeña hija. Mira, todos tienen su ideal y cuando lo realizan, entonces están contentos, aun el pequeño niño tiene su ideal de asirse al pecho de la mamá, y mientras llora y solloza, con sólo que la mamá le abra el seno, el niño cesa de llorar, sonríe y lanzándose se pega al pecho de la mamá y victorioso chupa, chupa hasta saciarse, y mientras chupa, triunfante toma su dulce sueño; tal soy Yo, después de largo llanto, cuando veo el seno del alma que me abre las puertas para dar lugar al Reino de la Voluntad Suprema, mis lágrimas se detienen y lanzándome a su seno me pego a ella, y chupando su amor y los frutos del Reino de mi Querer tomo mi dulce sueño, y victorioso me reposo. Hasta el pequeño pajarito, su ideal es la semilla, y cuando la ve agita las alas, corre, se precipita sobre la semilla y victorioso la engulle y triunfante reemprende su vuelo; tal soy Yo, vuelo y revuelo, giro y vuelvo a girar para formar el Reino de mi Voluntad en el alma, a fin de que ella me forme la semilla para alimentarme, porque Yo no tomo otro alimento sino el que es formado en mi Reino, y cuando veo esta semilla celestial, más que pajarillo vuelo para hacer de ella mi alimento. Así que el todo está en el cumplir cada uno su ideal que se ha prefijado, he aquí por qué cuando te veo obrar en el Reino de mi Voluntad veo mi ideal realizado y me siento correspondido por la obra de la Creación y de la Redención y el triunfo de mi Voluntad establecido en ti. Por eso sé atenta y haz que la victoria de tu Jesús sea en ti permanente”.
(5) Después de esto mi dulce Jesús se ha movido en mi interior y todo ternura me ha dicho:
(6) “Hija mía, dime, ¿y tu ideal, tu finalidad, cuál es?”
(7) Y yo: “Amor mío, Jesús, mi ideal es cumplir tu Voluntad, y toda mi finalidad es de llegar a que ningún pensamiento, palabra, latido y obra, jamás salgan fuera del Reino de tu Suprema Voluntad, más bien, que en Ella sean concebidos, nutridos, crecidos y formen su vida, y si es necesario, aun su muerte, si bien sé que en tu Querer ningún acto muere, sino que nacidos una vez viven eternamente, así que es el reino de tu Querer en mi pobre alma lo que suspiro, y esto es todo mi ideal y mi primer y último fin”. Y Jesús, todo amor y haciendo fiesta ha agregado:
(8) “Hija mía, así que mi ideal y el tuyo son uno mismo, y por lo tanto única nuestra finalidad, ¡bravo, bravo a la hija de mi Voluntad! Y como tu ideal y el mío son uno solo, también tú has sostenido la batalla de largos años para conquistar el Reino de mi Voluntad, has debido soportar penas, privaciones y has estado hasta prisionera en tu habitación, atada a tu pequeño lecho para conquistar aquel Reino tan querido y suspirado por Mí y por ti; a los dos nos ha costado mucho y ahora somos los dos triunfadores y conquistadores, así que también tú eres la pequeña reinita en el Reino de mi Voluntad, y si bien pequeña eres siempre reina, porque eres la hija del gran Rey, de nuestro Padre Celestial; por eso, como conquistadora de tan gran Reino toma posesión de toda la Creación, de toda la Redención y de todo el Cielo, todo es tuyo, porque dondequiera que reina mi Voluntad íntegra y permanente, se extienden tus derechos de posesión, todos te esperan para darte los honores que convienen a tu victoria.
(9) También eres la pequeña niña que tanto has llorado y suspirado a tu Jesús, y no apenas me has visto, tus lágrimas han cesado y lanzándote en mi seno te has pegado a mi pecho y victoriosa has chupado mi Voluntad y mi amor, y como en triunfo has tomado reposo en mis mismos brazos, y Yo te arrullaba para que fuese más largo tu sueño y así poderme gozar a mi recién nacida en mis mismos brazos, y triunfante extendía en ti el Reino de mi Voluntad. También eres la pequeña palomita que has girado y vuelto a girar en torno a Mí, y conforme Yo te hablaba de mi Querer, te manifestaba los conocimientos de Él, sus bienes y sus prodigios y hasta su dolor, tú agitabas las alas y precipitándote sobre las tantas semillas que Yo te ponía delante, tú las engullías y triunfante reemprendías tu vuelo en torno a Mí, esperando otras semillas de mi Querer que Yo te pusiera delante, y tú, comiéndolas, te nutrías y victoriosa reemprendías tu vuelo manifestando el reino de mi Voluntad. Así que mis prerrogativas son las tuyas, mi Reino y el tuyo es uno sólo, hemos sufrido juntos, es justo que juntos gocemos nuestras conquistas”.
(10) Yo he quedado sorprendida al oír esto y pensaba entre mí: “¿Pero será realmente verdad que en mi pobre alma esté este Reino de la Voluntad Suprema?” Y me sentía toda confundida, y si esto lo he escrito, lo he escrito por obedecer, pero mientras escribo Jesús me ha sorprendido, y saliendo de dentro de mi interior ha puesto sus brazos alrededor de mi cuello, estrechándome fuerte, fuerte, tanto que no he podido escribir más, porque mi pobre cabeza no estaba más en mí, pero Jesús pronto ha desaparecido y yo reemprendo la escritura. Después, mientras yo temía Jesús me ha dicho:
(11) “Hija mía, mi Mamá Celestial pudo darme a los demás porque me concibió en Si misma, me creció y me nutrió. Ninguno puede dar lo que no tiene, y si me dio a los demás era porque me poseía. Ahora, jamás te habría dicho tanto sobre mi Querer si no quisiera formar en ti su Reino, ni tú lo habrías amado tanto si no fuese tuyo; las cosas que no son propias se tienen de mala gana y dan fastidio y peso, y si no hubieras tenido en ti la fuente que surge del Reino de mi Querer, no habrías sabido decir lo que te he dicho, ni ponerlo en el papel, faltándote la posesión te faltaría la luz y el amor de manifestarlas, así que si el sol brilla en ti y con sus rayos te pone las palabras, los conocimientos y el cómo quiere reinar, es señal que lo posees, y por eso tu trabajo es de hacerlo conocer, como fue trabajo de la Soberana Reina el hacerme conocer y el darme para la salvación de todos”.
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19-29
Junio 21, 1926
San Luis fue una flor que surgió de la Humanidad de Nuestro Señor, abrillantada por los rayos del Divino Querer. Las almas que poseerán el Reino de la Divina Voluntad tendrán su raíz en el Sol de Ella.
(1) Esta mañana, habiendo recibido la santa Comunión, según mi costumbre la he hecho en la Santísima Voluntad de Dios, ofreciéndola a mi amado San Luis, no sólo la Comunión sino todos los bienes que hay en la Santísima Voluntad de Dios para su gloria accidental. Ahora, mientras esto hacía, veía que todos los bienes que hay en el Querer Supremo, como tantos rayos de luz, rayos de belleza y de varios colores inundaban al amado santo, dándole una gloria infinita, y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, Luis es una flor y un santo brotado de la tierra de mi Humanidad y abrillantado a los reflejos de los rayos del Sol de mi Voluntad, porque mi Humanidad, si bien santa, pura, noble y unida hipostáticamente al Verbo, pero era tierra, y Luis, más que flor brotó de mi Humanidad puro, santo, noble, poseyendo la raíz del puro amor, de modo que se puede ver escrito en cada hoja de su flor, ‘Amor’; pero lo que lo vuelve más bello y deslumbrante son los rayos de mi Querer, a los cuales estaba siempre expuesto, estos rayos daban tanto desarrollo a esta flor, de volverla singular en la tierra y en el Cielo. Ahora hija mía, si Luis es tan bello porque brotó de mi Humanidad, ¿qué será de ti y de todos aquellos que poseerán el reino de mi Voluntad? Estas flores no surgirán de mi Humanidad, sino que tendrán su raíz en el Sol de mi Voluntad, en Ella viene formada la flor de su vida, crecen y surgen en el mismo Sol de mi Querer, que celoso de estas flores las tendrá eclipsadas en su misma luz; en cada hoja de estas flores se verán escritas todas las especialidades de las cualidades divinas, serán el encanto de todo el Cielo y todos reconocerán en ellas la obra completa de su Creador”.
(3) Pero mientras esto decía, mi dulce Jesús se abría su pecho y hacía ver dentro un Sol inmenso, en el cual debía plantar todas estas flores, y era tanto su amor y celo hacia ellas, que no debía hacerlas surgir fuera de su Humanidad, sino adentro de Él mismo.
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19-30
Junio 26, 1926
Quien posee el Reino de la Divina Voluntad obra en modo universal y poseerá la gloria universal.
(1) Estaba según mi costumbre, haciendo mis acostumbrados actos en el Querer Supremo, esto es, abrazando todo, Creación, Redención y a todos, para poder dar a mi Creador la correspondencia del amor y de la gloria que todos le deben, y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, la pequeña hija de mi Voluntad no sólo debe pensar y ocuparse en cómo defender los derechos universales de su Creador, corresponderlo del amor y de la gloria que todos le deben como si fuesen uno solo, de modo que todo debe encontrar en ella, porque nuestra Voluntad envuelve todo y a todos, y quien en Ella vive posee los modos universales, por eso todo puede darnos y de todo podemos rehacernos; sino que también como hija nuestra debes defender los derechos de la Soberana Reina, Ella obró en modo universal y por eso tuvo un amor, una gloria, una oración, una reparación, un dolor por su Creador, y por todos y por cada una de las criaturas, Ella no dejó escapar ningún acto que las criaturas debían a su Creador, y encerrando a todos en su materno corazón amaba en modo universal a todos y a cada uno, así que en Ella encontramos toda nuestra gloria, no nos negó nada, no sólo lo que le correspondía a Ella directamente el darnos, sino que nos dio lo que las otras criaturas nos negaron, y para hacerla de Madre magnánima, amantísima, que se abre las entrañas por sus propios hijos, generó a todos en su doliente corazón; cada fibra de él era un dolor traspasante en el cual daba la vida a cada hijo suyo, hasta llegar al golpe fatal de la muerte de su Hijo Dios; el dolor de esta muerte puso el sello de la regeneración de la vida a los nuevos hijos de esta Madre doliente.
(3) Ahora, una Virgen Reina que tanto nos ha amado, defendido todos nuestros derechos, una Madre tan tierna que tuvo amor y dolores por todos, merece que nuestra pequeña recién nacida de nuestro Supremo Querer la ame por todos, la corresponda de todo, y abrazando todos sus actos en nuestro Querer, pongas tu acto unido al suyo, porque Ella es inseparable de Nosotros, su gloria es nuestra, la nuestra es la suya, mucho más que nuestro Querer pone todo en común”.
(4) Entonces yo he quedado un poco confundida al oír esto, y como si no supiese hacer lo que Jesús me decía le rogaba que me diera la capacidad de hacerlo, y Jesús volviendo a hablarme me ha dicho:
(5) “Hija mía, mi Querer contiene todo, y así como celoso conserva todos sus actos como si fueran uno solo, así conserva todos los actos de la Soberana Reina como si todos fuesen suyos, porque todo lo hizo en Él; por eso mi mismo Querer te los hará presentes. Ahora, tú debes saber que quien ha hecho bien a todos, ha amado a todos y ha obrado en modo universal para Dios y por todos, tiene con justicia los derechos sobre todo y sobre de todos. El obrar en modo universal es el modo divino, y mi Mamá Celestial pudo obrar con los modos de su Creador porque poseía el reino de nuestra Voluntad; ahora Ella, habiendo obrado en nuestro Querer Supremo tiene los derechos de posesión que formó en nuestro Reino, ¿y quién otro la podrá corresponder sino quien vive en el mismo Reino? Porque sólo en este Reino está el obrar universal, el amor que ama a todos, que todo abraza y nada le huye. Tú debes saber que quien posee el Reino de mi Voluntad en la tierra tiene derecho a la gloria universal en el Cielo, y esto en modo connatural y simple; mi Voluntad abraza todo y envuelve a todos, así que quien la posee, de ella salen todos los bienes unidos a la gloria que estos bienes contienen, y mientras sale de ella la gloria universal, la recibe; ¿y te parece poco poseer la gloria universal en la Patria Celestial? Por eso sé atenta, el Reino del Supremo Querer es riquísimo, en Él están las monedas que surgen, por eso todos esperan de ti, también mi misma Mamá quiere la correspondencia del amor universal que tuvo por todas las generaciones. Y a ti por correspondencia, en la Patria Celestial te tocará la gloria universal, herencia que será solamente de quien haya poseído el Reino de mi Voluntad sobre la tierra”.
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19-31
Junio 29, 1926
Cada cosa creada contiene una imagen de las cualidades divinas, y la Divina Voluntad glorifica estas cualidades en cada una cosa creada.
(1) Después de haber pasado días amarguísimos de privaciones, mi amado Jesús para reanimarme, al venir se ha entretenido por algunas horas, se hacía ver de edad muy joven, de una rara belleza que raptaba, y se ha sentado sobre mi cama, cerca de mí, diciéndome:
(2) “Hija mía, lo sé, sé que tú no puedes estar sin Mí, porque Yo soy para ti más que tu misma vida, así que si Yo no viniese te faltaría la sustancia de la vida, y además tenemos que hacer tantas cosas juntos en el Reino de la Voluntad Suprema, por eso cuando veas que no vengo pronto no te oprimas tanto, está cierta que vendré, porque mi venida es necesaria para ti y para Mí, porque debo ver las cosas de mi Reino, y mientras lo dirijo debo gozármelo. ¿Podrías tú tener la mínima duda de que faltase el Rey del triunfo en un Reino tan suspirado por Mí? Por eso ven en mis brazos, a fin de que tu Jesús te fortifique”.
(3) Y mientras esto decía me ha tomado en sus brazos, me estrechaba fuerte a su pecho y arrullándome me decía:
(4) “Duerme, duerme sobre mi pecho mi pequeña recién nacida de mi Voluntad”.
(5) Yo en los brazos de Jesús era muy pequeña, y me sentía sin deseos de dormir, quería gozarme a Jesús, quería decirle tantas cosas ahora que tenía el bien de que se entretenía largamente conmigo, pero Jesús continuaba arrullándome, y yo sin quererlo tomaba un dulce, dulce sueño, pero en el sueño oía el latido del corazón de Jesús que hablaba y decía: “Voluntad mía”. Y al siguiente latido como si respondiese: “Amor quiero infundir en la pequeña hija de mi Querer”.
(6) En el latido “Voluntad mía”, se formaba un cerco de luz más grande, y en el latido “amor” otro cerco más pequeño, de manera que el grande encerraba al pequeño; y Jesús mientras yo dormía tomaba aquellos cercos que formaba su latido y los imprimía en toda mi persona. Yo me sentía toda reforzada y confirmada en los brazos de Jesús, ¡oh, cómo me sentía feliz! Pero Jesús estrechándome más fuerte a su pecho me ha despertado y me ha dicho:
(7) “Mi pequeña hija, giremos por toda la Creación, donde el Querer Supremo contiene su Vida y en cada cosa creada hace su acto distinto, y triunfador, por Sí mismo ensalza y glorifica en modo perfecto todas las supremas cualidades. Si miras el cielo, tu ojo no sabe descubrir sus confines, dondequiera que mira es cielo, no sabe decir donde comienza ni donde termina; imagen de nuestro Ser que no tiene principio ni fin, y nuestra Voluntad alaba, glorifica en el cielo azul a nuestro Ser Eterno que no tiene principio ni fin; este cielo está adornado de estrellas, esto es imagen de nuestro Ser, pues igual que la Divinidad es un acto único, el cielo es uno, pero en la multiplicidad de las estrellas se semeja nuestras obras ‘ad extra’, que descienden de este acto único y los efectos y las obras de este único acto son innumerables, y nuestra Voluntad en las estrellas ensalza y glorifica los efectos y la multiplicidad de nuestras obras, en las cuales encierra a los ángeles, al hombre y a todas las cosas creadas. Mira cómo es bello vivir en mi Querer, en la unidad de esta luz suprema, y estar al día de lo que significan todas las cosas creadas y alabar, ensalzar y glorificar al Supremo Creador con su misma Voluntad en todas nuestras imágenes que cada una de las cosas creadas contiene. Ahora pasa a mirar el sol, bajo la esfera del cielo se ve una circunferencia de luz limitada que contiene luz y calor, que descendiendo a lo bajo inviste toda la tierra, esto es imagen de la luz y del amor del Supremo Hacedor que ama a todos, hace bien a todos y que desde la altura de su Majestad desciende a lo bajo, hasta en los corazones, hasta en el infierno, pero calladamente, sin estrépito, donde quiera se encuentra, ¡oh, cómo nuestra Voluntad glorifica y ensalza nuestra eterna luz, nuestro amor inextinguible y nuestra omnividencia; nuestra Voluntad murmura en el mar, y en la inmensidad de las aguas, que esconden innumerables peces de toda especie y color, glorifica nuestra inmensidad que todo envuelve y tiene como en un puño a todas las cosas; nuestra Voluntad glorifica la imagen de nuestra inmutabilidad en la firmeza de los montes; la imagen de nuestra justicia en el ruido del trueno y en el estallido del rayo; la imagen de nuestra alegría en el pajarillo que canta, que trina y gorjea; la imagen de nuestro amor gimiente en la tórtola que gime; la imagen de la continua llamada que hacemos al hombre, en el cordero que bala, diciendo en cada balido: ‘A Mí, a Mí, ven a Mí, ven a Mí’; y nuestra Voluntad nos glorifica en el continuo reclamo que hacemos a la criatura. Todas las cosas creadas tienen un símbolo nuestro, una imagen nuestra, y nuestra Voluntad tiene el empeño de ensalzarnos y glorificarnos en todas nuestras obras, porque siendo la obra de la Creación obra del Fiat Supremo, convenía a Ella el conservarnos la gloria en todas las cosas creadas íntegra y permanentemente. Ahora, este empeño, nuestro Querer Supremo lo quiere dar como herencia a quien debe vivir en la unidad de su luz, porque no sería conveniente vivir en su luz y no fundirse en los actos del Fiat Supremo, por eso mi pequeña hija, todas las cosas creadas, y mi Voluntad, te esperan en cada cosa para repetir sus mismos actos, para glorificar y ensalzar con la misma Voluntad Divina a tu Creador”.
(8) Ahora, ¿quién puede decir todas las imágenes que encierra toda la Creación de nuestro Creador? Si lo quisiera decir todo no terminaría jamás, por eso, para no alargarme demasiado solamente he dicho alguna cosa y lo he hecho por obedecer y por temor de desagradar a Jesús.
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19-32
Julio 1, 1926
No hay santidad sin la Voluntad de Dios. La venida de Jesús sobre la tierra sirvió para formar los caminos, las escaleras para llegar al Reino de su Querer.
(1) Estaba haciendo mis acostumbrados actos en el Supremo Querer y pensaba entre mí: “¿Será posible que los tantos santos del antiguo testamento, que tanto se han distinguido con la potencia de los milagros, como un Moisés, un Elías y los tantos profetas y tantos santos después de la venida de Nuestro Señor, que han llegado a ser maravillosos por virtud y por milagros, ninguno de ellos haya poseído el Reino de la Divina Voluntad y vivido en la unidad de su luz? ¡Parece increíble!” Ahora, mientras esto pensaba, mi dulce Jesús ha salido de dentro de mi interior y estrechándome a Él me ha dicho:
(2) “Hija mía, no obstante es verdad que hasta ahora ninguno ha poseído el Reino de mi Voluntad, ni gozado toda la plenitud de la unidad de la luz que Ella contiene; si esto hubiera sido, siendo la cosa que más me interesa, que más me glorifica y que ni más ni menos pondrá a salvo todos los derechos divinos y completará la obra de la Creación y de la Redención, y no sólo esto, sino que llevará a la criatura el bien más grande que pueda existir en el Cielo y en la tierra, Yo habría hecho de tal modo que lo habría hecho conocer, como he hecho conocer las tantas virtudes y maravillas de mis santos, habría hecho conocer quién había poseído el Reino de mi Voluntad, que tanto me interesa, para transmitirlo a los demás, imitando a aquél que lo había poseído. Ahora, los santos del antiguo testamento se encontraban en las mismas condiciones de Adán, que faltaba el Divino Reparador, que mientras debía unir nuevamente la humana y la Divina Voluntad debía pagar en modo divino los débitos del hombre culpable. Sin embargo, tanto los santos antiguos como los modernos han tomado de mi Voluntad, tanto por cuanto han conocido, los mismos milagros que han hecho eran partecitas de la potencia de mi Voluntad comunicada a ellos, así que todos mis santos han vivido, quién a la sombra de Ella, quién a los reflejos de su luz, quién sometido a su potencia, a sus órdenes, porque no hay santidad sin mi Voluntad, pero han poseído de Ella aquél poco que han conocido y no más, porque el bien sólo se suspira y se llega a poseerlo cuando se conoce, ninguno posee un bien, una propiedad, sin conocerla, pero supón que la posea y no la conoce, para él aquel bien está como muerto, porque falta la vida del conocimiento.
(3) Ahora, siendo mi Voluntad la cosa más grande, que todo envuelve y que todas las cosas, desde la más grande hasta la más pequeña ante Ella quedan perdidas, se deberían conocer tantas cosas de mi Voluntad de sobrepasar lo que se conoce de la Creación, de la Redención, de las virtudes y de todas las ciencias; Ella debería ser un libro por cada paso, para cada acto, un libro por cada cosa creada, así que toda la tierra debía estar llena de tantos volúmenes, de superar el número de las cosas creadas, con conocimientos acerca del Reino de mi Voluntad. Ahora, ¿dónde están estos libros? No hay ningún libro, apenas algún dato se conoce de Ella, mientras que debería estar al principio de todo conocimiento, de cualquier cosa; siendo Ella la vida de cada una de las cosas, debería estar sobre todo, como la imagen del rey marcado sobre la moneda que corre en el Reino, como la luz del sol que resplandece sobre cada una de las plantas para darles la vida, como el agua que quita la sed a los labios ardidos, como alimento que sacia al hambriento después de un largo ayuno. Todo debía estar lleno de los conocimientos respecto a mi Voluntad, y si esto no lo hay, es señal de que el Reino de mi Voluntad no es conocido, por lo tanto no es poseído. ¿Tal vez me sabrías nombrar algún santo que haya dicho que poseía este Reino y la unidad de la luz del Querer Supremo? Ciertamente que no, Yo mismo poco hablé, si hubiese querido extenderme en hablar acerca del Reino de mi Voluntad y de quererlo formar en el hombre como lo poseía Adán inocente, siendo el punto más alto, el más inmediato a Dios y que se acerca más a la semejanza divina, estando aún fresca la caída de Adán, se habrían desalentado todos, y volviéndome las espaldas habrían dicho: ‘Si Adán inocente no pudo ni tuvo la constancia de vivir en la santidad de este Reino, tanto que se precipitó él mismo y a todas las generaciones en las miserias, en las pasiones y en males irreparables, ¿cómo podemos nosotros, culpables, vivir en un Reino tan santo? Bello, sí, pero podemos decir que no es para nosotros’. Y no solamente esto, sino que mi Voluntad siendo el punto más alto, se necesitaban los caminos, los medios de transporte, las escaleras, los vestidos decentes, los alimentos adecuados para poder morar en este Reino. Mi venida a la tierra sirvió para formar todo esto, así que cada palabra mía, cada obra, pena, oración, ejemplo, Sacramentos instituidos, eran caminos que formaba, medios de transporte para hacerlos llegar más rápidamente, escaleras para hacerlos subir, se puede decir que les di los vestidos de mi Humanidad teñidos de púrpura con mi sangre, para hacerlos estar decentemente vestidos en este reino tan santo de mi Querer, que la Sabiduría Increada había establecido en la Creación darlo como herencia del hombre. Por lo tanto, si poco hablé acerca de esto, fue porque cuando Yo hablo, hablo a tiempo y a circunstancia, en la cual debe estar encerrada en mi palabra la necesidad y la utilidad del bien que contiene; así que en vez de hablar hice los hechos y me reservé el hablarte a ti acerca del Reino de mi Voluntad. Ahora, ¿cómo podían poseerlo si no tenían un pleno conocimiento de Él? Por otra parte, tú debes saber que todas las manifestaciones que te he hecho sobre Él, sus prodigios, sus bienes, lo que conviene que haga el alma para poderse establecer en este Reino, mi misma Voluntad expresa que quiero que el hombre regrese a mi Reino, y cómo todo lo he hecho, la Creación, la Redención, para que entrase en posesión de mi Reino perdido, son vínculos de transmisión, son puertas para hacerlo entrar, son donaciones que hago, son leyes, instrucciones de cómo vivir en él, inteligencia para hacerlos comprender y apreciar el bien que poseen; si todo esto faltaba, ¿cómo podían poseer este Reino de mi Voluntad? Sería como si un individuo quisiera pasar a vivir en otro Reino sin pasaporte, sin conocer ni las leyes, ni los modos, ni el dialecto, pobrecito, sería inaccesible su entrada, y si como intruso entrase, se encontraría tan incómodo que él mismo desearía salir de este Reino del cual nada conoce.
(4) Ahora hija mía, no te parece a ti más fácil, más alentador, más a la capacidad de la naturaleza humana, que después de que han conocido el Reino de la Redención donde pueden curarse los ciegos, los cojos, los enfermos, porque en el Reino de mi Voluntad no entran los ciegos, sino todos derechos y de florida salud, encontrando todos los medios posibles en el Reino de la Redención y el mismo pasaporte de mi pasión y muerte para pasar al Reino de mi Voluntad, animados por la vista de tan gran bien, se decidirán a tomar la posesión de Él. Por eso sé atenta, no quieras restringir, ni disminuir los bienes que hay en el Reino de mi Voluntad, y esto lo haces cuando no manifiestas todo lo que te hago conocer, porque el conocimiento es portador del don, y si ahora soy magnánimo en el conocimiento de mi Voluntad, son dones que hago, y en estos dones establezco el más o el menos para poner en el reino de mi Voluntad, para bien de quien debe poseerlo”.
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19-33
Julio 2, 1926
La gran diferencia entre la santidad de las virtudes y aquélla del vivir en la unidad de la luz del Querer Divino.
(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi dulce Jesús me hacía ver a la divina justicia en acto de descargarse sobre la tierra, mandando a los elementos que se desencadenaran contra de las criaturas; yo temblaba al ver, dónde las aguas inundaban los pueblos casi para sepultarlos; dónde, el viento con fuerza impetuosa transportaba y desarraigaba plantas, árboles, casas, y hacía de ellos un cúmulo inservible y hacía quedar a varias regiones en la más escuálida miseria; dónde sucedían terremotos con notable daño, ¿pero quién puede decir todos los males que están por caer sobre la tierra? Además de esto, mi siempre amable Jesús se hacía ver en mi interior que sufría en modo desgarrador por las tantas ofensas que le hacían las criaturas, especialmente por las tantas hipocresías, parecía que bajo el bien aparente tenían el veneno escondido, las espadas, las lanzas, los clavos, para herirlo en todas los modos. Después, como si Jesús me quisiera junto para sufrir me ha dicho:
(2) “Hija mía, la balanza de mi justicia está colmada y está desbordándose sobre las criaturas, ¿quieres tú como hija de mi Voluntad que Yo te exponga a los reflejos de mi justicia, a fin de que tomes parte en sus golpes? Porque está por hacer un amasijo de la tierra, y mientras con tu sufrir satisfaces a la justicia, les ahorrarás castigos a tus hermanos. Quien vive en el alto Reino del Supremo Querer debe defender y ayudar a quien está en lo bajo”.
(3) Ahora, mientras esto decía he sentido como si la justicia divina hiciera llover sus reflejos sobre mí, y Jesús ensimismándome con Él, yo sufría junto sus golpes, sus heridas, sus penas; eran tantas que yo misma no sabía si debía quedar viva o muerta, pero con sumo dolor mío mi Jesús, retirándose, ha mitigado mis penas y he quedado de nuevo a atravesar mi duro y largo exilio, pero siempre ¡Fiat, Fiat! Todo esto hubiera querido pasarlo por alto, pero la obediencia se ha impuesto y con sumo desagrado he debido hacer un pequeño resumen, ¿pero quién puede decir cómo he quedado? Y mi dulce Jesús para aliviarme ha vuelto a hablar acerca de su Santísima Voluntad:
(4) “Hija mía, ven conmigo en medio de la Creación, cielo y tierra te esperan, quieren a aquélla que animada por la misma Voluntad que anima y da vida a ellos, haga resonar toda la Creación con aquel eco dulcísimo del eterno amor de su Creador; quieren que tu voz, corriendo en cada una de las cosas creadas anime su mudo lenguaje con aquella perenne gloria y adoración a su Creador, y así como todas las cosas creadas están vinculadas entre ellas y una es la fuerza de la otra, porque una es la Voluntad Suprema que las vivifica y conserva, así quien la posee está vinculada con ellas con la misma fuerza y con la misma unión, por lo tanto no estando en medio de la Creación se sentirían faltar, por tu ausencia, la fuerza universal y el vínculo de la inseparabilidad, por eso ven a nuestros dominios, porque todos te suspiran, y al mismo tiempo te haré comprender otras cosas sobre la gran distancia que hay entre la santidad de quien posee la unidad de la luz del Reino de mi Voluntad y la santidad de la sumisión, de la resignación y de las virtudes”.
(5) Ahora, mientras esto decía me he encontrado fuera de mí misma e intentaba hacer resonar mi “te amo”, mi adoración, sobre todas las cosas creadas, y Jesús todo bondad ha agregado:
(6) “Hija mía, mira el cielo, las estrellas, el sol, la luna, las plantas, las flores, el mar, mira todo, cada una de las cosas tiene su naturaleza distinta, su colorido, su pequeñez y su altura, cada una tiene su oficio distinto, y una no puede hacer lo que hace la otra, ni producir los mismos efectos. Así que cada una de las cosas creadas es símbolo de la santidad de las virtudes, de la sumisión y resignación a mi Voluntad; y según las virtudes que hayan practicado han tomado en ellos un color distinto, por eso se puede decir quién es una flor roja, quién violeta, quién blanca, quién es planta, quién es árbol, quién es estrella, y según se han sometido a los reflejos del Supremo Querer, así se han desarrollado en la fecundidad, en la altura, en la belleza, pero uno es el colorido, porque mi Querer, como rayo de sol, les ha dado el color de aquella semilla que ellos mismos habían puesto en sus almas. En cambio la santidad de quien vive en la unidad de la luz de mi Voluntad, es parto de aquel acto único de su Creador, que mientras es uno en las manos creadoras, los rayos de su Voluntad saliendo de Dios, invaden todo y producen obras y efectos tan innumerables, que el hombre no puede llegar a contarlos todos, así que esta santidad, siendo parto de aquel acto único, estará al cuidado y celo del Querer Supremo, que pondrá en ella todos los colores, todas las variadas bellezas, todos los bienes posibles e imaginables, así que más que sol resplandeciente encerrará y eclipsará en sí toda la Creación con sus variadas bellezas, se verán encerrados en ella todos los bienes de la Redención, se verán en ella todas las santidades, y Yo, desahogando más que nunca en amor, pondré el sello de mi misma santidad en quien haya poseído el reino de mi Voluntad.
(7) ¿Sabes tú que sucederá con relación a esta santidad del vivir en mi Querer, a tu Creador? Sucederá como a un rey que no tiene hijos, este rey no goza jamás el afecto de un hijo, ni se siente llevado a prodigar todas sus caricias paternas, ni sus besos afectuosos, porque no descubre en ninguno su parto, sus facciones, y a quién confiar la suerte de su Reino. ¡Pobrecito! vive siempre con un clavo en el corazón, vive siempre rodeado por siervos, por personas que no se le asemejan, y si están a su alrededor no es por puro amor, sino por interés propio, para hacer adquisición de riquezas, de gloria y tal vez aun para traicionarlo. Ahora, supón que tenga un hijo suyo después de largo tiempo, ¿cuál no será la alegría de este rey? Lo besa, lo acaricia, no sabe separar su mirada de su hijo en el cual reconoce su imagen; apenas nacido le hereda su Reino y todos sus bienes, y su completo gozo y fiesta es que su Reino no será más de los extraños, de sus siervos, sino de su amado hijo, así que se puede decir que lo que es del padre es del hijo, y que lo que es del hijo es del padre.
(8) Ahora, quien llegue a poseer el Reino de mi Voluntad será para Nosotros como un hijo nacido después de cerca de seis mil años, qué alegría, qué fiesta no será para Nosotros al ver en él nuestra imagen íntegra, bella, tal como la sacamos de nuestro seno paterno, todas las caricias, los besos, los dones, serán para este hijo, mucho más, pues habiendo dado al hombre en la Creación como herencia especial el Reino de nuestra Voluntad, y habiendo estado este nuestro Reino en manos de extraños, de siervos, de traidores, por tan largo tiempo, al ver a este hijo que lo poseerá como hijo y nos dará la gloria del Reino de nuestra Voluntad, nuestra herencia será puesta a salvo por parte de este hijo; entonces, ¿no es justo que todo le demos, aun a Nosotros mismos, y que encierre todo y a todos?”
(9) Mientras Jesús esto decía, yo he quedado pensativa y le he dicho: “¿Será posible todo esto, Amor mío?” Y Jesús ha agregado:
(10) “Hija mía, no te maravilles, porque el alma con poseer el Reino del Supremo Querer poseerá una Voluntad Divina, infinita, eterna, que encierra todos los bienes; por eso, quien posee todo puede darnos todo. Cuál será nuestro contento, nuestra y su felicidad al ver la pequeñez de la criatura en este nuestro Reino, que toma continuamente de Nosotros como dueña, como hija nuestra, y como lo que toma de Nosotros es divino, ella toma lo divino y lo divino nos da, toma lo infinito y lo infinito nos da, toma de Nosotros cosas inmensas y cosas inmensas nos da, toma de Nosotros luz y luz nos trae, ella no hará otra cosa que tomar y darnos, Nosotros pondremos a su disposición todas nuestras cosas, a fin de que en el Reino de nuestra Voluntad, dado a ella por Nosotros, no entren más cosas extrañas a Nosotros, sino que todo sean cosas nuestras, y así podamos recibir los frutos, la gloria, el amor, el honor del Reino de nuestra Voluntad. Por eso sé atenta y tu vuelo en nuestro Querer sea continuo”.
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19-34
Julio 5, 1926
Jesús se hace ver que escribe en el fondo del alma lo que dice sobre su Voluntad, y después da un resumen en palabras.
(1) Me sentía investida y en poder de la luz suprema del Querer Eterno, y mi siempre amable Jesús se hacía ver en el fondo de mi alma en pie, con una pluma de luz en la mano, en acto de escribir sobre de una luz densa que parecía tela, pero era una luz extendida en mi alma, y Jesús escribía, escribía en el fondo de esta luz; ¡cómo era bello verlo escribir con una maestría y velocidad indescriptibles! Después de haber escrito, como si abriera las puertas de mi interior, con su mano llamaba al confesor diciéndole:
(2) “Ven a ver lo que Yo mismo escribo en el fondo de esta alma. Yo no escribo jamás sobre papel o sobre tela, porque están sujetos a perecer, sino que me deleito en escribir sobre la luz puesta en esta alma en virtud de mi Voluntad, mi escritura de luz es incancelable y de valor infinito. Ahora, cuando debo manifestarle las verdades sobre mi Voluntad, primero hago el trabajo de escribirlas en el fondo de ella y después le hablo, dándole a entender lo que en ella he escrito. He aquí el por qué cuando ella dice lo que Yo le he dicho lo dice con pocas palabras, en cambio cuando escribe se alarga mucho, es mi escrito que desbordando fuera de su alma, no sólo da un pequeño resumen, sino mi verdad extendida como Yo mismo la he escrito en lo íntimo de su interior”.
(3) Yo he quedado maravillada y con una alegría indecible al ver a mi dulce Jesús escribir dentro de mí, y comprendía claramente por qué al hablar poco sé decir de lo que Él me dice, mas bien me parece que solamente me ha dado el título del tema, y después al escribir parece interés suyo el ayudarme a desarrollarlo como a Él le place, y Jesús todo bondad me ha dicho:
(4) “Hija mía, no te maraville el que mientras escribes sientas surgir en ti, como de una fuente, las verdades, es el trabajo de tu Jesús hecho en ti, que desbordándose de todas las partes de tu alma pone el orden en el papel y las verdades en ti escritas y selladas con caracteres de luz, por eso deja tus temores, no quieras atenerte al pequeño resumen de mis palabras, ni quieras resistirme cuando Yo quiero extenderme y hacerte escribir sobre el papel lo que Yo con tanto amor he escrito en tu alma; cuántas veces me obligas a usar la fuerza y a arrollarte a fin de que tú no me resistas tanto a escribir lo que quiero. Por eso déjame hacer, será trabajo de tu Jesús que en todo resplandezca la verdad”.
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19-35
Julio 8, 1926
Amenaza de nuevos castigos. Cómo quien debe hacer un bien universal debe hacer y sufrir más que todos.
(1) Me estaba fundiendo toda en el Santo Querer Divino, y mi dulce Jesús se hacía ver en mi interior con los brazos levantados, en acto de impedir que la divina justicia se derramara sobre las criaturas, poniéndome también a mí en su misma posición para hacerme hacer lo que Él mismo hacía; pero parecía que las criaturas incitaban a la justicia divina a golpearlas, y Jesús, como cansado, bajando sus brazos me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¡qué perfidia humana! Pero es justo, es necesario que después de tanto tolerar me libere de tanta cosa vieja que ocupa la Creación, porque estando infectada lleva la infección a la cosa nueva, a las plantitas nuevas. Estoy cansado de que la Creación, habitación mía dada al hombre, pero es siempre mía, porque es conservada y vivificada continuamente por Mí, sea ocupada por siervos, por ingratos, por enemigos y hasta por aquellos que ni siquiera me reconocen, por eso quiero despacharme con el destruir regiones enteras y lo que sirve para su alimento; los ministros de justicia serán los elementos, que invistiéndolos harán sentir la fuerza divina sobre de ellos. Quiero purificar la tierra para preparar la habitación a mis hijos, tú estarás siempre junto Conmigo, mi Voluntad será siempre tu punto de partida aun en tus más pequeños actos, porque aun en las cosas más pequeñas mi Querer quiere tener su Vida Divina, su principio y su fin, no tolera que la voluntad humana haga sus pequeñas apariciones en su Reino, de otra manera vendrías a salir frecuentemente al reino vicioso de tu voluntad, la cual te quitaría la nobleza, lo que de hecho no conviene a quien debe vivir en el Reino de mi Voluntad.
(3) Ahora hija mía, así como las penas de la Celestial Reina, mis penas y mi muerte, como sol hicieron madurar, fecundar, endulzar los frutos que hay en el Reino de la Redención, de modo que todos puedan tomarlos, y son frutos que llevan la salud a los enfermos, la santidad a los sanos, así tus penas, injertadas con las nuestras y maduradas con el calor del Sol de mi Querer, harán madurar los frutos que hay en el Reino de mi Voluntad, serán tantos y tan dulces y sabrosos, que quien quiera tomarlos y gustarlos nunca más se adaptará a los frutos acerbos, insípidos y nocivos del mísero y escuálido reino de la voluntad humana. Tú debes saber que quien debe ser el primero en formar un Reino, en llevar un bien, en formar un trabajo, debe sufrir más que todos y hacer más que todos, debe encaminar, facilitar las cosas, los medios y preparar lo que conviene para hacer que los demás, encontrando las materias primas de aquel trabajo y viéndolo hecho, lo puedan imitar; así que mucho te he dado y te doy para hacer que tú puedas formar las materias primas para quien debe vivir en el reino de mi Voluntad. Por eso está atenta y dispuesta a lo que te doy y a hacer lo que quiero de ti”.
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19-36
Julio 11, 1926
Así como se supo que para formar el Reino de la Redención los que más sufrieron fueron Jesús y su Mamá, así será necesario conocer quién ha sufrido por el Reino del Fiat Supremo.
(1) Desde hace algunos días mi dulce Jesús no me había dicho nada acerca de su Santísima Voluntad, más bien se hacía ver triste, en acto de golpear a las criaturas. Hoy, como si quisiera salir de su tristeza, porque cuando habla de su Voluntad parece que se pone en fiesta, al salir de dentro de mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, quiero consolarme, hazme hablar del Reino de mi Supremo Querer”.
(3) Y yo: “Amor mío y vida mía, Jesús, si Tú no me dices todos los secretos que hay en Él, yo, no conociendo todo, no gozaré la plenitud de los bienes que este Reino posee, ni podré darte la correspondencia del amor, de los bienes que Tú escondes, y me sentiría infeliz en medio a tanta felicidad, porque en todo lo que en Él Tú posees no corre mi ‘te amo’, será pequeño, pero es el ‘te amo’ de tu pequeña hija que Tú amas tanto”. Y Jesús, tomando mi misma palabra me ha dicho:
(4) “Pequeña hija mía, lo dices tú misma, cuánto es necesario el conocimiento; si es necesario para ti, mucho más para los demás. Ahora, tú debes saber que para formar el Reino de la Redención, aquellos que se distinguieron más en el sufrir, fue mi Mamá, y si bien Ella aparentemente no sufrió ninguna pena que conocieran las otras criaturas, con excepción de mi muerte que fue conocida por todos y que fue para su materno corazón el golpe fatal y más desgarrador, más que cualquier muerte dolorosísima, pero como Ella poseía la unidad de la luz de mi Querer, esta luz llevaba a su corazón traspasado no sólo las siete espadas que dice la Iglesia, sino todas las espadas, las lanzas, los pinchazos de todas las culpas y penas de las criaturas, que martirizaban en modo desgarrador su materno corazón; pero esto es nada, esta luz le llevaba todas mis penas, mis humillaciones, mis aflicciones, mis espinas, mis clavos, las penas más íntimas de mi corazón. El corazón de mi Mamá era el verdadero sol, que mientras se ve sólo luz, esta luz contiene todos los bienes y efectos que recibe y posee la tierra, así que se puede decir que la tierra está encerrada en el sol; así la Soberana Reina, se veía solamente su persona, pero la luz de mi Supremo Querer encerraba en Ella todas las penas posibles e imaginables, y por cuanto más íntimas y desconocidas estas penas, tanto más estimables y más potentes sobre el Corazón Divino para impetrar el suspirado Redentor, y más que luz solar descendían en los corazones de las criaturas para conquistarlas y atarlas en el Reino de la Redención. Así que la Iglesia de las penas de la Celestial Soberana conoce tan poco, que se puede decir que son sólo las penas aparentes, y por eso da el número de siete espadas, pero si conociera que su materno corazón era el refugio, el depósito de todas las penas, que la luz de mi Voluntad todo le llevaba y nada le ahorraba, no habría dicho siete espadas, sino millones de espadas, mucho más que siendo penas íntimas, sólo Dios conoce la intensidad del dolor de ellas, y por eso con derecho fue constituida Reina de los mártires y de todos los dolores; las criaturas saben dar el peso, el valor a las penas externas, pero de las internas no atinan a darles el justo valor. Ahora, para formar en mi Mamá primero el Reino de mi Voluntad y después el de la Redención, no eran necesarias tantas penas, porque no teniendo culpas, la herencia de las penas no era para Ella, su herencia era el Reino de mi Voluntad, pero para dar el reino de la Redención a las criaturas, debió sujetarse a tantas penas, así que los frutos de la Redención fueron madurados en el reino de mi Voluntad poseído por Mí y por mi Mamá. No hay cosa bella, buena y útil que no salga de mi Voluntad. Ahora, unida a la Soberana Reina vino mi Humanidad, Ella quedó escondida en Mí, en mis dolores, en mis penas, por eso poco se conoció de Ella, pero de mi Humanidad fue necesario que se conociera lo que Yo hice, cuánto sufrí y cuánto amé, si nada se conociera no habría podido formar el Reino de la Redención, el conocimiento de mis penas y de mi Amor es imán y estímulo, incitación, luz para atraer a las almas a tomar los remedios, los bienes que en Ella hay; el saber cuánto me cuestan sus culpas, su salvación, es cadena que los ata a Mí e impide nuevas culpas. Si en cambio nada hubieran sabido de mis penas y de mi muerte, no conociendo cuánto me ha costado su salvación, ninguno habría tenido el pensamiento de amarme y de salvar su alma. ¿Ves entonces cuánto es necesario el hacer conocer cuánto ha hecho y sufrido aquél o aquélla que ha formado en sí un bien universal para darlo a los demás?
(5) Ahora hija mía, así como fue necesario hacer conocer quien fue Aquél y Aquélla y cuánto les costó formar el Reino de la Redención, así es necesario hacer conocer a aquélla a la cual mi paterna bondad ha escogido primera para formar en ella el Reino del Fiat Supremo, y después dar el principio de la transmisión a los demás, así como fue para la Redención, que primero fue formada entre Yo y mi Mamá Celestial y después fue conocida por las criaturas, así será del Fiat Supremo, por lo tanto es necesario hacer conocer cuánto me cuesta este Reino de mi Voluntad, y para hacer que el hombre pudiera entrar de nuevo en su Reino perdido, he debido sacrificar a la más pequeña de las criaturas, tenerla clavada por cuarenta años y más dentro de un lecho, sin aire, sin la plenitud de la luz del sol que todos gozan, cómo su pequeño corazón ha sido el refugio de mis penas y de aquéllas de las criaturas, cómo ha amado a todos, rogado por todos, defendido a todos y cuántas veces se ha expuesto a los golpes de la Justicia Divina para defender a todos sus hermanos, y además sus penas íntimas, mis mismas privaciones que martirizaban su pequeño corazón, dándole muerte continua, porque no conociendo otra vida que la mía, otro Querer que el mío, todas estas penas arrojaban los fundamentos del Reino de mi Voluntad, y como rayos solares maduraban los frutos del Fiat Supremo, por eso es necesario hacer conocer cuánto te costó a ti y a Mí este Reino, y así por el costo puedan conocer cuánto amo el que hagan adquisición de él, y por el costo puedan apreciarlo y amarlo y aspirar a entrar a vivir en el Reino de mi Suprema Voluntad”.
(6) Esto lo he escrito por obedecer, pero ha sido tanto el esfuerzo, que apenas he podido señalar algo de mi pobre existencia, ya que por la gran renuencia me siento helar la sangre en las venas, pero me conviene repetir siempre: ¡Fiat, Fiat, Fiat!
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19-37
Julio 14, 1926
Cómo Jesús tenía preparado el Reino de su Voluntad en su Humanidad, para darlo de nuevo a las criaturas. Todos los intereses, divinos y humanos están en peligro si no se vive en la Divina Voluntad.
(1) Continúo fundiéndome en el Santo Querer, mi dulce Jesús muchas veces me acompaña en la repetición de estos actos, otras veces sólo está para ver si alguna cosa se me escapa de todo lo que ha hecho, sea en la Creación como en la Redención, y si esto sucede, Él con toda bondad me la hace presente a fin de que yo ponga en eso aunque sea un pequeño “te amo”, un gracias, una adoración, diciéndome que es necesario reconocer hasta dónde su Voluntad ha extendido los confines del Reino de su Querer por amor de la criatura, a fin de que ella gire en este Reino para gozárselo, y con su amor se vuelva más estable su posesión, y viéndola siempre en Él, todos, Cielo y tierra puedan reconocer que el Reino de mi Voluntad ya tiene su heredera, y que lo ama y es feliz de poseerlo.
(2) Ahora, mientras me sentía abismada en este Eterno Querer, mi amable Jesús se hacía ver con su corazón abierto, y a cada latido suyo salía un rayo de luz, en cuya punta se veía impreso un Fiat, y así como el latido del corazón es continuo, mientras salía un rayo otro le seguía y después otro más, no terminaban jamás de salir. Estos rayos invadían Cielo y tierra, pero todos llevaban impreso el Fiat, y no sólo de su corazón salían estos rayos, sino también de los ojos, conforme miraba salían rayos, conforme hablaba, cuando movía sus manos y pies salían rayos llevando todos como gloria y triunfo el Fiat Supremo. Ver a Jesús era un encanto, bello, todo transfundido en estos rayos de luz que salían de su adorable persona, pero lo que ponía la suntuosidad, la majestad, la magnificencia, la gloria, la belleza, era el Fiat. Su luz me eclipsaba y yo habría permanecido siglos delante a Jesús sin decirle nada si Él mismo no hubiese roto el silencio diciéndome:
(3) “Hija mía, la perfecta gloria y el honor completo a mi Voluntad lo dio mi Humanidad, fue propiamente en mi interior, en el centro de este corazón, donde formé el Reino del Querer Supremo; y como el hombre lo había perdido no había esperanza de poderlo readquirir, mi Humanidad lo readquirió con penas íntimas e inauditas, dándole todos los honores debidos y la gloria que le había sido quitada por la criatura, para darlo de nuevo a ella. Así que el Reino de mi Voluntad fue formado dentro de mi Humanidad, por eso todo lo que era formado en mi Humanidad y salía fuera, llevaba la marca del Fiat, cada pensamiento, mirada, respiro, latido, cada gota de mi sangre, todo, todo llevaba el sello del Fiat de mi Reino supremo; esto me daba tanta gloria y me embellecía tanto, que Cielo y tierra quedaban por debajo y como obscurecidos ante Mí, porque mi Voluntad Divina es superior a todo y todo queda por debajo de Ella como su escabel. Ahora, en el transcurso de los siglos Yo miraba a quien debía confiar este Reino, y he estado como una madre embarazada, que sufre, que se duele porque quería dar a luz su parto y no podía; pobre madre, cuánto sufre porque no puede gozarse el fruto de sus entrañas, mucho más que habiendo madurado este parto y no saliendo, su existencia está siempre en peligro. Así Yo, más que madre embarazada he estado por tantos siglos, cuánto he sufrido, cómo he penado al ver en peligro los intereses de mi gloria, tanto de la Creación como de la Redención, mucho más que este reino lo tenía como en secreto y escondido en mi corazón, sin tener ni siquiera el desahogo de manifestarlo, y esto me hacía sufrir de más, porque no viendo en las criaturas las verdaderas disposiciones para poder dar este mi parto, y no habiendo tomado ellos todos los bienes que hay en el Reino de la Redención, no podía arriesgarme a darles el Reino de mi Voluntad que contiene bienes más grandes, mucho más que los bienes de la Redención servirán como ajuar, como antídoto, para hacer que entrando en el Reino de mi Voluntad no puedan repetir una segunda caída, como hizo Adán. Así que si no todos estos bienes han sido tomados, sino más bien menospreciados y pisoteados, ¿cómo podía salir de dentro de mi Humanidad este parto de mi Reino? Por eso me he tenido que contentar con penar, con sufrir y esperar más que una madre para no poner en peligro mi amado parto de mi Reino; sufriendo porque quería ponerlo fuera para hacer don de él a la criatura y poner al seguro los intereses de la Creación y Redención, pues están todos en peligro, porque hasta en tanto que el hombre no regrese al Reino del Supremo Querer, nuestros intereses y los suyos estarán siempre peligrando. El hombre fuera de nuestra Voluntad es siempre un desorden en nuestra obra Creadora, una nota discordante que quita la perfecta armonía a la santidad de nuestras obras, y por eso Yo miraba a través de los siglos, esperando a mi pequeña recién nacida en el Reino de mi Voluntad, poniéndole en torno todos los bienes de la Redención para seguridad del Reino de mi Voluntad, y más que madre doliente que tanto ha sufrido, te confío a ti este mi parto y la suerte de este mi Reino. Y no sólo mi Humanidad es la que quiere dar a luz este parto que me cuesta tanto, sino toda la Creación está preñada de mi Voluntad, y sufre porque quiere darla a luz a las criaturas para restablecer el Reino de su Dios en medio de ellas, por tanto la Creación es como un velo que esconde como un parto a mi Voluntad, y las criaturas toman el velo y rechazan el parto que hay dentro; preñado de mi Voluntad está el sol, y mientras toman los efectos de la luz, que como velo esconde a mi Voluntad, los bienes que produce, rechazan después mi Voluntad, no la reconocen ni se hacen dominar por Ella, así que toman los bienes naturales que hay en el sol, pero los bienes del alma, el Reino de mi Querer que reina en el sol y que quiere darse a ellos lo rechazan; ¡oh, cómo sufre mi Voluntad en el sol, la cual quiere ser dada a luz desde la altura de la esfera para reinar en medio a las criaturas; preñado de mi Voluntad está el cielo, que mira con sus ojos de luz, como son las estrellas, a las criaturas, para ver si quieren recibir a mi Voluntad para que reine en medio de ellas; preñado de mi Voluntad está el mar, que con sus olas fragorosas se hace oír y las aguas como velo esconden a mi Voluntad, pero el hombre se sirve del mar, toma sus peces, pero no tiene cuidado de mi Voluntad y la hace sufrir como parto reprimido en las entrañas de las aguas. Así que todos los elementos están preñados de mi Voluntad: El viento, el fuego, la flor, toda la tierra, todos son velos que la esconden. Ahora, ¿quién dará este desahogo y alivio a mi Humanidad? ¿Quién romperá estos velos de tantas cosas creadas que la esconden? ¿Quién reconocerá en todas las cosas al portador de mi Voluntad y haciéndole los debidos honores la haga reinar en su alma, dándole el dominio y su sujeción? Por eso hija mía sé atenta, da este contento a tu Jesús que hasta ahora ha estado sufriendo por poner fuera este parto de mi Reino supremo, y junto Conmigo toda la Creación, como un acto solo romperá los velos y depositará en ti el parto de mi Voluntad que esconden”.
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19-38
Julio 18, 1926
Por qué al venir Nuestro Señor a la tierra no manifestó el Reino de su Querer.
(1) Mi pobre mente estaba pensando en lo que está escrito aquí arriba, y mi dulce Jesús ha continuado sobre el mismo argumento diciéndome:
(2) “Hija mía, mira entonces el por qué al venir a la tierra no di el Reino de mi Querer ni lo hice conocer, pues había una necesidad, quise someter a una nueva prueba a la criatura, quise darle cosas menores de aquéllas que le di en la Creación, remedios y bienes para curarla, porque al crearlo, el hombre no estaba enfermo sino sano y santo, por lo tanto podía muy bien vivir en el Reino de mi Querer, pero sustrayéndose del Querer Supremo cayó enfermo, y Yo vine a la tierra como médico celestial para ver si aceptaba los remedios, las medicinas para su enfermedad, y después de haberlo probado en esto, entonces le habría dado la sorpresa de manifestar el Reino de mi Voluntad, que en mi Humanidad tenía preparado para él.
(3) Se engañan aquellos que piensan que nuestra suma bondad y sabiduría infinita habrían dejado al hombre sólo con los bienes de la Redención, sin levantarlo de nuevo al estado primero creado por Nosotros; si fuera así, nuestra Creación hubiera quedado sin su finalidad y por lo tanto sin su pleno efecto, lo que no puede ser en las obras de un Dios, a lo más haremos pasar y girar los siglos, dando ahora una sorpresa, ahora una otra, ahora confiándole un pequeño bien, ahora otro más grande; haremos como un padre que quiere heredar a sus hijos, pero estos hijos mucho han malgastado los bienes del padre, pero con todo y esto está decidido a heredar la propiedad a sus hijos, así que piensa en otra estrategia, no da ya a sus hijos las sumas grandes sino poco a poco, peso a peso, y conforme ve que los hijos conservan lo poco así va aumentando las pequeñas sumas. Con esto los hijos vienen a reconocer el amor del padre y a apreciar los bienes que les confía, lo que no hacían antes cuando tenían las sumas grandes, esto sirve para reafirmarlos y para enseñarles a saber conservar los bienes recibidos; entonces el padre, cuando los ha formado, confirma su decisión y da sus propiedades a sus hijos. Ahora, así está haciendo la paterna bondad, en la Creación puso al hombre en la opulencia de los bienes, sin restricción alguna, pero solamente porque quiso probarlo le puso una sola restricción, que a él no le hubiera costado gran cosa, pero con un acto de su voluntad contraria a la mía malgastó todos estos bienes, pero mi amor no se detuvo, comencé, más que padre, a darle poco a poco, y primeramente a curarlo. Con lo poco muchas veces se usa más atención que cuando se poseen las cosas grandes, porque si se poseen grandes propiedades y se despilfarra, hay siempre de dónde tomar, pero si se despilfarra lo poco se queda en ayunas; pero la decisión de dar el Reino de mi Voluntad al hombre no la he cambiado, el hombre cambia, Dios no se cambia. Ahora la cosa es más fácil, porque los bienes de la Redención han hecho el camino, han hecho conocer muchas sorpresas de mi amor por el hombre, cómo los he amado, no con el solo Fiat sino con darle mi propia Vida, si bien mi Fiat me cuesta más que mi misma Humanidad, porque el Fiat es Divino, Inmenso y Eterno, mi Humanidad es humana, limitada y en el tiempo tiene su principio, pero la mente humana no conociendo a fondo lo que significa el Fiat, su valor, su potencia, y qué puede hacer, se dejan impresionar más por todo lo que hice y sufrí al venir a redimirlos, sin saber que bajo mis penas y mi muerte estaba escondido mi Fiat, que daba vida a mis penas. Ahora, si hubiese querido manifestar el Reino de mi Voluntad, tanto cuando vine a la tierra, como antes de que los bienes de la Redención fuesen conocidos y en gran parte poseídos por las criaturas, mis más grandes santos se habrían espantado, todos habrían pensado y dicho: ‘Adán inocente y santo no supo vivir, ni perseveró en este Reino de luz interminable y de santidad divina, ¿cómo podemos hacerlo nosotros?’ Y tú la primera, ¿cuántas veces no te has espantado? Y temblando ante los bienes inmensos y la santidad toda divina del Reino del Fiat Supremo querías retirarte diciéndome: ‘Jesús, piensa en cualquier otra criatura, yo soy incapaz’. No te espantó tanto el sufrir, al contrario, muchas veces me has rogado, incitado a que te hiciese sufrir, y por eso mi más que paterna bondad, como a una segunda madre mía, a la cual le oculté que iba a concebirme en su seno, primero la preparé, la formé, para no hacerla espantar, y cuando llegó el tiempo oportuno, en el mismo momento en que Yo debía concebirme, entonces se lo hice saber por medio del ángel, y si bien en el primer momento tembló y se conturbó, pero pronto se serenó, porque estaba habituada a vivir junto con su Dios, en medio a su luz y delante a su santidad. Así he hecho contigo, por tantos años y años te oculté que quería formar en ti este Reino supremo, te preparé, te formé, me encerré en ti, en el fondo de tu alma para formarlo, y cuando todo estuvo hecho te manifesté el secreto, te hablé de tu misión especial, te pedí en modo formal si querías aceptar el vivir en mi Voluntad, y si bien tú temías y temblabas, Yo te alentaba y te tranquilizaba diciéndote: ‘¿Por qué te turbas? ¿Tal vez no has vivido hasta ahora junto Conmigo en el Reino de mi Querer?’ Y tú tranquilizándote tomabas más práctica en vivir en él y Yo me deleitaba con ensanchar siempre más los confines de mi Reino, porque está establecido hasta dónde la criatura debe tomar posesión en este Reino, puesto que son interminables sus confines, y la criatura es incapaz de poderlos abrazar todos, porque es limitada”.
(4) Y yo: “Amor mío, no obstante mis temores no han cesado del todo, y a veces me espanto tanto, que temo llegar a ser un segundo Adán”.
(5) Y Jesús: “Hija mía, no temas, tú tienes más ayuda que la que tenía Adán, tienes la ayuda de un Dios Humanado y todas sus obras y penas para tu defensa, para tu sostén, para tu cortejo, lo que no tenía él, ¿por qué entonces quieres temer? Más bien sé atenta a la santidad que conviene para vivir en este Reino celestial, a tu felicidad y fortuna, pues viviendo en él te basta una mirada, oír una sola palabra mía para comprender sus bienes, mientras que quienes están fuera, se puede decir que entienden sólo que existe el Reino de mi Voluntad, pero de lo que está dentro, y qué se necesita para hacerlo comprender, apenas el alfabeto de mi Voluntad pueden entender”.
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19-39
Julio 20, 1926
La palabra de Jesús es trabajo, su silencio es reposo. El reposo de Jesús en medio de sus obras
(1) Continuaba sintiéndome toda abandonada en el Supremo Querer, mi siempre amable Jesús se hacía ver todo en silencio, en acto de mirar toda la Creación, todas sus obras, y mientras las miraba quedaba como raptado profundamente ante la magnificencia, santidad, multiplicidad y grandeza de sus obras, y yo junto con Jesús guardaba un profundo silencio al mirar sus obras, muchas cosas se comprendían, pero todo quedaba en el fondo de la inteligencia, sin palabras para poderlas decir. ¡Cómo era bello estar junto con Jesús en un profundo silencio! Después de esto mi amado bien, mi dulce vida me ha dicho:
(2) “Hija mía amadísima, tú debes saber que mi palabra es trabajo, mi silencio es reposo, y no solamente para Mí es trabajo mi palabra, sino también para ti, y es mi costumbre que después de haber trabajado quiero reposarme en medio de mis mismas obras, ellas son el lecho más blando en mi reposo, y como tú has escuchado mi palabra y has trabajado junto Conmigo, por eso junto Conmigo toma reposo. Mira hija mía cómo es bella toda la Creación, fue la palabra de tu Jesús que con un Fiat la trabajó, ¿pero sabes tú cuál es mi encanto que me rapta? Tu pequeño ‘te amo’ sobre cada una de las cosas creadas; con este tu pequeño ‘te amo’ impreso sobre cada una de ellas, todas me hablan de tu amor, me hablan de mi recién nacida de mi Voluntad, escucho el eco armonioso de toda la Creación que me habla de ti; ¡oh! cómo me rapta, cómo estoy contento al ver que mi Fiat en la Creación y aquél que te he enseñado se dan la mano, se entrelazan juntos y cumpliendo mi Voluntad me dan reposo. Pero no estoy contento con reposarme solo, quiero junto Conmigo a aquélla que me da reposo, a fin de que ella tome reposo y gocemos juntos los frutos de nuestro trabajo. Mira, ¿no te parece más bella toda la Creación y todas las obras de mi Redención con tu ‘te amo’, con tu adoración y con tu voluntad fundida en la mía, que hace vida en medio a las esferas celestes? Así que no hay más soledad ni aquel silencio sepulcral que había antes en las esferas celestiales y en todas mis obras, sino que está la pequeña hija de mi Querer que hace compañía, que hace oír su voz, que ama, que adora, que reza, y que manteniendo sus derechos dados a ella por mi Voluntad, posee todo, y cuando hay quien posee no hay más soledad ni silencio de tumba. He aquí por qué después de haberte hablado mucho hago silencio, es el reposo que se requiere para Mí y para ti, para después poder reemprender de nuevo el hablarte y así continuar mi y tu trabajo. Pero mientras reposo contemplo todas mis obras, mi amor surge en Mí y reflejándose en Mí mismo y complaciéndome, concibo en Mí otras imágenes mías similares a Mí, y mi Voluntad las pone fuera como triunfo de mi amor y como generación predilecta de mi Fiat Supremo, así que en mi reposo genero los hijos a mi Voluntad, todos similares a Mí, y en mi palabra los doy a luz y les doy el desarrollo, la belleza, la altura, por eso mi palabra los va formando dignos hijos del Fiat Supremo. Por eso hija mía, cada palabra mía es un don que te hago, y si te llamo al reposo es para que tú contemples mi don, y complaciéndote y amándolo hagas surgir de ti otros dones similares a aquellos que te he dado, y poniéndolos fuera formarán junto la generación de los hijos del Fiat Supremo, ¡oh, cómo estaremos contentos!”
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19-40
Julio 23, 1926
Temores de ser dejada por Jesús. Quien vive en el Querer Divino pierde toda vía de salida, ni Jesús puede dejarla ni ella puede dejarlo. La Creación es espejo, la Voluntad Divina es Vida.
(1) Habiendo esperado y suspirado mucho la venida de mi dulce Jesús, pensaba entre mí: “Cómo haré, si quien forma mi vida me deja sola y abandonada, ¿podría yo vivir? Y si yo vivo, porque ahora entiendo que no son las penas las que hacen morir, pues si así fuese, después de tantas privaciones suyas estaría muerta, las penas a lo más hacen sentir la muerte, pero no la saben dar, hacen vivir estrujada y aplastada como debajo de una prensa, pero el poder de la muerte lo tiene sólo el Querer Supremo”. Mientras esto pensaba, mi adorable Jesús se ha movido en mi interior, y se hacía ver que tenía una cadenita de oro en las manos y se deleitaba con hacerla pasar entre yo y Él, de modo que quedábamos atados juntos, y con un amor y bondad toda paterna me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿por qué temes que te deje? Escucha, Yo no puedo tolerar este temor en ti, tú debes saber que en las condiciones en las cuales te he puesto, el mar de mi Querer que dentro y fuera de ti corre, en el cual tú voluntariamente, no forzada, te ofreciste en Él, ha ensanchado tanto sus confines, que ni Yo ni tú encontraremos el camino para salir. Así que si tú quieres dejarme no encontrarás el camino, y por cuanto quieras girar, girarás siempre en los confines interminables de mi Voluntad, mucho más que tus actos hechos en Ella te han cerrado todo camino de salida. Y si Yo te quisiera dejar no lo podría hacer, porque no sabría a dónde ir para ponerme fuera de los confines de mi Voluntad, Ella está por todas partes, y a donde quiera que vaya me encontraría siempre junto contigo. A lo más Yo hago contigo como una persona que posee una habitación grande, y amando a otra persona inferior a ella, de mutuo acuerdo la toma y la otra va, pero como la casa es grande, si ésta se aleja y gira en su casa, aquélla la pierde de vista y se lamenta, pero sin razón, pues si la casa es suya, ¿podrá dejarla? Las cosas propias no se dejan, por lo tanto, o regresará pronto a su casa, o tal vez está en alguna habitación de su misma casa. Por eso, si te he dado mi Voluntad por tu habitación, ¿cómo puedo dejarte y separarme de Ella? Por cuanto soy potente, en esto soy impotente, porque soy inseparable de mi Querer, por eso a lo más me alejo en mis confines y tú me pierdes de vista, pero no es que te deje, y si tú giraras en nuestros confines pronto me encontrarías, por eso en lugar de temer, espérame, y cuando menos lo pienses me encontrarás todo estrechado a ti”.
(3) Después de esto estaba haciendo mis acostumbrados actos en el Supremo Querer, y delante a mi mente se hacía presente todo el orden que conviene tener en la Divina Voluntad, qué se debe hacer y hasta dónde se puede llegar, en suma, todo lo que Jesús mismo me ha enseñado, y pensaba entre mí: “¿Cómo podrán hacer todo esto las criaturas? Si yo que tomo de la fuente me parece que no hago todo, muchas cosas dejo atrás y no llego a aquella altura que Jesús dice, ¿qué será de aquellos que tomarán de mi pequeña fuentecita?” Y Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(4) “Hija mía, muchas cosas que creé en la Creación, no todas te sirven a ti, ni las gozas, muchas otras no las conoces, pero si no te sirven a ti sirven a los demás, si no las gozas y conoces tú, las gozan y conocen los demás, y si las criaturas no todo toman, todas sirven a mi gran gloria y para hacer conocer mi potencia, mi majestad, mi gran amor, y la multiplicidad de tantas cosas creadas hacen conocer la sabiduría, el valor del Artífice Divino, que es tan hábil que no hay cosa que no sepa hacer. Ahora, si tantas cosas saqué fuera en la creación del mundo, que debía servir a la naturaleza y que debía ser como espejo en el cual el hombre, mirándose, debía reconocer a su Creador, y todas las cosas creadas debían ser caminos para regresar al seno paterno de donde había salido, mucho más es necesario hacer conocer más cosas del Reino de mi Voluntad, que debe servir como vida del alma y como centro donde Dios debe tener su trono. Ahora, la multiplicidad de las cosas que te he hecho conocer sirve para mostrar quién es esta Voluntad Divina, cómo no hay cosa más importante, más santa, más inmensa, más potente, más benéfica y que tiene virtud de dar vida, que Ella. Todas las otras cosas, por cuan buenas y santas, son siempre en el orden secundario, sólo Ella tiene siempre el primer puesto, y donde no está Ella no puede haber vida. Por eso los tantos conocimientos sobre mi Voluntad servirán a mi misma Voluntad como gloria y triunfo, y servirán a las criaturas como camino para encontrar la vida y recibirla, y su altura e inmensidad servirán a las criaturas para hacer que jamás se detengan, sino que siempre caminen para alcanzarla, por cuanto puedan, y la multiplicidad de los conocimientos servirá a la libertad de cada una para tomar aquellos que quieran, porque cada conocimiento contiene la Vida, y si se rompe el velo del conocimiento encontrarán dentro, como reina, la Vida de mi Voluntad; por lo tanto, según tomen y hagan, tanto más crecerá la Vida de mi Voluntad en ellos. Por eso sé atenta en manifestar los méritos, las riquezas infinitas que posee, a fin de que el Cielo de mi Querer sea más bello, más atrayente, más majestuoso, como lo es, que el cielo de la Creación, a fin de que raptados por su belleza, por los bienes que contiene, puedan todos suspirar el venir a vivir en el Reino de mi Voluntad”.
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19-41
Julio 26, 1926
Cuatro grados que hay en el Supremo Querer.
(1) Continúo mi acostumbrado abandono en el Supremo Querer, y mi amable Jesús al venir me ha dicho:
(2) “Hija mía, la luz del sol no es gozada por todos en la misma medida, esto no por parte del sol, porque mis obras conteniendo el bien universal hacen el bien a todos, sin restricción alguna, sino por parte de las criaturas. Supón que una persona esté en su habitación, ésta no goza toda la viveza de la luz, y si goza de una luz tenue, no goza su calor; en cambio otra persona está fuera de la ciudad, ésta goza más luz, siente el calor del sol; el calor purifica, desinfecta el aire pútrido, y al gozar el aire purificado se revigoriza y se siente más sana, así que la segunda goza de más los bienes que lleva el sol a la tierra. Pero sigue adelante, una tercera persona se va a meter en aquel punto donde los rayos solares golpean con más fuerza la superficie de la tierra, ésta se siente investida por sus rayos, se siente quemar por el calor del sol, la viveza de su luz es tanta, que llenándose el ojo de ella difícilmente puede mirar la tierra, se ve como transfundida en la misma luz, pero como apoya los pies sobre la tierra, muy poco siente de ella, de sí misma, sino que vive toda para el sol. Mira qué gran diferencia hay entre la primera, la segunda y la tercera, pero sigue adelante aún, una cuarta emprende el vuelo en los rayos solares, se eleva hasta el centro de su esfera, ésta queda quemada por la intensidad del calor que el sol contiene en su centro, la intensidad de la luz la eclipsa totalmente de modo que queda perdida, consumida en el mismo sol, esta cuarta persona no puede mirar más la tierra, ni pensar en sí misma, y si mirará, mirará luz, sentirá fuego, así que para ella todas las cosas han terminado, la luz y el calor se han sustituido a su vida; ¡qué gran diferencia entre la tercera y la cuarta! Pero toda esta diversidad no es por parte del sol, sino por parte de las criaturas, dependiendo de cómo se expongan a la luz del sol. Ahora, el sol es la imagen de mi Voluntad, que más que sol, como dardos envía sus rayos para convertir a aquellos que quieren vivir en su Reino en luz y amor. La imagen de estas personas son los cuatro grados del vivir en mi Voluntad: La primera se puede decir que no vive en su Reino, sino sólo a la luz que de mi Reino expande a todos el Sol de mi Querer, se puede decir que está fuera de sus confines, y si goza una escasa luz es por la naturaleza de la luz que se expande dondequiera; la naturaleza de esta criatura, sus debilidades y pasiones, le forman como una habitación a su alrededor y forman el aire infectado y pútrido, el cual al respirarlo la hace vivir enfermiza y sin viveza de fuerza en el hacer el bien, pero con todo y esto está resignada, soporta más o menos los encuentros de la vida, porque la luz de mi Voluntad, por cuan escasa sea, lleva siempre su bien. La segunda es la imagen de quien ha entrado en los primeros pasos de los confines del Reino del Supremo Querer, ésta goza no sólo más luz, sino goza también el calor, por lo tanto el aire que respira es puro, y respirándolo se siente morir las pasiones, es constante en el bien, soporta las cruces no sólo con paciencia, sino con amor, pero como está en los primeros pasos de los confines, mira la tierra, siente el peso de la naturaleza humana. En cambio la tercera, siendo la imagen de quien se ha adentrado en los confines de este Reino, es tal y tanta la luz que le hace olvidar todo, no siente más nada de sí misma, el bien, las virtudes, las cruces, se cambian en naturaleza; la luz la eclipsa, la transforma y apenas le deja mirar de lejos lo que a ella no pertenece más. La cuarta es la más feliz, porque es la imagen de quien no sólo vive en mi Reino, sino de quien ha hecho adquisición de él, ésta sufre la consumación total en el Sol Supremo de mi Querer, el eclipse que le hace la luz es tan denso que ella misma se vuelve luz y calor, no puede mirar otra cosa que luz y fuego, y todas las cosas se convierten para ella en luz y amor. Así que habrá diferencia de grados en el reino de mi Voluntad según que las criaturas querrán tomar de sus bienes, pero los primeros grados serán empujones y caminos para llegar al último. Ahora, para ti que lo debes hacer conocer, es totalmente necesario que vivas en el último grado”.
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19-42
Julio 29, 1926
Todo lo que hacía Nuestro Señor, en virtud del Querer Divino investía toda la Creación. ¿Quién pondrá de nuevo en fiesta a toda la Creación?
(1) Estaba haciendo mis acostumbrados giros en el Reino del Supremo Querer, y habiendo llegado a lo que había hecho el Divino Querer en la Humanidad de Nuestro Señor, miraba sus lágrimas, sus suspiros, sus gemidos, y todo lo que hacía, investidos por la luz de su Voluntad, así que sus rayos estaban adornados por las lágrimas de Jesús, llenos de sus suspiros, investidos por sus gemidos dolientes y amorosos. Y como la Creación está preñada e investida por el Supremo Querer, sus rayos de luz invistiendo todo, embellecían todas las cosas creadas con sus lágrimas; todas las cosas quedaban investidas por sus suspiros, por su amor y todas gemían junto con Jesús. Después, el dulce Jesús ha salido de dentro de mi interior, y apoyando su cabeza sobre mi frente me ha dicho:
(2) “Hija mía, el primer hombre al pecar perdió una Voluntad Divina, y por eso se necesitó mi Humanidad unida al Verbo Eterno, que debía sacrificar en todo y por todo la voluntad humana de mi Humanidad, para readquirir esta Voluntad Divina, para darla de nuevo a la criatura. Así que mi Humanidad no le dio ni siquiera un respiro de vida a su voluntad humana, sino que la tuvo sólo para sacrificarla y para pagar la libertad que se había tomado el hombre de rechazar con tanta ingratitud a esta Voluntad Suprema, y perdiéndola le faltaron todos sus bienes, su felicidad, su dominio, su santidad, todo le quedó malogrado. Si el hombre hubiera perdido una cosa humana, dada a él por Dios, un ángel, un santo se la habría podido restituir, pero como perdió una Voluntad Divina, se necesitó un Hombre y Dios que la pudiese restituir. Ahora, si hubiese venido a la tierra solamente para redimirlo, habría bastado una gota de mi sangre, una pequeña pena para ponerlo a salvo, pero como vine no sólo para salvarlo, sino para restituirle mi Voluntad perdida, quiso descender esta Divina Voluntad en todas mis penas, en mis lágrimas, en mis suspiros y gemidos, en todo lo que Yo hacía y sufría para readquirir de nuevo el dominio en todos y sobre todos los actos humanos, y así poder formar de nuevo su Reino en medio a las criaturas. Así que cuando Yo, de niño lloraba, sollozaba, gemía, mi Voluntad Divina más que rayo solar investía toda la Creación de mis lágrimas, de mis gemidos y suspiros, así que las estrellas, el sol, el cielo azul, el mar, la pequeña flor, todos lloraban, gemían, sollozaban y suspiraban, porque la Voluntad Divina que estaba en Mí era la misma que reinaba en toda la Creación, y como connatural las estrellas lloraban, el cielo gemía, el sol sollozaba, el mar suspiraba. La luz de mi Voluntad llevaba mi eco en todas las cosas creadas, y repitiendo mi acto hacían compañía a su Creador. ¡Oh! si tú supieras el asalto que recibía la Divina Majestad al oír mi llanto en toda la Creación, mis gemidos y suspiros. Todas las cosas creadas, animadas por mi Voluntad, postradas a los pies del trono divino lo ensordecían con sus gemidos, lo atraían con sus lágrimas, lo movían a piedad con sus suspiros y plegarias, y mis penas repercutiéndose en ellas lo forzaban a ceder las llaves del Cielo e imploraban de nuevo el Reino de la Voluntad Divina sobre la tierra. Mi Padre Celestial, apiadado y enternecido por su misma Voluntad que lloraba, gemía, rogaba y penaba en todas sus obras, cedía las llaves y daba de nuevo su Reino, pero para estar seguro lo ponía en mi Humanidad, a fin de que a tiempo oportuno lo pudiese dar de nuevo a la familia humana. He aquí la necesidad de que Yo obrara y descendiera en el orden de las acciones humanas, porque mi Voluntad Divina debía tomar su dominio y sustituir el orden de su Voluntad Divina en todos los actos de las criaturas; ve entonces cuánto me cuesta este Reino, con cuántas penas lo rescaté, por eso lo amo tanto y a cualquier costo lo quiero establecer en medio a las criaturas”.
(3) Y yo: “Pero dime amor mío, si todo lo que Tú hiciste era investido por la unidad de la luz del Supremo Querer, siendo una esta Voluntad no se puede desunir ni separar de sus actos, así que la Creación no está más sola, tiene la compañía de tus actos, de tu amor, de tus gemidos; por lo tanto no hay aquel silencio de tumba que Tú me dijiste la otra vez”. Y Jesús, todo bondad ha agregado:
(4) “Hija mía, tú debes saber que hasta en tanto mi Humanidad estuvo sobre la tierra, como también mientras estuvo la Soberana Reina, en la Creación no hubo soledad ni silencio sepulcral, porque en virtud de la luz de la Voluntad Divina, dondequiera que ésta se encontraba, como luz se expandía, y difundiéndose en todo se multiplicaba en todas las cosas creadas, y dondequiera se repetía mi acto, porque una era la Voluntad. Tan es cierto todo esto, que la Creación dio señales sensibles tanto en mi nacimiento y mucho más en mi muerte, hasta oscurecerse el sol y romperse las piedras, temblar la tierra, como si todos llorasen a su Creador, a su Rey, lloraban a Aquél que los había tenido en fiesta, que había roto su soledad y el silencio de tumba, y sintiendo todos la amargura de tan dura privación, dieron señales de dolor y de llanto y regresaron de nuevo al luto de la soledad y del silencio, porque partiendo Yo de la tierra, no había más quién emitiera la voz en la luz de mi Voluntad, que formando el eco volvía a la Creación hablante y obrante. Sucedía como a aquellos instrumentos de metal, que con arte encierran la voz de quien habla o de quien canta, y el instrumento habla, canta, llora, ríe, pero esto sucede en virtud del eco de la voz que ha hablado, pero si se quita el ingenio que produce aquel canto, el instrumento queda mudo. Mucho más que Yo no vine a la tierra por la Creación, sino que vine por el hombre, y por eso todo lo que hice, penas, oraciones, gemidos, suspiros, los dejé más que nueva Creación a bien de las almas, porque habiendo sido hecho todo lo que Yo hice en virtud de mi potencia creadora, está todo en acto de salvar al hombre. Además de esto, la Creación fue hecha para el hombre, en la cual debía ser él el rey de todas las cosas creadas, pero el hombre al sustraerse de mi Voluntad Divina perdió el régimen, el dominio, no podía formar leyes en el Reino de la Creación, como es costumbre de un rey cuando posee un Reino, porque habiendo perdido la unidad de la luz de mi Voluntad, no supo más regir, no tenía más fuerza de dominio, sus leyes no tenían valor; la Creación fue para él como un pueblo que se revela al rey y de él forma su hazmerreír. Por eso mi Humanidad fue rápidamente reconocida por toda la Creación como su Rey, porque sentía en Mí la fuerza de la unión de una sola Voluntad; pero, partiendo Yo, quedó de nuevo sin Rey y encerrada en su silencio, esperando de nuevo a quien en el Reino de mi Voluntad debía emitir su voz para hacerla resonar en ella. ¿Pero sabes tú quien es aquélla que pondrá de nuevo en fiesta a toda la Creación, quién formará su eco y la volverá de nuevo hablante? Eres tú hija mía la que retomarás el dominio, el régimen en el Reino de mi Voluntad, por eso sé atenta y tu vuelo en mi Querer sea continuo”.
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19-43
Agosto 1, 1926
El secreto de Jesús. La fuerza y el bien de su secreto.
(1) Estaba suspirando por mi dulce bien, la Vida de mi vida, y no viniendo pensaba entre mí: “¡Cómo es dura su privación! ¡Ah! Jesús no me quiere más, y no sólo han terminado las caricias, los besos, sus grandes demostraciones de amor que con tanta abundancia me daba antes, sino también su amable y arrobadora presencia se hace siempre esperar”. ¡Oh Dios, qué pena, qué martirio continuado, qué vida sin vida, sin aire, sin respiro! Jesús mío, ten piedad de mí, de tu pequeña exiliada”. Pero mientras esto y otras cosas pensaba, mi siempre amable Jesús ha salido de dentro de mi interior y apoyando sus brazos sobre mi pecho me ha dicho:
(2) “Hija mía, tú te engañas diciendo que no te quiero como antes, más bien tú debes saber que mis besos, caricias, demostraciones de amor que te hacía eran el desahogo de mi amor, que no pudiendo contenerlo en mi interior, te lo demostraba con tantos signos amorosos, y como entre tú y Yo no había un gran trabajo que realizar, me divertía contigo con tantas señales y estratagemas de amor, pero esto servía para prepararte al gran trabajo que entre tú y Yo se debía desarrollar, y cuando se trabaja no hay tiempo de divertirse, pero con todo y esto el amor no cesa, sino que viene centuplicado, reafirmado y sellado. Ahora hija mía, habiéndote demostrado el desahogo de mi amor contenido, he querido pasar a darte lo que contenía dentro de Mí, he querido comunicarte el gran secreto del Reino de mi Voluntad, dándote los bienes que él contiene. Y cuando se comunican secretos importantes, y siendo este el secreto más importante de toda la historia de la Creación, se hacen a un lado las diversiones, besos y caricias, mucho más que el trabajo del Reino del Supremo Querer es exuberante y el más grande que puede existir en toda la historia del mundo. Por lo tanto, el manifestarte mi secreto supera todos los amores juntos, porque en el secreto está la participación de la propia vida, de los propios bienes; en el secreto hay confianza, hay esperanza; ¿y te parece poco que tu Jesús tenga confianza en ti, y que tú seas el objeto de mi esperanza? Pero no de una confianza y esperanza cualquiera, sino la confianza de confiarte el Reino de mi Querer, la esperanza que pongas a salvo los derechos de Él, que lo hagas conocer. Ahora, habiéndote confiado el secreto de mi Voluntad, la cual es la parte esencial de la Vida Divina, y Yo no sabría darte cosa más grande que ésta, ¿cómo dices entonces que te amo menos que antes? Debes decir más bien que es el gran trabajo que se requiere de ti y de Mí en el Reino de mi Voluntad. Tú debes saber que estoy siempre ocupado y todo atento a trabajar en ti, ahora ensancho tu capacidad, ahora te enseño, muchas veces paso a trabajar junto contigo, otras veces te suplo, en suma, estoy siempre ocupado, y esto dice que te amo siempre más, pero con amor más fuerte y sustancioso”.
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19-44
Agosto 4, 1926
Quien está en la Divina Voluntad, dondequiera que se encuentre está al seguro, porque en Ella hay cuatro planos.
(1) Mis días, mis horas están siempre bajo la opresión de durísimas privaciones de mi dulce Jesús. ¡Oh! cómo es doloroso pasar de la luz a las tinieblas, y mientras se cree deber gozar de la luz, como relámpago huye y se queda más a lo oscuro que antes. Ahora, mientras me encontraba bajo la dura pena de la privación de la luz de mi dulce Jesús, y sintiendo que no podía más, mi amada Vida, mi sumo bien se ha movido en mi interior, y yo sintiéndolo le he dicho: “¡Jesús, como me dejas! Sin Ti yo no sé dónde me encuentro”. Y Él todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía, cómo, ¿no sabes dónde te encuentras? ¿No estás en mi Voluntad? La casa de mi Voluntad es grande, si no estás en un piso estarás en algún otro, porque Ella contiene cuatro planos: El primero es el bajo de la tierra, esto es: El mar, la tierra, las plantas, las flores, los montes y todo el resto que existe en lo bajo del universo; Ella dondequiera domina y rige, su puesto es siempre de Reina y todo lo tiene en su propio puño. El segundo plano es el sol, las estrellas, las esferas celestes. El tercero es el cielo azul. El cuarto es mi patria y la de los santos. En todos estos planos mi Voluntad es Reina, ocupa el primer puesto de honor, así que en cualquiera de estos planos en que te encuentres, está segura de que siempre estarás en mi Voluntad. Si giras en lo bajo del universo, la encontrarás que te espera en el mar, a fin de que te unas con Ella para hacer lo que Ella hace, como desenvuelve su amor, su gloria, su potencia; te espera sobre los montes, en lo bajo de los valles, en los prados floridos, te espera en todas las cosas a fin de que le hagas compañía para hacer que nada omitas, es más, serás la repetidora de sus actos. Cuando hayas girado por el primer plano pasa al segundo, y la encontrarás que te espera con majestad en el sol, a fin de que su luz, su calor, te transformen, te hagan perder tu ser y sepas amar y glorificar como sabe amar y glorificar una Voluntad Divina. Por eso gira en nuestra casa, en las obras de tu Creador, porque dondequiera te espera a fin de que tú aprendas sus modos, repitas lo que hace mi Voluntad en todas las cosas creadas, así estarás segura de encontrarte siempre en el Supremo Querer, y no sólo esto, sino que te encontrarás siempre junto Conmigo, y si bien no siempre me ves, tú debes saber que soy inseparable de mi Voluntad y de mis obras, por eso estando Ella en Mi, Yo estaré contigo y tú estarás Conmigo”.
(3) Dicho esto ha desaparecido como relámpago, y yo he quedado más en lo oscuro que antes, continuando mis actos en el Supremo Querer, pero mientras esto hacía le rogaba que regresara a su pequeña hija diciéndole: “Mi Jesús, te ruego en virtud de tu misma Voluntad, y como Ella se encuentra esparcida en toda la Creación, llenándola toda, por eso tu misma Voluntad te ruega en el sol que regreses a tu pequeña recién nacida, te ruega en cada estrella, te ruega en el cielo azul que te des prisa a venir a quien no puede vivir sin Ti, te suplica en el mar, en sus olas fragorosas, en su dulce murmullo, que pronto vengas a tu pequeña exiliada. ¿No escuchas amor mío mi voz en tu Voluntad que resuena en todas las cosas creadas, y toda la Creación ruega, suplica, suspira, llora porque regreses a la pequeña de tu Voluntad? ¿Cómo es que tantas voces no te conmueven? ¿Cómo es que tantos suspiros no te empujan, no te hacen emprender el vuelo? ¿No sabes ¡oh! Jesús que es tu Voluntad la que te ruega, y si Tú no la escuchas Ella quedaría por debajo? Y creo que no puedes hacer menos que escucharla”. Pero mientras esto y otras cosas más decía, mi dulce Jesús se ha movido en mi interior, transformándome toda en Él y participándome sus amarguras, que eran ya demasiadas, ¡oh Dios, cuántas cosas tristes hacía ver, y su corazón era traspasado por ellas! Después, como si se quisiera aliviar me ha dicho, haciéndose ver con su acostumbrada pluma de luz en la mano:
(4) “Hija mía, hagamos todo a un lado, hablemos del reino del Supremo Querer que tanto me interesa, ¿no ves cómo estoy siempre en acto de escribir en el fondo de tu alma sus méritos, sus leyes celestiales, su potencia, sus prodigios divinos, su belleza encantadora, sus alegrías infinitas, el orden y la armonía perfecta que reina en este Reino del Fiat Divino? Primero hago los preparativos, formo en ti todas las propiedades de Él y después te hablo, a fin de que sintiendo en ti sus propiedades, podrás ser la portavoz de mi Voluntad, su pregonera, su telégrafo y la trompeta que con sonido resonante llame la atención de las gentes a escucharla. Las enseñanzas que te doy acerca del Reino de mi Querer serán como tantos hilos eléctricos, que cuando están hechas las justas comunicaciones, los preparativos necesarios, basta un solo hilo para dar luz a ciudades y a provincias enteras. La fuerza de la electricidad, con una rapidez más que la del viento, da luz a lugares públicos y privados. Las enseñanzas sobre mi Voluntad serán los hilos, la fuerza de la electricidad será el mismo Fiat, que con una rapidez encantadora formará la luz que alejará la noche de la voluntad humana, las tinieblas de las pasiones. ¡Oh, cómo será bella la luz de mi Voluntad! Al verla se dispondrán los aparejos en las almas para unir a ellas los hilos de las enseñanzas, para gozar y recibir la fuerza de la luz que contiene la electricidad de mi Querer Supremo. ¿Quieres ver cómo sucederá? Mira, Yo tomo un hilo de mis enseñanzas atado a tu alma, y tú emites tu voz dentro del hilo, di, ‘te amo’, ‘te adoro’, ‘te bendigo’, lo que quieras decir, y sé atenta a mirar”.
(5) Yo he dicho ‘te amo’ y aquel ‘te amo’ se cambiaba en caracteres de luz, y la fuerza eléctrica del Supremo Querer lo multiplicaba, de modo que aquel ‘te amo’ de luz recorría toda la bóveda de los cielos, se fijaba en el sol, en cada estrella, penetraba en los Cielos, se fijaba en cada uno de los bienaventurados, formaba su corona de luz a los pies del trono divino y entraba hasta en el seno de la Majestad Suprema, en suma donde se encontraba la Divina Voluntad, y por todas partes formaba su luz eléctrica. Y Jesús retomando la palabra me ha dicho:
(6) “Hija mía, ¿has visto qué fuerza tiene la electricidad del Fiat Supremo y cómo llega a todas partes? La electricidad de la tierra a lo más se difunde en lo bajo, no tiene la fuerza de llegar hasta las estrellas, pero la fuerza de mi electricidad se difunde en lo bajo, en lo alto, en los corazones, dondequiera, y cuando se dispongan los hilos, con qué rapidez encantadora hará su camino en medio a las criaturas”.
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19-45
Agosto 8, 1926
Por cuanto más el alma está fundida con Dios, tanto más puede darle, y tanto más ella puede tomar. Ejemplo del mar y el riachuelo.
(1) Encontrándome en mi habitual estado, me sentía toda abandonada en los brazos de Jesús, y Él, moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, por cuanto más el alma está fundida Conmigo, tanto más Yo puedo darle y ella puede tomar de Mí. Sucede como entre el mar y el riachuelo, separado éste del mar sólo por una pared; están tan cerca, que si se quitase esta pared, el mar y el riachuelo se volverían un solo mar. Ahora, si el mar desborda, el riachuelo estando cerca, recibe las aguas del mar; si las olas fragorosas se levantan, al descender descargan en el riachuelo; el agua del mar se filtra a través de las fisuras de la pared, así que el pequeño riachuelo recibe siempre del mar, y como él es pequeño se llena siempre más con esta agua que recibe del mar y da nuevamente al mar el agua recibida, para recibirla de nuevo. Pero esto sucede porque el riachuelo está cercano al mar, si estuviese lejano, ni el mar podría dar ni él podría recibir, la lejanía lo pondría en tal condición que ni siquiera podría conocer el mar”.
(3) Pero mientras esto decía, ponía delante a mi mente la imagen del mar y del pequeño riachuelo y entonces ha vuelto a decir:
(4) “Hija mía, el mar es Dios, el pequeño riachuelo es el alma, la pared que divide el uno del otro es la naturaleza humana que hace distinguir a Dios y a la criatura; los desbordamientos, las olas que continuamente se levantan para descargar en el riachuelo son mi Divina Voluntad que quiere dar tanto a la criatura, para hacer que el pequeño riachuelo, llenándose e hinchándose, desborde, forme sus olas levantadas por el viento de la Suprema Voluntad y se viertan en el mar divino para llenarse nuevamente, de modo que puede decir: ‘Hago la vida del mar, y si bien soy pequeño, también yo hago lo que él hace, desbordo, formo mis olas, me levanto y busco dar al mar lo que él me da’. Así que el alma que está fundida Conmigo y se hace dominar por mi Voluntad, es la repetidora de los actos divinos; su amor, sus adoraciones, sus plegarias y todo lo que hace es el desahogo de lo que ha recibido de Dios para poderle decir: ‘Es tu amor que te ama, son tus adoraciones que te adoran, son tus plegarias que te ruegan, es tu Voluntad que invistiéndome me hace hacer lo que haces Tú, para dártelas nuevamente como cosas tuyas”.
(5) Jesús ha hecho silencio, pero después, como tomado por un énfasis irresistible de amor ha agregado:
(6) “¡Oh! potencia de mi Voluntad, cómo eres grande, Tú sola unes al ser más grande, más alto, con el ser más pequeño y más bajo y de ellos formas uno solo. Tú sola tienes la virtud de vaciar a la criatura de todo lo que no te pertenece, para poder con tus reflejos formar en ella aquel Sol Eterno, que con sus rayos, llenando Cielo y tierra, va a confundirse con el Sol de la Majestad Suprema. Tú sola tienes esta virtud de comunicar la Fuerza Suprema, de tal modo que pueda con tu fuerza elevarse la criatura a aquel acto único del Dios Creador. ¡Ah! hija mía, la criatura cuando no vive en la unidad de mi Voluntad, pierde la fuerza única y queda como desunida de aquella fuerza que llena Cielo y tierra y sostiene a todo el universo como si fuera la más pequeña pluma. Ahora, cuando el alma no se hace dominar por mi Voluntad, pierde la fuerza única en todas sus acciones, por lo tanto no saliendo de una sola fuerza, todos sus actos quedan divididos entre ellos, dividido el amor, separada la acción, desunida la plegaria, así que todos los actos de la criatura, estando divididos, son pobres, mezquinos, sin luz, así que la paciencia es pobre, la caridad es débil, la obediencia es imperfecta, la humildad es ciega, la plegaria es muda, el sacrificio es sin vida, sin vigor, porque faltando mi Voluntad falta la fuerza única que uniendo todo, da la misma fuerza a cada uno de los actos de las criaturas, y por eso no sólo quedan divididos entre ellos, sino que quedan viciados por la voluntad humana, y por eso queda cada uno con su defecto. Esto le sucedió a Adán, con el sustraerse de la Voluntad Suprema perdió la fuerza única de su Creador, y quedando con su fuerza humana limitada, sentía el cansancio en su obrar, mucho más, pues la fuerza que usaba para cumplir una acción lo debilitaba, y debiendo hacer otra acción no sentía la fuerza, así que tocó con la mano la pobreza de sus acciones, que no teniendo la misma fuerza, no sólo estaban divididas, sino que cada una tenía su defecto. Sucedió como a un rico señor que posee propiedades extensísimas, mientras éstas son de un solo dueño, él hace alarde, hace grandes gastos, quién sabe cuantos siervos mantiene y con los grandes réditos que recibe hace siempre nuevas adquisiciones. Pero supón que esta propiedad fuese dividida con otros herederos, he aquí que está ya perdida su gran fuerza, no puede hacer alarde como antes ni hacer nuevas adquisiciones, se debe limitar en los gastos, sus siervos son pocos, así que su grandeza, su señorío ha desaparecido, apenas le quedan las trazas. Así le sucedió a Adán, con el sustraerse de mi Voluntad perdió la fuerza única de su Creador, y con esto perdió su señorío, su dominio, no sintió más la fuerza de hacer alarde en el bien. Así sucede para quien no está del todo abandonado en brazos de mi Voluntad, porque con Ella la fuerza del bien se convierte en naturaleza y la pobreza no existe”.
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19-46
Agosto 12, 1926
El Querer Divino no puede reinar si las tres potencias del alma no están ordenadas con Dios.
(1) Las privaciones de mi dulce Jesús se van haciendo más largas, ¡oh, cómo me hace anhelar su retorno! ¡Cómo las horas, los días, me parecen siglos sin Él, pero siglos de noches, no de días! Entonces mientras estaba con ansias esperando su regreso, como relámpago que surge ha salido de dentro de mi interior y estrechándome a Él me ha dicho:
(2) “Hija mía, el hombre fue creado por Dios con tres potencias: Memoria, inteligencia y voluntad, y esto para que pudiese tener los vínculos de comunicación con las Divinas Personas de la Trinidad Sacrosanta; éstas eran como caminos para subir a Dios, como puertas para entrar, como habitaciones para formar la continua morada, la criatura a Dios y Dios a la criatura. Estos son los caminos reales del uno y del otro, las puertas de oro que Dios puso en el fondo del alma para que pudiera entrar la Soberanía Suprema de la Majestad Divina, la estancia segura e inmutable donde Dios debía establecer su celestial morada. Ahora, mi Voluntad para poder formar su Reino en lo íntimo del alma, quiere encontrar en orden al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, estas tres potencias dadas a la criatura para elevarla a la semejanza de su Creador. Mi Voluntad no saldría fuera de sus dominios si estas tres potencias del alma estuvieran en orden a Dios, y su reinar sería feliz y como connatural, porque con estar en orden a Dios estas tres potencias, tendrían el orden en sí mismas y fuera de sí, y el Reino de la Voluntad de Dios y aquél de la criatura no sería un Reino dividido, sino uno solo, y por lo tanto su dominio y su régimen sería uno solo. Mucho más que mi Voluntad no sabe reinar donde no hay orden y armonía, inseparable cualidad y propiedad indispensable de las Divinas Personas, y el alma jamás puede estar ordenada y armonizar con su Creador si no tiene sus tres potencias abiertas para recibir de Dios sus cualidades ordenadas, y sus propiedades armonizadas, de modo que mi Voluntad encontrando las armonías divinas y el orden supremo del Reino Divino y del reino humano, de ellos forma uno solo y reina en él con su pleno dominio. ¡Ah hija mía, cuánto desorden reina en las tres potencias del alma humana! Se puede decir que nos han cerrado las puertas en la cara, que han puesto barricadas en los caminos para impedirnos el paso y romper con Nosotros las comunicaciones, mientras que estas tres potencias fueron el don más grande que le hicimos al crearla. Estas tres potencias debían servir para comprender a Aquél que las había creado, para hacer crecer su semejanza, y transfundida su voluntad en la de su Creador darle el derecho de hacerla reinar. He aquí el por qué el Supremo Querer no puede reinar en el alma si estas tres potencias, inteligencia, memoria y voluntad, no se dan la mano entre ellas para regresar a la finalidad por la cual Dios las ha creado. Por eso ruega a fin de que estas tres potencias regresen al orden y a la armonía de su Creador, para que así mi Supremo Querer pueda reinar con su pleno triunfo”.
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19-47
Agosto 14, 1926
Amarguras del alma por la noticia de la próxima publicación de los escritos sobre la Voluntad de Dios. Palabras de Jesús al respecto.
(1) Mi pobre corazón nada en el mar de las amarguras por las privaciones de mi dulce Jesús, y si viene es como un relámpago que huye, y en aquella claridad del relámpago veo al pobre mundo, sus graves males, los vínculos de las naciones que se vinculan entre ellas para mover guerras y revoluciones, y con esto atraen los castigos del Cielo, y tan graves de destruir ciudades enteras y pueblos. ¡Oh Dios, cómo es grande la ceguera humana! Y cuando termina el relámpago de su amable presencia, permanezco más en lo oscuro que antes, con el pensamiento de mis pobres hermanos esparcidos en el duro exilio de la vida. Pero como si esto no bastara para llenar mi pobre corazón de intensas amarguras, una más se ha agregado para sofocar mi pobre existencia en aquellas olas fragorosas en las cuales es arrollada mi pobre alma, esto es, la noticia de la próxima publicación de los escritos sobre la Santísima Voluntad de Dios, que nuestro señor Arzobispo había dado su aprobación poniendo él el imprimátur, y esto era nada, el golpe más fatal para mi pobre alma ha sido la noticia de que no sólo se debía poner lo que correspondía a la Divina Voluntad, porque de esto, después de tantas insistencias de Nuestro Señor y de los superiores, me había convencido que lo requería la gloria de Dios, y mísera y pequeña cual soy no conviene oponerme a lo que el bendito Jesús quiere, sino también el orden que Jesús ha tenido conmigo y todo lo que me ha dicho aun sobre las virtudes y circunstancias, esto me ha resultado demasiado doloroso, he dicho una y otra vez mis razones para que esto no se hiciese. Mientras me encontraba tan oprimida, mi dulce Jesús moviéndose en mi interior, como si sintiera el peso de mi opresión me ha estrechado entre sus brazos, y sacudiéndome me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿qué pasa, qué pasa? Anímate, no quiero que estés tan oprimida, ¿en vez de agradecerme te oprimes? Tú debes saber que para hacer que mi Suprema Voluntad sea conocida, he debido preparar las cosas, disponer los medios, arrollar al Arzobispo con los actos de absoluto dominio de mi Voluntad, a los cuales el hombre no me puede resistir, he debido hacer uno de mis grandes prodigios. ¿Crees tú que sea cosa fácil el obtener la aprobación de un Obispo? Cómo es difícil, cuántas cavilaciones, cuántas dificultades, y si aprueban es con muchas restricciones, casi quitando las pinceladas más bellas, los colores que más resaltan a todo lo que mi bondad con tanto amor ha revelado. ¿No ves tú entonces en la aprobación del Arzobispo el triunfo de mi Voluntad? Y por lo tanto mi gran gloria y la gran necesidad de que los conocimientos del Supremo Querer sean conocidos, y que como rocío benéfico apaguen los ardores de las pasiones, y que como sol que surge haga huir las tinieblas de la voluntad humana y quite el entorpecimiento que casi todas las criaturas tienen aun en el hacer el bien, porque falta la Vida de mi Querer. Mis manifestaciones sobre Él serán como bálsamo que cicatrizarán las llagas que ha producido la voluntad humana; quien tenga el bien de conocerlas se sentirá correr en él una nueva vida de luz, de gracia, de fortaleza, para cumplir en todo mi Voluntad, y no sólo esto, sino que comprendiendo el gran mal del propio querer lo aborrecerán y se sacudirán del durísimo yugo de la voluntad humana, para ponerse bajo el suave dominio de la mía. ¡Ah! tú no sabes ni ves lo que sé y veo Yo, por eso déjame hacer y no te oprimas, mas bien deberías haber apresurado y urgido tú misma a aquél que Yo con tanto amor he dispuesto para que tomara el empeño, es más, decirle que se apresure y que no se pierda tiempo. Hija mía, el Reino de mi Voluntad es inquebrantable y en estos conocimientos sobre Ella he puesto tanta luz, gracia y atracciones para volverlo victorioso, de modo que conforme sean conocidos harán dulce batalla a la voluntad humana y quedarán vencidas. Estos conocimientos serán muro altísimo y fortísimo, más que en el Edén terrestre, que impedirán al enemigo infernal el entrar dentro para molestar a aquellos que vencidos por mi Voluntad pasarán a vivir en el Reino de Ella, por eso no te turbes y déjame hacer, y Yo dispondré todo para que el Fiat Supremo sea conocido”.
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19-48
Agosto 18, 1926
Jesús anima a aquél que debe emprender la publicación de los escritos sobre la Santísima Voluntad de Dios. Potencia de los actos hechos en el Querer Divino.
(1) Mientras rezaba me he encontrado fuera de mí misma, y al mismo tiempo veía al reverendo padre que debe ocuparse de la publicación de los escritos sobre de la Santísima Voluntad de Dios, con Nuestro Señor cercano que tomaba todos los conocimientos, efectos y valores que ha manifestado sobre el Supremo Querer, que cambiados en hilos de luz los sellaba en la inteligencia del padre, de modo de formar una corona de luz en torno a su cabeza, y mientras esto hacía le ha dicho:
(2) “Hijo mío, el trabajo que te he dado es grande, por eso es necesario que te dé mucha luz para hacerte comprender con claridad lo que he revelado, porque según la claridad con la cual serán expuestos, así producirán sus efectos, aunque por sí mismas estas verdades son clarísimas, porque lo que respecta a mi Voluntad es luz que desciende del Cielo, la cual no confunde ni deslumbra la vista de la inteligencia, sino que tiene virtud de reforzar y clarificar la inteligencia humana, para hacerse comprender y amar, y de poner en el fondo del alma el principio de su origen, la verdadera finalidad por la cual fue creada, el orden entre Creador y criatura, y cada palabra mía, manifestaciones, conocimientos sobre mi Supremo Querer, son tantas pinceladas para hacer regresar al alma a la semejanza de su Creador. Todo lo que he dicho sobre mi Voluntad no es otra cosa que preparar el camino, formar el ejército, reunir al pueblo elegido, preparar el palacio real, disponer el terreno donde debe formarse el Reino de mi Voluntad, y después regirlo y dominarlo. Por eso el trabajo que te confío es grande, Yo te guiaré, estaré junto a ti para hacer que todo se haga según mi Voluntad”.
(3) Después de esto lo ha bendecido, y se ha venido a mi pequeña alma retomando su palabra:
(4) “Hija mía, cuánto me interesa mi Voluntad, cómo amo, suspiro que sea conocida, es tanto mi interés que estoy dispuesto a dar cualquier gracia a quien quiera ocuparse de hacerla conocer. ¡Oh! cómo quisiera que se hiciese pronto, porque veo que todos mis derechos me serán restituidos y el orden entre Dios y la criatura será restablecido; no daré más mis bienes por mitad a las generaciones humanas, sino todos enteros, ni recibiré más de ellas cosas incompletas, sino todas enteras. ¡Ah! hija mía, el poder y el querer dar y no encontrar a nadie a quién dar, es siempre una pena y un peso sin esperanza de ser aligerado. Si tú supieras con cuánto celo de amor estoy en torno al alma cuando la veo dispuesta a hacer sus actos en mi Voluntad, antes de que comience el acto, en él hago correr la luz y la virtud de mi Voluntad, a fin de que el acto tenga su principio sobre la virtud que contiene mi Voluntad; conforme la criatura lo va formando, así la luz y la virtud divina lo inviste y desenvuelve, y conforme lo cumple, la luz se sella sobre él y le da la forma de un acto divino, y ¡oh! cómo goza mi suprema bondad al ver que la criatura posee este acto divino; a estos actos mi eterno amor no dice jamás basta, da y da siempre, porque ante estos actos divinos formados por la criatura en mi Voluntad, mi amor no sabe limitarse, porque siendo divinos debe recompensarlos con amor infinito y sin límites. ¿No ves tú misma con cuánto amor te guío, te acompaño y llego muchas veces a hacer junto contigo lo que haces tú? Y esto para dar un valor divino a tus actos. Cómo soy feliz al ver que en virtud de mi Voluntad tus actos son divinos, similares a los míos, no hay más distancia entre tu pequeño amor y el mío, entre tu adoración y la mía, entre tus adoraciones y las mías, pues todo, investido por la luz del Querer Eterno, pierde lo finito, las apariencias humanas, y adquieren lo infinito y la sustancia divina, y transformando todo junto el obrar de Dios y del alma, forma de ellos uno solo. Por eso sé atenta y tu vuelo en mi Voluntad sea continuo”.
(5) Después de esto mi siempre amable Jesús ha regresado y se hacía ver todo afligido, sufriente y como inquieto por las grandes ofensas de las criaturas. Yo quería tranquilizarlo, darle reposo, pero no lo lograba, entonces me ha venido el pensamiento de hacer mis acostumbrados actos en el Fiat Supremo, y conforme esto hacía Jesús se tranquilizaba y tomaba reposo, y después me ha dicho:
(6) “Hija mía, los actos en mi Voluntad son más que rayos solares, que queriéndolos mirar, la vista queda eclipsada por la luz, de manera que no puede ni mirar ni distinguir más nada. Si la luz del sol tiene tanta fuerza, mucho más los actos hechos en mi Voluntad; la luz de Ella tiene la fuerza para eclipsar y apartar el mal de las criaturas, a fin de que no hagan cosas peores, e impide con la fuerza de su luz que las ofensas lleguen hasta Mí. Y así como la luz del sol, que contiene en sí la similitud del Sol Eterno del Fiat Supremo, contiene todos los colores, y de estos derivan innumerables efectos que hacen salir bienes sin número a las generaciones humanas, mientras que aparentemente no se ve otra cosa que luz brillante y blanca, así el Sol Eterno de mi Querer, mientras es sólo la luz de mi Voluntad, dentro de Ella están encerrados, como tantos colores, todas las similitudes divinas que contienen efectos infinitos y hace brotar fuentes de amor, de bondad, de misericordia, de potencia, de ciencia, en suma todas las cualidades divinas. Por eso lo obrado en mi Voluntad contiene tal potencia y armonía, que puede dar el reposo a tu amado Jesús”.
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19-49
Agosto 22, 1926
Los actos hechos en el Querer Supremo toman la imagen de las cualidades divinas. Qué significa ser cabeza de una misión.
(1) Me siento como inmersa en el Querer Eterno de mi adorable Jesús, y cuanto más me es posible hago mi giro por toda la Creación, para hacer compañía a todos los actos que la Divina Voluntad obra en ella, pero mientras esto hacía, mi sumo y único bien se hacía ver en mi interior, que mirándome toda numeraba uno por uno todos mis actos, y se los ponía en torno a Sí para gozárselos, y después me ha dicho:
(2) “Hija mía, estoy haciendo la numeración de todos tus actos para ver si llegan al número establecido por Mí, y como mi Voluntad encierra todas las cualidades divinas, cada acto tuyo hecho en Ella toma la imagen de una cualidad suprema; míralos cómo son bellos: Quién posee la imagen de mi sabiduría, quién la imagen de la bondad, quién el amor, quién la fortaleza, quién la belleza, quién la misericordia, quién la inmutabilidad, quién el orden, en suma, todas mis cualidades supremas. Cada uno de tus actos toma una imagen distinta, pero se asemejan entre ellos, se armonizan, se dan la mano y forman un acto solo. Cómo es bello lo obrado por la criatura en mi Voluntad, no hace otra cosa que producir imágenes divinas, y Yo me deleito de circundarme de estas mis imágenes para gozar en la criatura los frutos de mis cualidades, y le doy virtud de reproducir otras imágenes mías divinas, pues quiero ver copiado, sellado el Ser Supremo, y por eso tengo tanto interés de que la criatura haga mi Voluntad y viva en Ella, para repetir mis obras”.
(3) Después de esto estaba pensando entre mí: “Cómo es dura la privación de mi dulce Jesús, se siente la verdadera muerte del alma, y sucede como al cuerpo cuando parte el alma, que mientras posee los mismos miembros, estos están vacíos de la vida, están inertes, sin movimiento y no tienen más valor; así me parece mi pequeña alma sin Jesús, posee las mismas facultades, pero vacías de vida, sin Jesús termina la vida, el movimiento, el calor, por eso la pena es desgarradora, indescriptible, y no se puede comparar a ninguna otra pena. ¡Ah! la Mamá Celestial no sufrió esta pena porque su santidad la volvía inseparable de Jesús, y por eso no quedó jamás privada de Él”. Pero mientras esto pensaba, mi amado Jesús se ha movido en mi interior diciéndome:
(4) “Hija mía, tú te equivocas, la privación de Mí no es separación, sino dolor, y tú tienes razón al decir que es un dolor más que mortal, y este dolor tiene la virtud, no de separar, sino de unir con ataduras más fuertes y más estables la unión inseparable Conmigo, y no sólo esto, sino que cada vez que el alma queda como privada de Mí, sin culpa suya, Yo resurjo de nuevo para ella a nueva vida de conocimiento, haciéndome comprender más de nuevo amor, amándola de más, y doy nueva gracia para enriquecerla y embellecerla, y ella resurge a nueva Vida Divina, a nuevo amor y a nueva belleza, porque es justo; sufriendo el alma penas mortales, viene substituida con nueva Vida Divina, si esto no fuese así, me dejaría vencer por el amor de la criatura, lo que no puede ser. Y además, no es verdad que la Soberana Reina no haya quedado jamás privada de Mí, inseparable jamás, pero privada sí, esto no perjudicaba la altura de su santidad, más bien la acrecentaba. Cuantas veces la dejé en el estado de pura fe, porque debiendo ser la Reina de los dolores y la Madre de todos los vivientes, no podía faltarle el adorno más bello, la gema más refulgente que le daba la característica de Reina de los mártires y Madre Soberana de todos los dolores, esta pena de ser dejada en el estado de pura fe la preparó a recibir el depósito de mi doctrina, el tesoro de los sacramentos y todos los bienes de mi Redención, porque siendo mi privación la pena más grande, pone al alma en condición de merecer ser la depositaria de los dones más grandes de su Creador, de sus conocimientos más altos y de sus secretos. ¿Cuántas veces no lo he hecho contigo? Después de una privación mía te he manifestado los conocimientos más altos sobre mi Voluntad, y con esto venía a hacerte depositaria no sólo de sus conocimientos, sino de mi misma Voluntad. Y además, la Soberana Reina como Madre debía poseer todos los estados de ánimo, por lo tanto también el estado de pura fe, para poder dar a sus hijos aquella fe irremovible que hace arriesgar la sangre y la misma vida para defender y atestiguar la fe. Si este don de la fe no lo hubiera poseído, ¿cómo lo podía dar a sus hijos?”
(5) Dicho esto ha desaparecido, pero mi mente quería pensar tantas cosas extrañas y quizá aún disparatadas y me esforzaba por hacer mis actos en la adorable Voluntad de Dios, pero mientras esto hacía pensaba entre mí: “Si el vivir en el Reino supremo de la Voluntad Divina requiere tanta atención, tantos sacrificios, serán poquísimos los que querrán vivir en un Reino tan santo”. Y mi dulce Jesús regresando me ha dicho:
(6) “Hija mía, quien es llamado como cabeza de una misión debe abrazar no sólo todos los miembros, sino debe regirlos, dominarlos y constituirse vida de cada uno de ellos; mientras que los miembros no son los que dan vida a la cabeza ni hacen todo lo que hace ella, sino que cada uno hace su oficio. Así quien es llamado como cabeza de una misión, abrazando todo lo que conviene para poder desarrollar el trabajo que le ha sido confiado, sufriendo más que todos y amando a todos, prepara el alimento, la vida, las lecciones, los oficios, según la capacidad de quien querrá seguir su misión. Lo que es necesario a ti que debes formar el árbol con toda la plenitud de las ramas y multiplicidad de los frutos, no será necesario a quien debe ser solo rama o fruto, su trabajo será de estar incorporado al árbol para recibir los humores vitales que él contiene, o sea, hacerse dominar por mi Voluntad, no dando jamás vida al propio querer en todas las cosas, sean internas o externas; conocer mi Voluntad y recibirla como vida propia para hacerla desarrollar su Vida Divina, en suma, hacerla reinar y dominar como Reina. Así hija mía, quien debe ser cabeza conviene que sufra, que trabaje y que haga él solo todo lo que los demás harán todos juntos. Esto es lo que hice Yo, porque como cabeza de la Redención puedo decir que hice todo por amor de todos, para darles la vida y ponerlos a todos a salvo, como también la Virgen Inmaculada, porque como Madre y Reina de todos, ¿cuánto no sufrió? ¿Cuánto no amó y obró por todas las criaturas? Ninguno puede decir que nos haya igualado, ya sea en el sufrir como en el amar, a lo más nos semejan en parte, pero igualarnos, ninguno. Pero con el haber estado a la cabeza de todos, tanto Yo como la Soberana Reina, encerrábamos todas las gracias y todos los bienes, la fuerza estaba en nuestro poder, el dominio era nuestro, Cielo y tierra obedecían a nuestras señas y temblaban delante a nuestra potencia y santidad. Los redimidos han tomado nuestras migajas y han comido nuestros frutos, se han sanado con nuestros remedios, se han revigorizado con nuestros ejemplos, han aprendido nuestras lecciones, han resucitado a costa de nuestra vida, y si han sido glorificados ha sido en virtud de nuestra gloria, pero el poder es siempre nuestro, la fuente viva de todos los bienes brota siempre de Nosotros, tan es verdad, que si los redimidos se alejan de Nosotros pierden todos los bienes y vuelven a estar enfermos y pobres más que antes. He aquí lo que significa ser cabeza, es verdad que se sufre mucho, se trabaja demasiado, se debe preparar el bien a todos, pero todo lo que se posee sobrepasa todo y a todos, hay tal distancia entre quien es cabeza de una misión y entre quien debe ser miembro, como si se comparara al sol como cabeza y a una pequeña luz como miembro. Por eso te he dicho tantas veces que tu misión es grande, porque no se trata de la sola santidad personal, sino se trata de abrazar todo y a todos, y preparar el Reino de mi Voluntad a las generaciones humanas”.
(7) Después de esto estaba siguiendo los actos del Querer Supremo, los cuales, todos se convertían en luz y formaban un horizonte de luz resplandeciente, que formaba nubes de plata, y donde penetraba esta luz todo se convertía en luz, tenía el poder, la fuerza de vaciar todo para llenar todo de su luz fulgidísima, y Jesús ha agregado:
(8) “Hija mía, no hay cosa más penetrante que la luz, ella se expande dondequiera con una rapidez encantadora, llevando sus benéficos efectos a todos aquellos que se hacen investir por ella; la luz no se niega a hacer bien a ninguno, sean personas, sea tierra, sea agua, sea planta u otro, su naturaleza es iluminar y hacer el bien, y por eso no deja atrás a ninguno, lleva a todos su beso de luz y les dona el bien que contiene.
(9) Mi Voluntad es más que luz, Ella se expande dondequiera y lleva el bien que contiene, y los actos hechos en Ella forman la atmósfera de oro y de plata que tiene virtud de vaciar todas las tinieblas de la noche de la voluntad humana, y con su luz benéfica lleva el beso del Eterno Querer, para disponer a las criaturas a querer venir al Reino del Fiat Supremo. Cada acto tuyo hecho en Él es un horizonte nuevo que haces surgir al ojo de la inteligencia humana, para hacerle suspirar la luz del bien que posee mi Voluntad. Hija mía, para preparar este Reino se necesita el trabajo, se requieren leyes celestiales, que son leyes todas de amor; en Él no entrarán las leyes de temor, de penas, de condena, porque las leyes de amor de mi Voluntad serán amigables, filiales, de recíproco amor entre Creador y criatura, así que los temores, las condenas, no tendrán ni vigor ni vida, y si habrá algún sufrimiento, será pena de triunfo y de gloria. Por eso sé atenta, porque se trata de hacer conocer un Reino celestial, de manifestar sus secretos, sus prerrogativas, sus bienes, para atraer a las almas a amarlo, a suspirarlo y a hacerles tomar la posesión de él”.
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19-50
Agosto 25, 1926
La Divina Voluntad forma de toda la Vida de Nuestro Señor un acto solo en su interior. + + +
(1) Estaba recordando todos los actos de Nuestro Señor para unirme con Él, y no sólo esto, sino para encontrar su Santísima Voluntad obrante en todos sus actos, para poder fundirme con Ella y hacer un acto solo con el mío, así que habría querido quedar concebida con Jesús, nacer con Jesús, gemir, llorar, sufrir, rezar, derramar mi sangre junto con la suya y morir junto con Jesús. Ahora, mientras esto pensaba, se ha movido en mi interior haciéndome sentir que estaba en mi corazón, y alzando los brazos para estrecharme a Él me ha dicho:
(2) “Hija mía, toda mi Vida fue un solo acto proveniente de aquel acto único del Eterno, que no tiene sucesión de actos, y si en mi Humanidad externamente se vieron poco a poco la sucesión de mis actos, esto es, concebir, nacer, crecer, obrar, caminar, sufrir, morir, en lo interno de mi Humanidad, mi Divinidad, el Verbo Eterno unido a mi alma, formaba un acto solo de toda mi Vida, así que la sucesión de los actos externos que se veían en mi Humanidad era la desembocadura del acto único, que desbordando fuera formaba la sucesión de mi Vida externa, pero en mi interior, conforme quedé concebido, al mismo tiempo nacía, lloraba, gemía, caminaba, obraba, hablaba, predicaba el evangelio, instituía los Sacramentos, sufría y quedaba crucificado. Así que todo lo que se veía en el exterior de mi Humanidad que sucedía poco a poco, dentro de Mí era un solo acto, largo y continuado, y que continúa aún. Así que conforme quedé concebido, partiendo del acto único del Eterno, quedé en acto de concebirme siempre, de nacer siempre, de gemir y llorar siempre, en suma, todo lo que hice quedó en acto y como acto continuo, porque todo lo que sale de Dios y queda en Dios no sufre mutaciones, ni incremento ni disminución, hecho el acto queda con la plenitud de la vida que jamás termina y que puede dar vida a todos, por cuantos la quieran; así que mi Voluntad mantuvo y mantiene todo en acto, toda mi Vida, como mantiene en acto la vida del sol, sin hacerlo crecer ni disminuir en su luz, en el calor y en sus efectos; así como conserva la extensión del cielo con todas las estrellas, sin jamás restringirse o perder aun una sola estrella; y de tantas otras cosas creadas por Mí, así mi Supremo Querer mantiene la vida a todos los actos de mi Humanidad, sin perder ni siquiera un respiro. Ahora, mi Voluntad donde reina no sabe hacer actos separados, su naturaleza es un acto solo, múltiple en los efectos, pero en el acto es siempre único, por eso llama al alma que se hace dominar por Ella a la unión de su acto único, a fin de que encuentre todos los bienes, todos los efectos que solamente un acto único de un Dios puede poseer. Por lo tanto, tu atención esté en permanecer unida a aquel acto único del Eterno si quieres encontrar en acto toda la Creación y toda la Redención, en este acto único encontrarás la largura de mis penas, de mis pasos, mi continuada crucifixión, todo encontrarás, mi Voluntad no pierde nada y tú en Ella quedarás fundida en mis actos y tomarás el fruto de toda mi Vida. Si esto no fuese así no habría gran diferencia entre mi obrar y el obrar de mis santos, en cambio con ser mi obrar un acto único, entre mi obrar y el de ellos hay la diferencia que existe entre el sol y la pequeña llamita, entre el gran mar y la gota de agua, entre la vastedad de los cielos y el pequeño agujero. Sólo la potencia de mi acto único tiene el poder de darse a todos y abrazar todo, y mientras da no pierde jamás nada”.
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19-51
Agosto 27, 1926
Jesús da el título al libro sobre su Voluntad.
(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi siempre amable Jesús me hacía ver al reverendo padre que debe ocuparse de la publicación de los escritos sobre la adorable Voluntad de Dios, y Jesús, poniéndose cercano a él le decía:
(2) “Hijo mío, el título que darás al libro que publicarás sobre mi Voluntad será éste: ‘El Reino de mi Divina Voluntad en medio a las criaturas. Libro de Cielo. Llamada a las criaturas al orden, a su puesto y a la finalidad para la que fueron creadas por Dios’. Mira, también el título quiero que corresponda a la gran obra de mi Voluntad, quiero que la criatura comprenda que su puesto, asignado a ella por Dios, es en mi Voluntad, y hasta en tanto no entre en Ella estará sin puesto, sin orden, sin finalidad, será una intrusa en la Creación, sin derecho de permanencia, y por eso irá errante, sin paz, sin herencia, y Yo, movido a compasión de ella le gritaré continuamente: ‘Entra en tu puesto, ven al orden, ven a tomar tu herencia, a vivir en tu casa, ¿por qué quieres vivir en casa extraña? ¿Por qué quieres ocupar un terreno que no es tuyo? Y no siendo tuyo vives infeliz y eres el siervo y el hazmerreír de todas las cosas creadas. Todas las cosas creadas por Mí, porque permanecen en su puesto, están en el orden y en perfecta armonía con toda la plenitud de sus bienes que Dios les asignó, sólo tú quieres ser infeliz, pero infelicidad voluntaria, por eso ven a tu puesto, a él te llamo y ahí te espero’. Por eso, aquél o aquélla que se prestará a hacer conocer mi Voluntad será mi portavoz, y Yo le confiaré los secretos del Reino de Ella”.
(3) Después de esto hacía ver toda la Creación, cómo todas las cosas creadas están en el puesto querido por Dios, y por lo tanto en el orden perfecto y en la completa armonía entre ellas y la Suprema Voluntad, porque todas las cosas están en su puesto, mantienen su existencia íntegra, bella, fresca y siempre nueva, y el orden lleva la felicidad común y la fuerza universal a todos. Qué encanto el ver el orden, la armonía de toda la Creación, y Jesús retomando su palabra ha agregado:
(4) “Hija mía, cómo son bellas nuestras obras, son nuestro honor y nuestra gloria perenne, todas están en su puesto y cada una de las cosas creadas cumple perfectamente su oficio, sólo el hombre es nuestro deshonor en nuestra obra creadora, porque con sustraerse de nuestra Voluntad camina con la cabeza abajo, en la tierra, y con los pies en el aire, ¡qué desorden, qué desorden, da horror el verlo! Caminando con la cabeza abajo araña la tierra, se desordena todo, se transforma, a la vista le falta el espacio necesario para mirar, no puede difundirse en el espacio para conocer las cosas, ni defenderse si el enemigo le está tras las espaldas, ni hacer mucho camino, porque, ¡pobrecito! con la cabeza debe arrastrarse, no caminar, porque el oficio de caminar es de los pies y el de la cabeza es el de dominar. Así que el hacer la propia voluntad es la verdadera y perfecta ruina del hombre y el desorden de la familia humana. Por eso me interesa tanto que mi Voluntad sea conocida, a fin de que la criatura regrese a su puesto, no más se arrastre con la cabeza abajo, sino que camine con los pies, no forme más mi y su deshonor, sino mi y su honor. Mira tú misma, ¿no dan una fea apariencia las criaturas al verlas caminar con la cabeza por tierra? ¿No te disgusta aun a ti el verlas tan desordenadas?”
(5) Yo he mirado y las veía con la cabeza abajo y los pies en el aire. Jesús ha desaparecido y yo he quedado mirando este feo espectáculo de las generaciones humanas, y rogaba de corazón que su Voluntad sea conocida.
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19-52
Agosto 29, 1926
La naturaleza del verdadero bien sólo la posee la Voluntad Suprema. Bendiciones de Jesús al título que debe darse a los escritos sobre su Santísima Voluntad.
(1) Mi pobre mente está siempre de regreso en el centro supremo del Querer Eterno, y si alguna vez pienso en alguna otra cosa, Jesús mismo con su decir llama mi atención a navegar el mar interminable de su Santísima Voluntad. Ahora, como estaba pensando en otras cosas, mi dulce Jesús, celoso, me ha estrechado a Sí y me ha dicho:
(2) “Hija mía, siempre en mi Voluntad te quiero, porque en Ella está la naturaleza del bien. Un bien sólo se puede llamar verdadero bien cuando no termina jamás, ni tiene principio ni fin. El bien, cuando tiene principio y fin, está lleno de amarguras, de temores, de ansiedades y aun de desilusiones, todo esto vuelve infeliz el mismo bien, y muchas veces se pasa con facilidad del bien de la riqueza a la miseria, de la fortuna se pasa al infortunio, de la salud se pasa a la enfermedad, porque todos los bienes que tienen principio son vacilantes, pasajeros, caducos y al final se resuelven en la nada. Por eso la naturaleza del verdadero bien la posee sólo mi Voluntad Suprema, porque no tiene principio ni fin, y por eso el bien es siempre igual, siempre pleno, siempre estable, no sujeto a ninguna mutación; por eso todo lo que el alma hace entrar en el Supremo Querer, todos sus actos formados en Él, adquieren la naturaleza del verdadero bien, porque son hechos en una Voluntad estable, no cambiante, que contiene bienes eternos y sin medida. Así que tu amor, tu oración, tus agradecimientos y todo lo que puedes hacer, toman puesto en un principio eterno que no termina jamás, y por eso adquieren la plenitud de la naturaleza del verdadero bien, por lo tanto tu oración adquiere el pleno valor y el fruto completo, de modo que tú misma no podrás comprender hasta dónde se extenderán los frutos, los bienes de tu oración, ella girará la eternidad, se dará a todos y al mismo tiempo quedará siempre plena en sus efectos; tu amor adquiere la naturaleza del verdadero amor, de aquel amor inquebrantable que jamás viene a menos, que jamás termina, que ama a todos y se da a todos y queda siempre con la plenitud del bien de la naturaleza del verdadero amor, y así de todo lo demás. A todo lo que entra en mi Voluntad, su fuerza creadora le comunica su misma naturaleza y los convierte en actos suyos, porque no tolera en Ella actos disímiles de los suyos, y por eso se puede decir que los actos de la criatura hechos en mi Voluntad, entran en los caminos inescrutables de Dios, y no se pueden conocer todos sus innumerables efectos. Lo que no tiene principio ni fin se vuelve incomprensible a las mentes creadas que tienen su principio, porque faltando en ellas la fuerza de un acto que no tiene principio, todas las cosas divinas y todo lo que entra en mi Voluntad se vuelve inescrutable y no investigable. Ve entonces el gran bien del obrar en mi Voluntad, a qué punto tan alto eleva a la criatura, cómo le viene restituida la naturaleza del bien, tal como la sacó de su seno su Creador. En cambio, todo lo que se puede hacer fuera de mi Voluntad, aunque sea un bien, no se puede llamar verdadero bien, porque le falta el alimento divino, su luz, y son disímiles de mis actos, y por eso quitan la semejanza al alma de la imagen divina, porque es sólo mi Voluntad la que la hace crecer a mi semejanza, y quitada esta semejanza se quita lo más bello, el valor más grande al obrar humano, así que son obras vacías de sustancia, de vida y de valor, son como plantas sin fruto, como alimento sin sustancia, como estatuas sin vida, como trabajos sin salario, que cansan los miembros de los más fuertes. ¡Oh, la gran diferencia entre el obrar en mi Voluntad y entre el obrar sin Ella! Por eso sé atenta, no me des este disgusto de hacerme ver en ti un acto que no dé mi semejanza”.
(3) Después de esto ha desaparecido, pero poco después ha regresado como inquieto por las ofensas recibidas, y refugiándose en mí quería tomar reposo, y yo le he dicho: “Amor mío, tengo tantas cosas que decirte, tantas cosas que establecer entre Tú y yo, tengo que pedirte que tu Voluntad sea conocida y que su Reino tenga su pleno triunfo. si Tú reposas yo no puedo decirte nada, debo callar para dejarte reposar”. Y Jesús interrumpiendo mis palabras, con una ternura indecible me ha estrechado a Sí, muy fuerte, y besándome me ha dicho:
(4) “Hija mía, cómo es bella la oración sobre tus labios acerca del triunfo del Reino del Supremo Querer, es el eco de mi misma oración, de mis suspiros y de todas mis penas. Ahora quiero ver lo que has escrito acerca del título para darse a los escritos sobre mi Voluntad”.
(5) Y mientras esto decía tomaba este libro entre sus manos, y parecía que leyese lo que está escrito el 27 de Agosto; mientras leía quedaba pensativo, como si se pusiera en profunda contemplación, de modo que yo no osaba decirle nada, sólo oía que su corazón le latía muy fuerte, como si quisiera estallar; después ha estrechado el libro a su pecho diciendo:
(6) “Bendigo el título, lo bendigo de corazón y bendigo todas las palabras que conciernen a mi Voluntad”.
(7) Y levantando su mano derecha, con una majestad encantadora ha pronunciado las palabras de la bendición. hecho esto ha desaparecido.
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19-53
Agosto 31, 1926
Nuestro Señor, así como puso fuera la Creación, así puso fuera todos los bienes que hay en el Reino de su Voluntad para bien de las criaturas. La voluntad humana paraliza la Vida de la Divina en el alma.
(1) Estaba según mi costumbre haciendo mis actos, mis giros en el Santo Querer Divino, yo misma veo que no sé hacer otra cosa que girar en Él, en mi amada heredad que me ha dado mi dulce Jesús, en la cual hay tanto qué hacer y qué aprender, que no me bastará ni mi pequeña vida del exilio, ni toda la eternidad para cumplir mis oficios en esta extensísima heredad, en la cual no se ven los confines, ni dónde comienza ni dónde termina, y por cuanto más se gira en ella, tantas más cosas nuevas se aprenden, pero muchas cosas se ven y no se comprenden, y se necesita al dulce Jesús para que las explique, de otra manera se admiran, pero no se saben decir. Entonces mi siempre amable Jesús, sorprendiéndome mientras hacía mis actos en su adorable Voluntad me ha dicho:
(2) “Hija mía, mira cuantas cosas sacamos con nuestro Fiat en la Creación para el bien de la naturaleza del hombre; de todo lo que había establecido nuestra Voluntad poner fuera, nada faltó al cumplimiento de Ella. Ahora, así como fue establecido todo lo que debíamos sacar en la Creación, y nada faltó a nuestro llamado, así fue establecido lo que debíamos sacar para el bien de las almas, como de hecho lo sacamos, pero fue tanto, de sobrepasar por miles y miles de veces más todos los bienes que se ven en la Creación; pero tanto aquellos que debían servir al bien de la naturaleza, como aquellos que debían servir al bien del alma, todo quedó depositado en nuestra Voluntad, porque nuestras cosas no las confiamos a ninguno, conociendo que sólo Ella nos los habría conservado íntegros y bellos, tal como los sacamos de nuestro seno divino, mucho más, pues sólo Ella tiene la fuerza conservadora y multiplicadora, que mientras da, nada pierde y todas las cosas las tiene en el puesto querido por Nosotros. Ahora, cuántas cosas hay en mi Voluntad que debo dar a las criaturas, pero deben venir al Reino de Ella para recibirlas, y así como la naturaleza humana jamás habría podido tomar parte en los bienes de la Creación si no quisiera vivir bajo el cielo, ni tener un lugar sobre la tierra, donde las cosas creadas por Mí le hacen corona, así el alma, si no viene a vivir bajo el cielo de mi Querer, en medio a los bienes que nuestra paterna bondad puso fuera para hacerla feliz, para embellecerla, para enriquecerla, jamás podrá tomar parte en estos bienes, para ella serán como extraños y no conocidos. Mucho más que cada alma habría sido un cielo distinto, donde nuestro Querer Supremo se habría deleitado adornándolo con un sol más refulgente y con estrellas más espléndidas que aquéllas que se ven en la Creación, pero una más bella que la otra. Mira la gran diferencia: Para la naturaleza humana hay un sol para todos, en cambio para las almas hay un sol para cada una, hay un cielo propio, hay una fuente que siempre mana, hay un fuego que jamás se apaga, hay un aire divino que se respira, hay un alimento celestial que hace crecer admirablemente a semejanza de Aquél que la ha creado. ¡Oh, cuántas cosas tiene mi Voluntad preparadas y establecidas para dar a quien quiera venir a vivir en su Reino, bajo su liberal y dulce régimen, no quiere confiar sus bienes fuera de su Reino, porque sabe que si salen fuera de sus confines no serán ni apreciados ni comprendidos, mucho más que sólo Ella sabe conservar y mantener en vida sus bienes, y sólo quien vive en Ella es capaz de comprender su lenguaje celestial, de recibir sus dones, de mirar sus bellezas y de formar una sola vida con mi Voluntad. En cambio, quien no quiere vivir en su Reino, no es capaz de comprender sus bienes, su lengua no sabrá hablar de ellos ni adaptarse al lenguaje de mi Reino, ni podrá mirar sus bellezas, más bien quedará ciego por la fuerte luz que en Él reina. Ve entonces desde hace cuánto tiempo están puestos fuera de nuestro seno paterno todos los bienes que debemos dar a los hijos de nuestro Fiat Supremo, todo está preparado desde que fue creada la Creación, no nos retiraremos por la tardanza, esperaremos aún, y en cuanto la criatura ponga como escabel su voluntad a la nuestra para hacerla dominar, Nosotros le abriremos las puertas para hacerla entrar, porque fue la voluntad humana la que cerró las puertas a la nuestra y abrió las puertas a las miserias, a las debilidades, a las pasiones; no fue la memoria o la inteligencia las que se pusieron contra su Creador, si bien concurrieron, sino que fue la voluntad humana la que tuvo su acto primero y rompió todos los vínculos, todas las relaciones con una Voluntad tan santa, mucho más, que todo el bien o todo el mal está encerrado en esta voluntad humana, el régimen, el dominio es suyo, así que habiendo fallado la voluntad en el bien, todo se malogró, perdió el orden, descendió de su origen, se volvió fea; y como fue la voluntad humana la que se puso contra la mía, haciendo que se le malograran todos los bienes, por eso quiero su voluntad, y en correspondencia quiero darle la mía para restituirle todos los bienes perdidos. Por eso hija mía sé atenta, no des jamás vida a tu voluntad si quieres que la mía reine en ti”.
(3) Después de esto ha hecho silencio, quedando todo afligido por el gran mal que ha producido la voluntad humana en las criaturas, hasta deformar su bella imagen infundida en ellas al crearlas, y suspirando ha agregado:
(4) “Hija mía, la voluntad humana paraliza la Vida de la mía en el alma, porque sin mi Voluntad no circula la Vida Divina en el alma, que más que sangre pura conserva el movimiento, el vigor, el uso perfecto de todas las facultades mentales, de modo de hacerla crecer sana y santa, de poder descubrir en ella nuestra semejanza, ¡cuántas almas paralizadas sin mi Voluntad! Qué espectáculo digno de compasión, ver a las humanas generaciones casi todas paralizadas en el alma, y por lo tanto irracionales, ciegas para ver el bien, sordas para escuchar la verdad, mudas para enseñarla, inertes para las obras santas, inmóviles para caminar el camino del Cielo, porque la voluntad humana impidiendo la circulación de mi Voluntad forma la parálisis general en el alma de las criaturas, sucede como al cuerpo, que la mayor parte de las enfermedades, especialmente después de parálisis, son producidas por falta de circulación de sangre, si circula bien la sangre el hombre es robusto y fuerte, no siente ningún malestar, pero si comienza la irregularidad de la circulación de la sangre, comienzan las indisposiciones, las debilidades, las fiebres, y si la circulación se hace más irregular, se queda paralizado, porque la sangre que no circula y que con rapidez no corre en las venas, forma los graves males a la naturaleza humana. ¿Qué no harían las criaturas si supiesen que hay un remedio para la irregularidad de la circulación de la sangre? Irían quién sabe hasta dónde para tenerlo, para no padecer ninguna enfermedad. Sin embargo está el gran remedio de mi Voluntad para evitar cualquier mal del alma, para no quedar paralizada en el bien, para crecer fuerte y robusta en la santidad, ¿y quién lo toma? No obstante es un remedio que se da gratis, no se deben hacer viajes para tenerlo, es más, está siempre pronta a darse y constituirse como Vida regular de la criatura. ¡Qué dolor hija mía, qué dolor!”.
(5) Dicho esto ha desaparecido.
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19-54
Septiembre 3, 1926
El deseo purga el alma y estimula el apetito para los bienes de Jesús. Cómo la Voluntad Divina es penetrante y convierte en naturaleza sus efectos.
(1) Me sentía toda fundida en mi dulce Jesús, y le pedía de corazón que vigilase mi pobre alma, a fin de que nada entrase en ella que no fuese de su Voluntad. Ahora, mientras esto hacía, mi amado bien, mi dulce vida se ha movido en mi interior y me ha dicho:
(2) “Hija mía, el deseo de querer un bien, y de quererlo conocer, purga al alma y dispone su inteligencia para comprenderlo, su memoria para recordarlo, y su voluntad se siente avivar el apetito de quererlo para hacer de él alimento y vida, y mueve a Dios a darle aquél bien y a hacerlo conocer. Así que el deseo de querer un bien y el de conocerlo, es como el apetito al alimento, pues si hay apetito se siente el gusto, se come con placer y se queda satisfecho y contento por haber tomado aquel alimento, y se queda con el deseo de gustarlo de nuevo; en cambio, si falta el apetito, aquel mismo alimento gustado con tanta avidez por una persona, para otra que no tiene apetito siente nauseas, disgusto, y llega aun a sufrir. Tal es el deseo al alma, es como el apetito, y Yo, viendo que el deseo de mis cosas es su gusto, hasta hacer de ellas alimento y vida, me vuelvo tan magnánimo en el dar, que no me canso jamás de dar. En cambio para quien no lo desea, faltando el apetito sentirá nauseas de mis cosas, se repetirá el dicho evangélico: ‘Le será dado a quien tiene y le será quitado aquél poco que tiene a quien no apetece mis bienes, mis verdades, las cosas celestiales’. justa pena para quien no desea, no apetece y no quiere saber nada de las cosas que a Mí pertenecen, y si tiene alguna pequeña cosa, es justo que se le quite y se le dé a aquellos que poseen mucho”.
(3) Después de esto, estaba pensando y fundiéndome en el Santo Querer Divino, y encontrándome en su luz inmensa sentía que sus rayos divinos me penetraban tanto, hasta transformarme en su misma luz, y Jesús saliendo de mi interior me ha dicho:
(4) “Hija mía, cómo es bella, penetrante, comunicativa, transformadora la luz de mi Voluntad. Ella es más que sol, el cual, golpeando la tierra dona con liberalidad los efectos que su luz contiene, no se necesita rogarle, sino que espontáneamente, conforme su luz llena la superficie de la tierra, dona a cada una de las cosas que encuentra lo que tiene, da al fruto la dulzura y el sabor, a la flor el color y el perfume, a las plantas el desarrollo, a todas las cosas da los efectos y los bienes que contiene, no particulariza con ninguno, sólo basta con que su luz las toque, las penetre, las caliente, para hacer su obra. Más que sol es mi Voluntad, con tal de que el alma se exponga a sus rayos vivificantes y haga a un lado las tinieblas y la noche de su voluntad humana, su luz surge e inviste al alma, y penetra en sus más íntimas fibras para hacerle huir las sombras y los átomos del humano querer, conforme da su luz y el alma la recibe, comunica todos los efectos que contiene, porque mi Voluntad, saliendo del Ser Supremo contiene todas las cualidades de la Naturaleza Divina, por lo tanto, conforme la inviste, así comunica la bondad, el amor, la potencia, la firmeza, la misericordia, y todas las cualidades divinas, pero no en modo superficial, sino tan real, que transmuta en la naturaleza humana todas sus cualidades, de modo que el alma sentirá en sí, como suya, la naturaleza de la verdadera bondad, de la potencia, de la dulzura, de la misericordia, y así de todo el resto de las cualidades supremas. Sólo mi Voluntad tiene esta potencia de convertir en naturaleza sus virtudes para quien se da en poder de su luz y de su calor y tiene lejano de ella la noche tenebrosa del propio querer, verdadera y perfecta noche de la pobre criatura”.
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19-55
Septiembre 5, 1926
Quien vive en la Voluntad Divina posee una paternidad grande y una gran filiación: Es hija de todos.
(1) Me sentía oprimida, más bien como sin vida por la privación de mi dulce Jesús, esta pena es siempre nueva y más traspasante, de modo de formar nuevas heridas para hacer sangrar de dolor a mi pobre alma. Ahora, mientras me encontraba bajo la opresión del dolor de su privación, mi amado Jesús se ha movido en mi interior y me ha estrechado a su corazón santísimo diciéndome:
(2) “La hija mía, la hija nuestra, la hija de la Mamá Celestial, la hija de los ángeles y de los santos, la hija del cielo, la hija del sol, de las estrellas, del mar, en suma, eres la hija de todos, todos te son padre y de todos eres hija, ¡mira cómo es grande la paternidad, cómo es extensa tu filiación! En vez de oprimirte deberías gozar pensando que todos te son padre y a todos les eres hija. Solamente quien vive en mi Voluntad puede tener el derecho de tan grande paternidad y de tan extensa filiación, de ser amada por todos con amor paterno, porque todos reconocen en ella a su hija, porque estando las cosas creadas todas investidas por mi Voluntad, donde Ella reina triunfante y dominante, ven en ti la misma Voluntad que reina en ellas, por eso todos te tienen como hija de sus entrañas, hay tantos vínculos entre tú y ellas, de sobrepasar en modo infinito los vínculos naturales que hay entre padre e hijo. ¿Sabes tú quién no te es padre? Sólo aquellos que no hacen reinar mi Voluntad en ellos, ellos no tienen ningún derecho sobre de ti, ni tú tienes ningún deber hacia ellos, es como cosa que no te pertenece. ¿Pero sabes tú qué cosa significa poseer tan grande paternidad y tan extensa filiación? Significa estar vinculada con vínculos de justicia a todas las riquezas, gloria, honor y privilegios que posee tan gran paternidad, así que como hija mía, tu Jesús te hace don de todos los bienes de la Redención; como hija nuestra quedas dotada de todos los bienes de la Trinidad Sacrosanta; como hija de la Soberana Reina, Ella te dona sus dolores, sus obras, su amor y todos sus méritos maternos; como hija de los ángeles y de los santos, ellos hacen competencia para cederte todos sus bienes; como hija del cielo, de las estrellas, del sol, del mar y de todas las cosas creadas, todas se sienten honradas porque finalmente tienen a su hija para poder darle su herencia, y mi misma Voluntad reinante en ellas, con su luz interminable te hace la escritura de toda la Creación, y todos sienten la felicidad, la alegría de poder dar su herencia, porque al poder dar no se sienten más estériles sino fecundos, la fecundidad lleva la alegría, la compañía, la armonía, la gloria, la repetición de la misma vida. ¿Cuántos hombres y mujeres son infelices a pesar de ser ricos porque no tienen prole? Porque la esterilidad lleva por sí misma al aislamiento, la amargura, la falta de apoyo y de felicidad, y si parece que gozan aparentemente, en su corazón tienen la espina de la esterilidad que amarga todos sus gozos. Así que tu gran paternidad que posees y tu extensa filiación, es causa de alegría a todos y mucho más a mi Voluntad, que bilocándose reina en ti y te constituye como hija de todas las cosas creadas por Ella, de modo que todos sienten tu apoyo y el contento de poder dar los bienes que poseen. Por eso tu opresión no es justa en medio de tantos bienes y felicidad, y de tantos que te protegen, te defienden y te aman como a verdadera hija”.
(3) Después de esto me he abandonado en los brazos de Jesús y en la corriente de la Divina Voluntad para hacer mis acostumbrados actos, y Jesús regresando me ha dicho:
(4) “Hija mía, mi Voluntad conserva al alma en su origen y no la deja salir de su principio que es Dios, mantiene integra la imagen divina en el fondo de ella, imagen que está encerrada en la inteligencia, memoria y voluntad. Y hasta en tanto el alma hace reinar mi Voluntad en ella, todo está vinculado, todo está en relación entre Creador y criatura, más bien vive a los reflejos de la Majestad Suprema y siempre crece nuestra semejanza en ella, y esta imagen la hace distinguir que es hija nuestra. En cambio la voluntad humana hace que se desconozca su origen, la hace descender de su principio, la inteligencia, la memoria y la voluntad quedan sin luz y la imagen divina queda deformada e irreconocible, rompe todos los vínculos y relaciones divinas, y por eso la voluntad humana hace vivir al alma de los reflejos de todas las pasiones, de modo que se vuelve fea e hija del enemigo infernal, el cual busca esculpir en el alma su fea imagen. ¿Cuántos males no hace el propio querer? Devasta todo bien y produce todos los males”.
(5) Después de esto el bendito Jesús me ha transportado fuera de mí misma y me hacía ver cómo se había deformado su imagen en las criaturas, daba horror verla cómo era irreconocible y fea. La santidad de la mirada de Jesús rehuía verlas, pero la compasión de su corazón santísimo lo empujaba a tener piedad de las obras de sus manos, deformadas y tan feas por su propia culpa. Pero mientras Jesús estaba adolorido a lo sumo al ver tan transformada su imagen, hemos llegado a un punto donde eran tantas las ofensas que le hacían, que no pudiendo más ha cambiado el aspecto de bondad y tomaba aspecto de justicia y amenazaba con castigos; terremotos, agua y fuego eran puestos contra los pueblos para destruir hombres y ciudades. Yo le he rogado que perdonase a los pueblos, y Jesús regresándome a mi cama me ha dado parte de sus penas.
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19-56
Septiembre 7, 1926
Cómo Dios tiene su trono, su morada, su puesto estable y fijo. La Voluntad Divina es sol, la voluntad humana es una chispa formada por la punta de los rayos del Querer Supremo.
(1) Estaba por reemprender mi vuelo en el Querer Supremo para hacer mi acostumbrada visita en el Reino de la Voluntad Divina, extenderme en sus confines para hacer resonar mi te amo, mi adoración, mi gracias por cada cosa creada. Ahora, mientras estaba por hacer esto pensaba entre mí: “Si Dios está en todas partes, ¿en qué aprovecha hacer mi vuelo en el Querer Divino para ponerme hasta en la altura de los Cielos, delante a la Majestad Suprema, llevando como en mi pequeño regazo todas las voluntades humanas de las generaciones, para hacer por cada una de las voluntades rebeldes mi acto de sujeción, de amor y de abandono, a fin de que venza a la Voluntad Divina para hacerla venir a reinar sobre la tierra, dominante y triunfante en medio a las criaturas? Por lo tanto, si está por todas partes, puedo hacerlo también desde aquí”. Mientras esto pensaba, mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, mira el sol, su luz desciende y llena toda la tierra, pero el sol está siempre arriba, bajo la esfera del cielo, con toda majestad en su esfera, señoreando y dominando todo y a todos con su luz, pero aunque el sol no desciende a lo bajo, da los mismos efectos, comunica los mismos bienes por medio de sus rayos, como si descendiera él mismo de la altura de su esfera. Si el sol descendiera de su altura, la tierra siendo mucho más pequeña y las criaturas incapaces de resistir una luz tan grande, descendiendo quemaría y eclipsaría todo con su luz y con su calor, pero como todas las cosas creadas por Mí contienen la semejanza de las entrañas de misericordia de su Creador, por eso el sol se está en lo alto emanando sus rayos llenos de bondad, de amor y de bienes a la pequeña tierra. Ahora, si esto hace el sol, imagen de la verdadera luz del Sol Divino, mucho más Dios, verdadero Sol de luz, de justicia y de amor, mi Majestad no se mueve de la altura de su trono, sino que está siempre firme y estable en su puesto, en su morada celestial, y más que sol emana sus interminables rayos, los cuales llevan sus efectos, sus bienes y comunican su misma Vida, como si descendiese a quien quiera recibirla. Por lo tanto, lo que no hace descendiendo en persona lo hace con la emanación de sus interminables rayos, bilocándose en ellos para dar su Vida, sus bienes a las humanas generaciones. Ahora hija mía, por tu condición de criatura, por tu oficio de la misión del Fiat Supremo, te corresponde a ti subir sobre aquellos mismos rayos que emana la Majestad Suprema, para ponerte delante de Ella para cumplir tu oficio en el seno del Sol Eterno, arrojándote al principio de donde saliste, para tomar por cuanto a criatura es posible, la plenitud de mi Voluntad, para conocerla y manifestarla a los demás.
(3) Ahora, tú debes saber cuáles son los vínculos de identificación entre Voluntad Divina y humana, y por eso amo tanto y quiero, con derecho de creación, de paternidad, de amor y de justicia, que la voluntad humana ceda el puesto a la mía, y arrojándose como un pequeño niño en sus brazos se haga sostener por Ella, nutrir y dominar. El Ente Supremo al crear al hombre hizo salir en campo a mi Voluntad, y si bien como consecuencia y naturalmente todos nuestros atributos concurrieron, pero el Supremo Querer fue como acto primero, el cual tomaba como máximo interés suyo la vida de toda la Creación, comprendido el hombre, y por eso se hacía vida de todos, dominando todo, haciendo todo suyo, porque todo de Ella había salido, por justicia todo debía ser suyo. Mi Voluntad, más que sol emanó sus rayos y con la punta de estos rayos, animando la naturaleza humana formaba la voluntad en la criatura. ¿Ves entonces qué cosa es la voluntad en las generaciones humanas? Tantas múltiples puntas de rayos, que eran como tantas chispas en las criaturas, para formar la voluntad en ellos, pero sin separar estas chispas del rayo que se desprendía del centro del Sol del Querer Supremo. Así que todas las generaciones humanas giran en torno a este Sol, porque cada una de las criaturas contiene la punta de un rayo de este Sol eterno de mi Voluntad. Ahora, ¿cuál no será la afrenta de este Sol al ver la circunferencia de estos rayos, cuya punta forma la voluntad de cada una de las criaturas, convertidas, cambiadas en tinieblas, en naturaleza humana, desconociendo la luz, el dominio, la vida de aquel Sol que con tanto amor daba su Voluntad, a fin de que la suya y la de las criaturas fuese una sola, y así poder formar en ellas la Vida Divina? ¿Puede haber vínculo más fuerte, más estable y que no pueda desunirse, entre el centro del sol y sus rayos? La luz es indivisible, y si se pudiese desunir, la parte dividida iría errante y terminaría con disolverse en las tinieblas. Así que entre Voluntad Divina y humana hay tal unión de compenetración, que se puede comparar a la unión que hay entre el sol y el rayo solar, entre el calor y la luz. ¿No sería derecho del sol dominar sus rayos, recibir la sujeción de ellos para formar su reino de luz sobre su misma circunferencia solar? Así es para mi Voluntad, cuando la criatura se sustrae de Ella queda como sin Reino, sin dominio, sin súbditos; se siente robar lo que es suyo, cada acto que no depende de su Querer es un desgarro, un hurto que se hace a su luz, y por eso al verse robar su luz y convertida ésta en tinieblas, sufre más que una madre cuando se ve arrancar el parto de sus entrañas, no para darle vida sino para matarlo. Así que las pérdidas que hace mi Voluntad cuando la criatura no está unida a su centro y no vive de la luz de su Querer, son pérdidas divinas y de valor infinito; los males de la criatura, la fealdad que adquiere, son incalculables e indescriptibles, mi Voluntad queda sin Reino en las criaturas y ellas quedan despojadas, sin herencia, sin derecho a los bienes, por eso no existe otra cosa más importante, más grande, que pondrá el equilibrio, el orden, la armonía, la semejanza entre Creador y criatura, sino mi Voluntad. Por eso quiero hacer conocer qué cosa es el Querer Divino y el humano, a fin de que nos reconciliemos, y Ella adquiera su Reino y a las criaturas les vengan restituidos todos los bienes perdidos”.
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19-57
Septiembre 9, 1926
Jesús cuando habla dona el bien que encierra su palabra. En el Divino Querer no habrá esclavos, ni rebeldes, ni leyes, ni mandatos.
(1) Estaba pensando en cuánta potencia, cuántos bienes están encerrados en el Santo Querer Divino, en cómo en Él todo es paz, todo es felicidad, en cómo no se tiene necesidad de ordenes para obrar, sino que la propia naturaleza siente en sí tal fuerza hacia el bien, que no puede hacer menos que hacerlo. Qué felicidad sentirse convertida en bien, en santidad, en fuerza, a la propia naturaleza, así que en el reino del Querer Supremo no habrá leyes, sino que todo será amor y la naturaleza convertida en ley divina, de modo que por sí misma querrá hacer lo que el Fiat Supremo quiere que haga. Ahora, mientras esto pensaba, mi siempre amable Jesús con su acostumbrada luz que hacía salir de su inteligencia me ha dicho:
(2) “Hija mía, todo lo que te he dicho acerca de mi Voluntad han sido dones que te he hecho. El conocimiento no basta si no se posee el bien que contiene el mismo conocimiento, si esto no fuese así te volvería infeliz, porque conocer un bien y no poseerlo es siempre un dolor. Mucho más que Yo no sé hacer las cosas a la mitad, sino completas, por eso primero dispongo al alma, ensancho su capacidad y después dono el conocimiento junto con el bien que contiene, y como los conocimientos sobre mi Voluntad son divinos, he aquí por qué la naturaleza queda dotada con la semejanza de la Naturaleza Divina, y entonces, siendo más que hija no espera la orden, sino que se siente honrada de hacer, sin habérselo dicho, lo que quiere el Padre. Las leyes, las ordenes, son para los siervos, para los esclavos, para los rebeldes, pero en el reino del Fiat Supremo no habrá siervos, ni esclavos, ni rebeldes, sino que será una misma la Voluntad de Dios y de la criatura, y por eso una será la Vida. Y es también esta la razón por la que tanto y tantas cosas estoy diciendo acerca de mi Voluntad, para abundar en los dones, no sólo para ti, sino para quien quiera venir a vivir en mi Reino, a fin de que nada le falte, de nada tenga necesidad, sino que posea en sí mismo la fuente de los bienes. No obraría como el Dios que soy, grande, potente, rico, magnánimo, si debiendo constituir el Reino de mi Voluntad no dotase a aquellos que deben vivir en Él con las prerrogativas y cualidades que posee mi misma Voluntad. Es más, tú debes saber que como todas las cosas han salido de aquel acto único de Dios, así todo debe regresar en aquel acto único que no tiene sucesión de actos, y sólo puede regresar en este acto único, quien deja todo para vivir sólo de mi Voluntad, porque el alma viviendo en Ella, todo lo que hace se convierte en luz, y naturalmente sus actos quedan incorporados y ensimismados en la luz eterna del Sol de mi Voluntad, y por eso, como consecuencia, se vuelven un acto solo con el único acto de Ella. En cambio, en quien obra fuera de Ella, se ve la materia que contiene la obra, no luz, y por eso no pueden incorporarse con la luz del acto único de Dios, por lo tanto pronto se verá que no es cosa nuestra, que no nos pertenece, por eso, todo lo que no sea hecho en virtud del Fiat Divino no será reconocido por Dios. Supón que tú quisieras unir luz y tinieblas, cobre y oro, piedras y tierra, ¿no se distinguiría con claridad la luz de las tinieblas, el cobre del oro, las piedras de la tierra? Y esto a causa de que son materias distintas una de la otra, pero si unieras juntas luz a luz, tinieblas a tinieblas, oro a oro, no sabrías distinguir ni separar la luz de antes de la luz de después, las tinieblas de antes a las de después, la masa de oro de antes a la de después, así es de mi Voluntad, lo que Ella misma hace en la criatura es luz, por lo tanto no es maravilla que quede incorporada al acto único de su Eterna luz. Por eso, gracia más grande no podría hacer en estos tiempos tan borrascosos y de carrera vertiginosa en el mal, que hacer conocer que quiero dar el gran don del Reino del Fiat Supremo, y como confirmación de esto lo estoy preparando en ti con tantos conocimientos y dones, a fin de que nada falte al triunfo de mi Voluntad. Por eso está atenta al depósito de este Reino que hago en ti”.
(3) Después de esto estaba pensativa porque me había sido impuesto por la santa obediencia el no dejar de escribir ni siquiera una palabra que mi dulce Jesús me pudiese decir, mientras que yo soy muy fácil para omitir algunas cosas, porque estoy convencida de que ciertas cosas íntimas, ciertos desahogos que Jesús hace a mi pequeña alma, no es necesario ponerlos sobre el papel, sino que deben quedar en el secreto del corazón. Entonces rogaba que me diese la gracia de no faltar a la obediencia, y Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(4) “Hija mía, si quien te guía y te dirige te da esta obediencia, significa que ha entendido que soy Yo quien te habla y el valor que contiene aun una sola palabra mía. Mi palabra es luz y está llena de vida, por lo tanto quien posee la vida la puede dar, mucho más que mi palabra contiene la fuerza creadora, por eso una sola palabra mía puede crear innumerables vidas de gracia, vidas de amor, vidas de luz, Vida de mi Voluntad en las almas. Tú misma no podrás comprender el largo camino que puede hacer una sola palabra mía, quien tiene oído la escuchará, quien tiene corazón quedará herido por ella. Por eso quien te guía tiene razón en darte esta obediencia. ¡Ah, tú no sabes cómo lo asisto y estoy en torno a él mientras lee mis y tus escritos sobre mi Voluntad, para hacerle comprender toda la fuerza de las verdades y del gran bien que hay en ellas; y él gira en torno a mi Voluntad, y en virtud de la luz que siente, te da esta obediencia. Por eso sé atenta y Yo te ayudaré y te facilitaré lo que a ti te parece difícil. Tú debes saber que mi corazón está dilatado, sufre y suspira porque quiero hacer conocer el reino del Fiat Supremo, los grandes bienes que hay en Él, y el gran bien que recibirán aquellos que lo poseerán. Es propiamente en mi corazón que lo tengo y me lo siento explotar, porque quiero ponerlo fuera. ¿No quieres darme tú ese alivio a fin de que mi corazón, poniéndolo fuera se alivie y no tenga que sufrir más, ni suspirar con suspiros dolientes? Y esto lo harás haciendo conocer lo que te manifiesto acerca de mi Voluntad, porque cuando haces esto me das el campo para abrir los caminos para preparar el lugar donde debo poner el Reino de mi Voluntad; y si tú no manifiestas lo que te digo, me cierras estos caminos y mi corazón se inflama de más. Por eso déjame hacer, y tú sígueme y no pienses en ello”.
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19-58
Septiembre 12, 1926
El vínculo del alma con la Voluntad Divina es vínculo eterno. La Humanidad de Nuestro Señor posee el Reino de la Divina Voluntad, tanto, que toda su Vida dependía de Ella. Formar el Reino de la Divina Voluntad en el alma es transmitir en ella lo que posee la Humanidad de Jesús.
(1) Mientras parece que mi siempre amable Jesús regresa y yo creo que no lo perderé más, en lo más bello huye como relámpago y yo permanezco privada de Aquél que forma la vida de mi pobre existencia, con el duro clavo del delirio de que regrese Aquél que hace surgir el sol en mi pobre alma. Pero mientras deliraba por su regreso y temía que me hubiese dejado, de improviso ha regresado y me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿no quieres persuadirte de que no puedo dejarte? Si tu unión Conmigo estuviese vinculada, formada, sellada sobre otra base que no fuera mi Voluntad, podrías temer, pero como está vinculada, escriturada, firmada sobre la base eterna de mi Querer, lo eterno no está sujeto a mutaciones, mas bien todo tu ser, tus deseos, tus afectos, aun tus más íntimas fibras, están ligadas con vínculos eternos y mi Querer corre en ellos para constituirse como vida y formarlos con la sustancia divina y eterna que Él posee. ¿Se puede separar la eternidad? ¿Se puede algún día cambiar un Dios? ¿Se podrá separar el Ser Supremo de su Voluntad? Todo esto es inseparable, indivisible. Así todo lo que mi Voluntad une entra en el orden eterno y se vuelve inseparable de Mí, por lo tanto ¿cómo puedo dejarte? Si esto no fuera así, todo lo que mi Voluntad ha hecho en ti, su trabajo, su fundamento, sus mismas manifestaciones habrían sido un juego, una cosa superficial, un modo de decir, no una realidad. Por eso quita estos temores de que Yo te pudiera dejar, porque no son cosas que produzca y pertenezcan a mi Voluntad, Ella es firmeza y vínculo indisoluble. Resulta inconveniente a quien posee por vida mi Querer, que se ocupe de otra cosa, mientras que deberías estar totalmente ocupada en cómo ensanchar los confines de su Reino, a fin de que triunfe, se forme en ti y así podrías transmitirlo a las pobres generaciones que se debaten y se forman la corriente de la vorágine donde quedarán precipitadas; pero también los castigos son necesarios, esto servirá para preparar el terreno para hacer que el Reino del Fiat Supremo pueda formarse en medio a la familia humana; por eso muchas vidas que servirán de obstáculo al triunfo de mi Reino, desaparecerán de la faz de la tierra, así que muchos castigos de destrucción sucederán, otros los formarán las mismas criaturas para destruirse una a la otra; pero esto no debe preocuparte, más bien reza para que todo suceda para el triunfo del Reino del Fiat Supremo”.
(3) Dicho esto ha desaparecido. Entonces yo me he ocupado en hacer mi acostumbrado giro en la Voluntad Suprema; su luz me hacía todo presente, tanto lo que ha hecho en la Creación, como lo que ha hecho en la Redención. La Voluntad Divina bilocada en cada acto que hace en ellas, esperaba una visita mía a cada uno de estos sus actos para tener a su pequeña hija como compañía, aunque fuese visita fugaz donde reinaba y dominaba como Reina. ¡Oh! cómo agradecía mi pequeña visita en cada uno de sus actos, mi pequeño te amo, mi mezquina adoración, mi reconocimiento, mi gracias, mi sujeción, pero como sus actos son innumerables, yo no terminaba jamás de alcanzarlos todos. Entonces, habiendo llegado a los actos de la Redención, mi dulce Jesús se hacía ver como pequeño niño, pero tan pequeño de poderse encerrar en mi pecho. ¡Cómo era bello, amable, gracioso el verlo tan pequeño, pasearse, sentarse, ponerse como en trono de majestad en mi pequeña alma, suministrándome su Vida, su respiro, sus actos, para hacer que todo tomase de Él! Pero mientras lo veía en mí como niño, al mismo tiempo ha venido también crucificado, era tanta la tensión de sus miembros que se podían numerar todos los huesos y los nervios uno por uno. Ahora, si el niño estaba encerrado en mi pecho, el crucificado Jesús se ha extendido en todos mis miembros, no dejándome ninguna partecita de mí que no fuese poseída por su adorable persona, sentía más su Vida que la mía. Así, después de haber estado algún tiempo en esta posición con Jesús, me ha dicho:
(4) “Hija mía, mi Humanidad posee el Reino de mi Voluntad, tanto que toda mi Vida dependía de Ella, así que con depender de Ella Yo tenía la inteligencia del Supremo Querer, su mirada, su respiro, su obrar, sus pasos, su movimiento y latido eterno, de este modo formaba el Reino del Fiat Supremo en mi Humanidad, su Vida y sus bienes. ¿Ves entonces lo que significa formar su Reino en ti? Debo transmitirte lo que posee mi Humanidad, la cual te suministrará su pensamiento, su mirada, su respiro, y todo lo que poseo para la formación de ese Reino. Mira cuánto amo este Reino, pongo a su disposición toda mi Vida, mis penas, mi muerte, como fundamento, guardia, defensa, sostén. No hay nada de Mí que no sirva para mantener en pleno vigor el triunfo y el absoluto dominio de mi Voluntad, por eso no te maravilles si ves en ti como repetirse las diversas etapas de mi edad y de mis obras, y ahora me ves niño, ahora joven, ahora crucificado, es el Reino de mi Querer que está en ti, y toda mi Vida se alinea dentro y fuera de ti para guardia y defensa de mi Reino. Por eso sé atenta, y cuando algún temor te asalte, piensa que no estás sola, sino que tienes por ayuda toda mi Vida para formar este Reino mío en ti, y constantemente sigue tu vuelo en la unidad de la luz suprema de la Divina Voluntad. Yo allá te espero para darte las sorpresas de retorno, para darte mis lecciones”.
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19-59
Septiembre 13, 1926
El Ser Divino es equilibrado. El don del Fiat Divino pone todo en común. La justicia en el dar quiere encontrar el apoyo de los actos de las criaturas.
(1) Después de haber hecho mi acostumbrado giro en el Supremo Querer, rogaba al buen Jesús, a nombre de su Creación y Redención, a nombre de todos, desde el primero hasta el último hombre, a nombre de la Soberana Reina y de todo lo que Ella hizo y sufrió, que el Fiat Supremo fuese conocido, a fin de que se establezca su Reino con su pleno triunfo y dominio. Pero mientras esto hacía pensaba entre mí: “Si Jesús mismo quiere y ama tanto que su Reino sea establecido en medio a las criaturas, ¿por qué quiere que con tanta insistencia se ruegue? Si lo quiere lo puede dar sin tantos actos continuos”. Y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Ser Supremo posee el perfecto equilibrio, y también en el dar a las criaturas mis gracias, mis dones, y mucho más con este Reino del Fiat Supremo, que es el don más grande que Yo ya había dado en el principio de la Creación y que el hombre con tanta ingratitud me rechazó. ¿Te parece poco poner a disposición suya una Voluntad Divina con todos los bienes que Ella contiene, y no por una hora o por un día sino por toda la vida? ¿Te parece poco que el Creador ponga en la criatura su Voluntad adorable para poder poner en común su semejanza, su belleza, sus mares infinitos de riqueza, de alegrías, de felicidad sin fin? Y sólo con poseer nuestra Voluntad la criatura podía adquirir los derechos de comunidad, de semejanza y de todos los bienes de su Creador, sin Ella no puede haber derecho de comunidad con Nosotros; y si alguna cosa toma, son apenas nuestros pequeños reflejos y las migajas de nuestros interminables bienes. Ahora, un don tan grande, una felicidad tan inmensa, un derecho de semejanza divina con la adquisición de la nobleza de nuestra filiación, ¡rechazados! ¿Crees tú que sea cosa fácil que la Soberanía Divina, sin ser rogada, sin que ninguno se diera un pensamiento de recibir este reino del Fiat Supremo, lo dé a las criaturas? Seria repetir la historia que sucedió en el Edén terrestre, y quizá peor, y además nuestra justicia se opondría justamente. Por eso todo lo que te hago hacer, los continuos giros en el Querer Supremo, tus oraciones incesantes por que venga a reinar mi Voluntad, tu vida sacrificada por tan largos años, en los cuales no sabes ni del Cielo ni de la tierra, dirigida al único fin de que venga mi Reino, son tantos apoyos que pongo delante a mi justicia para que ceda sus derechos y equilibrándose con todos nuestros atributos, encontrase justo que el Reino del Fiat Supremo sea restituido a las generaciones humanas. Esto sucedió en la Redención, si nuestra justicia no hubiese encontrado las plegarias, los suspiros, las lágrimas, las penitencias de los patriarcas, de los profetas y de todos los buenos del antiguo testamento, y además una Virgen Reina que poseía íntegra nuestra Voluntad, que tomó todo con el máximo interés con tantas plegarias insistentes, tomando Ella todo el trabajo de la satisfacción de todo el género humano, nuestra justicia jamás habría cedido al descendimiento del suspirado Redentor en medio a las criaturas. Nuestra justicia habría sido inexorable y habría dicho un ‘no’ rotundo a mi venida a la tierra. Y cuando se trata de mantener el equilibrio de nuestro Ser Supremo, no hay nada qué hacer. Ahora, ¿quién ha rogado hasta ahora con interés, con insistencia, poniendo el sacrificio de la propia vida, para que el Reino del Fiat Supremo venga sobre la tierra y triunfe y domine? ¡Ninguno! Es verdad que la Iglesia recita el Padre Nuestro desde que Yo vine a la tierra, en el cual se pide que venga tu Reino, a fin de que mi Voluntad se haga como en el Cielo así en la tierra, pero, ¿quién piensa en la petición que hacen? Se puede decir que toda la importancia de tal petición quedó en mi Voluntad, y las criaturas la recitan por recitarla, sin entender y sin interés de obtener lo que piden. Por eso hija mía, todo está escondido en el secreto mientras se vive sobre la tierra, por eso todo parece misterio, y si se conoce alguna cosa es tan escaso, que el hombre tiene siempre qué decir, a través de sus velos, sobre todo lo que Yo hago en mis obras, y llegan a decir: ¿Y por qué este bien, por qué estos conocimientos no han sido dados antes, mientras que ha habido tantos grandes santos? Pero en la eternidad no habrá secretos, Yo develaré todo y haré ver todas las cosas y obras mías con justicia, y que mi Justicia jamás podía dar este conocimiento si en la criatura no estuviesen los actos suficientes para poder dar lo que la Majestad Suprema quiere dar. Es verdad que todo lo que hace la criatura es gracia mía, pero mi misma gracia quiere encontrar el apoyo de las disposiciones y buena voluntad de la criatura. Por tanto, para restablecer el Reino de mi Voluntad sobre la tierra se necesitan los actos suficientes de la criatura, a fin de que mi Reino no quede en el aire, sino que descienda para formarse sobre los mismos actos de la criatura, formados por ella para obtener un bien tan grande. He aquí el por qué tanto te insisto en el girar en todas nuestras obras, Creación y Redención, para hacerte poner la parte de tus actos, tu te amo, tu adoración, tu reconocimiento, tu gracias sobre todas nuestras obras. Muchas veces lo he hecho Yo junto contigo, y además por cumplimiento, después de tu giro en nuestra Voluntad, tu estribillo tan agradable a Nosotros: ‘Majestad Suprema, tu pequeña hija viene ante Ti, sobre tus rodillas paternas, para pedirte tu Fiat, tu Reino, que sea por todos conocido; te pido el triunfo de tu Querer a fin de que domine y reine sobre todos. No soy yo sola quien te lo pido, sino que junto conmigo tus obras, tu mismo Querer, por eso a nombre de todos te pido, te suplico tu Fiat’. Si supieras cómo conmueve a nuestro Ser Supremo este tu estribillo, nos sentimos rogar por todas nuestras obras, suplicar por nuestro mismo Querer; Cielo y tierra doblan las rodillas para pedirnos el Reino de mi Eterno Querer. Por eso, si lo quieres, continúa tus actos, a fin de que una vez alcanzado el número establecido de ellos, puedas obtener lo que con tanta insistencia suspiras”.
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19-60
Septiembre 15, 1926
Custodia y vigilancia de Jesús mientras escribe. Cómo el Reino del Fiat cuesta mucho. Los actos hechos en el Fiat son más que sol.
(1) Después de haber escrito cuatro horas o más, me sentía toda extenuada de fuerzas, y habiéndome puesto a rezar según mi costumbre en su Santísimo Querer, mi dulce Jesús ha salido de dentro de mi interior y estrechándome a Sí, todo ternura me ha dicho:
(2) “Hija mía, estás cansada, repósate en mis brazos. ¡Cuánto nos cuesta a Mí y a ti el Reino del Fiat Supremo! Mientras que todas las otras criaturas, quién duerme en la noche, quién se divierte y quién llega hasta ofenderme, pero para Mí y para ti no hay reposo, ni siquiera de noche, tú ocupada en escribir y Yo en vigilarte, en darte las palabras, las enseñanzas que corresponden al Reino del Querer Supremo; y mientras te veo escribir, para hacerte trabajar más y no hacerte cansar te sostengo en mis brazos, a fin de que escribas lo que quiero, para poder dar todas las enseñanzas y las prerrogativas, los privilegios, la santidad y las riquezas infinitas que este mi Reino posee. Si tú supieras cuánto te amo y cuánto gozo al verte sacrificar aun el sueño y toda tú misma por amor de mi Fiat que ama tanto el hacerse conocer a las generaciones humanas. Nos cuesta mucho, es verdad hija mía, y Yo para compensarte, casi siempre después de que has escrito te hago reposar sobre mi corazón roto y abatido por el dolor y por el amor: Por el dolor porque mi reino no es conocido, y por el amor porque quiero hacerlo conocer, a fin de que tú, sintiendo mi dolor y el fuego que me quema, sacrifiques a toda tú misma y no te perdones en nada, todo por el triunfo de mi Voluntad”.
(3) Entonces, mientras estaba en los brazos de Jesús, la luz inmensa de la Voluntad Divina, que llenaba Cielo y tierra, me llamaba a girar en Ella para hacerme hacer mis acostumbrados actos, para hacerme poner mi ‘te amo’, mi adoración en toda la Creación, a fin de que tuviese la compañía de su pequeña hija en cada una de las cosas creadas donde Ella reina y domina. Después de haber hecho esto, mi dulce Jesús me ha dicho:
(4) “Hija mía, qué luz, qué potencia, qué gloria adquiere el acto de la criatura hecho en mi Voluntad, estos actos son más que sol, que mientras está en lo alto, su luz eclipsa las estrellas y llena toda la tierra, llevando su beso a todas las cosas, su calor, sus benéficos efectos, y como la naturaleza de la luz es el expandirse, no hace trabajo de más con dar los bienes que naturalmente posee a quien los quiera. Símbolo del sol son los actos hechos en mi Querer; conforme se forma el acto, mi Querer le suministra la luz para formar el sol, el cual se eleva en lo alto, porque la naturaleza del sol es de estar en lo alto, no en lo bajo, de otra manera no podría hacer el bien que hace, porque las cosas que están en lo bajo son siempre circunscritas, individuales, a tiempo, a lugar, no son ni saben producir bienes universales. Así este sol formado por mi Voluntad y por el acto de la criatura, elevándose en alto hasta el trono de Dios, forma el verdadero eclipse: Eclipsa el Cielo, los santos, los ángeles; la grandeza de sus rayos toman como en un puño la tierra; su luz benéfica lleva al Cielo la gloria, la alegría, la felicidad, y a la tierra la luz de la verdad, hace huir las tinieblas, lleva el dolor de la culpa, el desengaño de las cosas que pasan. Uno es el sol, pero su luz contiene todos los colores y todos los efectos para dar vida a la tierra. Así, uno es el acto, uno es el Sol de mi Voluntad formado en ese acto, pero los bienes, los efectos son innumerables. Por eso el Reino del Fiat Supremo será Reino de luz, Reino de gloria y de triunfo; la noche del pecado no entrará en él, sino que será siempre pleno día, sus refulgentes rayos serán tan penetrantes, que triunfarán sobre el abismo en el cual ha caído la pobre humanidad. Por eso te he dicho tantas veces que tu trabajo es grande por el haberte confiado mi Voluntad Divina, a fin de que con el hacerla conocer, tú pongas a salvo sus derechos, tan desconocidos por las generaciones humanas, y los bienes que de esto vendrán serán grandísimos, y tú y Yo seremos doblemente felices por haber trabajado en la formación de este Reino”.
(5) Después de esto estaba pensando entre mí: “Mi amado Jesús dice tantas cosas admirables de este Reino tan santo del Querer Supremo, pero aparentemente, externamente no se ve nada de estas cosas admirables. Si se pudiesen ver los prodigios, los grandes bienes, la felicidad de Él, la faz de la tierra se cambiaría y en las venas humanas correría una sangre pura, santa, noble, en modo de convertir la misma naturaleza en santidad, en gozo y en paz perenne”. Mientras estaba en esto, Jesús ha salido de dentro de mi interior y me ha dicho:
(6) “Hija mía, este Reino del Fiat Supremo primero debe fundarse, formarse, madurarse entre Yo y tú, y después debe transmitirse a las criaturas. Lo mismo sucedió entre Yo y la Virgen, primero me formé en Ella, crecí en su seno, me nutrí de su pecho, vivimos juntos para formar entre los dos, al tú por tú, como si ningún otro hubiese, el Reino de la Redención, y después fue transmitida a las otras criaturas mi misma Vida y los frutos de la Redención que mi misma Vida contenía. Así será del Fiat Supremo, lo haremos primero entre Nosotros dos solos, al tú por tú, y cuando esté formado Yo pensaré en cómo transmitirlo a las criaturas. Un trabajo es más fácil hacerlo llegar a buen fin cuando se forma en el secreto, en el silencio de dos personas que verdaderamente aman aquel trabajo, y cuando está formado resulta más fácil manifestarlo y darlo como don a los demás. Por eso déjame hacer y no te des ningún pensamiento”.
Deo Gratias.
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Fuente
• Libro de Cielo. Sierva de Dios, Luisa Piccarreta. divinavoluntad.info
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